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Nuestro país imaginario. El IVA al libro en Chile

  • Por Matías Andújar

Cada tanto, aparece el tema del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) de la mano del 19% que se le aplica al libro en Chile. Es importante subrayar que este IVA no es un Impuesto al libro en sí, sino a la venta y servicio que se realiza.

Solo para aclarar, ya que se habla del “IVA al libro” y al tiro se encienden las balizas, y los diputados y hasta la ex presidenta, hablan de cortarlo con una hoz —cosa que nadie ha hecho y que, por lo demás, tienen proyectos mil veces más importantes en cartera—, pero en realidad el pago de este impuesto, es idéntico al asociado a otros productos. Los cereales preparados, las sopas y las cremas, las bebidas, una estufa, un refrigerador, un televisor, un colchón, calzado, pantalones, pañales, por todo esto, usted paga un 19% de IVA. Pero usted hace largas filas en el H&M para comprarse una polera de $12.000 y no es tema. Como tampoco es tema el recargo que se les hace a las entradas para el cine, para los recitales. Entradas que cuando se trata de su show de turno previsto en el Estadio Nacional, llegan, por lo bajo a rondar los $80.000. Y el estadio se llena. Sea Iron Maiden, Sting, Radiohead, Madonna, Depeche Mode, U2, Paul McCartney, The Cure, Drake, che, ¡van a todas! Y les apuesto que son los mismos. Como si se tratase de una juerga nacional. Ahí sí que sale la platita. Les gusta todo. Apuesto que cuando muera la Grace Johnes, eran todos fans. 

No van ni a votar a las presidenciales. 

¿Repara en algo al comprarse su 42”? A lo sumo sacará la cuenta de cuántas cuotas serán, porque lo va a comprar igual. 

Como era y sigue siendo la misión de Bertolt Brecht, no dejaremos, aquí, ahora, planteadas ni abiertas las preguntas, sino que daremos las respuestas.   

Ese famoso 19% de un libro no se traduce más que, en promedio, $3.000 de la media de un ejemplar que, en Chile, es de $12.000. Igual que la polerita. Y esas mismas tres lucas son las que se les cobra por el recargo en las entradas. 

O sea, menos que un paquete de cigarrillos o una botella de vino julera. Fume menos un día, cómprese un vino en caja, y se podría quedar con un libro para siempre. Igual, me da lo mismo. No vengo a promover la lectura, ni hacerme el Capitán Book.
Eso, en cuanto a lo técnico.

Mentira, hay otro tecnicismo muy importante. He aquí un dato revelador que no suele ver la luz. Del 100% del costo total de un libro, ya impreso, encuadernado —costo que cubre la editorial— puesto en el mesón para la venta, una vez que la plata entra a la caja, el 50% va para la editorial, el 40% para el librero y solo un 10% para el autorcito. Vale decir, por ejemplo, un autorcito como Zambra, que tanto bombