Mindhunter: Datos sistemáticos
Los que nos creemos detectives y psicólogos pondremos nuestra alarma el 16 de agosto. Comienza la segunda temporada de Mindhunter en Netflix. Serie policial de David Fincher que se encargó de mantenernos despiertos durante el 2017.
Tiremos parte del CV de Fincher. Cronológicamente. Para que estemos al tanto de lo mismo. Asistente de cámara allá por el 83 en «El Regreso del Jedi». Su primer trabajo registrado. Asistente de fotografía mate en «La Historia Sin Fin». Clásico de clásicos de nuestra infancia. 1984. Saludos a todos los niños lectores de la época que se embarcaron en la odisea de Michael Ende. Importante carrera como realizador de video clips. Patty Smith - “Downtown Train”, Sting - “Englishman In New York”, Madonna - “Express Yourself” y “Vogue”, Aerosmith - "Janie's Got a Gun", Michael Jackson - “Who Is It, entre otros —después ganará un grammy por mejor video para Nine Inch Nails y realizará el genial video de “Judith” de A Perfect Circle, con nuestra querida Paz Lenchanting— hasta que se lanzará con su primer largometraje. Alien 3. 1992. Le seguirán «Siete Pecados Capitales», 1995, «The Game», 1997 —una de mis películas favoritas de todos los tiempos—, «El Club De La Pelea», 1999, «La Habitación del Pánico», “Zodiac», «El Misterioso Caso de Benjamin Button», «La Chica Del Dragón Tatuado», excelente remake de la trilogía sueca «Millennium» basada en las novelas de Stieg Larsson. Hasta llegar a, saltándonos algunas cosas, la aclamada serie «House of Cards”, trabajada en paralelo con nuestra primera temporada de «Mindhunter».
Un poco extenso, pero necesario. Así es el currículum de algunos.
Es una serie, plena e íntegramente policial. Pero, ¿qué la distingue de las demás? Aquí radica lo interesante.
Cuesta entrar a veces. O mantenerse. Pero si gusta de los diálogos, las ideas, la psicología, el pensamiento interior e, incluso el morbo. Esto es lo suyo.
Porque lo central, lo medular de la serie, es adentrarse en la mente de los criminales. Poder establecer patrones del pensamiento y así, eventualmente, poder prevenir este tipo de crímenes. Crímenes que, nos enteramos —por el momento histórico en que se retrata la serie—, recién están llamando “asesinatos múltiples”, cuando se trata de tres o más víctimas por parte de un mismo individuo. IMPORTANTE: esto nunca está tomado desde la Ciencia Ficción. Sino, desde el Naturalismo. Es entonces cuando comienzan a realizarles entrevistas a estos asesinos, vincularse con ellos, sus obsesiones, fijaciones, perversiones, su contexto, el cómo llegan a esto, a disfrutar con dejar un rostro desfigurado, a performar una violación, una mutilación post mortem. El entorno familiar se perfila como eje central en muchos casos. Cómo crecieron, qué vieron, presenciaron, cuál fue el trato que se les dio, el abuso o el desinterés. La ausencia.
Podemos clasificar cinco tipos de criminales.
— El criminal nato
— El criminal demente
— El criminal pasional
— El criminal habitual
— El criminal ocasional
(Este tema lo ponen en la serie y nos puede acompañar en la lectura).
Esto nos lleva a ¿el criminal se hace o se nace?
Entonces, nos detenemos en Darwin. La teoría de la selección natural. Esta teoría propuesta por el naturalista inglés, en breve, nos habla sobre reproducción diferencial dentro de una población biológica. En tres premisas principales. La heredable, los rasgos variables dentro de una población, y la tercera es la que, según esos rasgos, hay cambios en la posibilidad de supervivencia. Esto, siempre planteado en el ámbito de la biología y las especies. Pero lo han extrapolado al ser humano, llamándolo «Darwinismo Social». Hoy, más conocido como “La ley del más fuerte”. Llevándolo a contextos donde se interpretan y justifican, desde las ideologías sobre economía («laissez-faire», “Dejen hacer, dejen pasar”), de guerra y de racismo. Siendo esta última la más fuerte. Adoptada por los grupos pertenecientes al llamado nuevo nazismo. Que poco tienen de nuevo ya que conservan la misma ideología y la misma estética. Pero también toman de acá personas que no siempre están conscientes de aquello. O sea, un asesino se siente con la capacidad de tomar una vida. De partir un cuerpo en cuatro. Que, en el fondo, es bastante similar a lo que el nazismo o la guerra han llegado a hacer. Cuando hablo de nazismo, no me refiero a la Alemania que terminó destruida en 1945. Porque han habido imperios cinco veces más feroces que ese. Me refiero al muchacho que se pasa de la raya y termina matando a golpes a un Daniel Zamudio. “La ley del más fuerte” nos dice, “el que gana, gana”. Zamudio perdió. Pero un asesino “múltiple”, hoy llamado “en serie”, gana, y siente placer.
Y ahí está el peligro vivo. Porque, por placer, más que por economía, política o ira, hacemos cualquier cosa. Entonces nos asaltarán, a mano armada, preguntas como, ¿porqué hacemos lo que hacemos? Freud sugiere que hay un deseo de destrucción innato.
Y esto otro nos lleva a ¿cómo lidiar con los asesinos si no sabemos cómo piensan? Ahí está la serie.
Mindhunter es realismo psicológico, puro. Donde el lenguaje es natural, los personajes son personas comunes, sus acciones pueden ser como las de cualquiera. Se intenta retratar la vida exacta, tal y como es, fijando el ojo en los acontecimientos sociales que afectan al ser humano. El temperamento, el ánimo, las maneras de pensar y obrar. Mindhunter no tiene ni un solo efecto especial. Es raro ver eso hoy.
Dentro del espectro de David Fincher hay dos texturas cinematográficas que lo caracteriza. La variable con computación, de efectos digitales, y la de nuestra realidad, siempre oscura, utilizando una paleta que pareciera ir entre uno y otro color en tonos oscuros, pero a ratos incluso monocromática. Apenas permitiéndonos ver los rostros de los personajes. Y curiosamente y como recurso narrativo casi mágico, esto nos entrega más información. Es muy interesante que en Mindhunter hay bastante poco uso del plano cerrado, dejándole la mayor cantidad de trabajo al plano abierto. Tanto de día como de noche. Esto nos habla del desarrollo de la trama y del mundo de las ideas, y de la posición de cada personaje, más que de un intento por generar movimientos y encuadres que provoquen la sensación de la cámara como una entidad omnisciente.
Fincher es de policiales. Es de tensión. Pero con dos exquisitas variables en su uso. La de «El Club de la Pelea», de «Social Network», a la de «Siete Pecados Capitales» o «Mindhunter».
Nuestra serie juega con entrar o no entrar en un caso. Cuando menos lo sospechas, los agentes del FBI Holden Ford y Bill Tench, estarán con la cabeza a dos manos con un caso. De pronto, otro pasará, pensarás que van a desarrollar ese tema, y no.
Si retifismo, perversión, tortura, mutilación, piromanía, lobotomía, psicópatas, sociópatas o violadores son sinónimos de entretención a la hora de recostarse frente a la pantalla para usted: aquí hay una buena pista. Pero siempre desde lo psicológico. Es cero gráfica.
Es muy silenciosa. No es para estar comentando. Ni menos escuchando papas fritas triturar.
Hubo que esperar bastante. Pero no había apuro en sacarla, como en Stranger Things. No es un producto comercial.
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Zona tres datos:
1.- Andy Warhol y Jim Morrison son mencionados como sociópatas en la serie.
2.- HBO rechazó la serie por tratarse de “dos tipos en ternos”.
3.- Al cierre del capítulo #6, ponen la canción de los Boomtown Rats, “I Don’t Like Mondays”. Ésta fue compuesta luego de la masacre escolar en San Diego, 1979, donde la ejecutora de 16 años, Brenda Ann Spencer aludiera a que “no me gustan los lunes”.
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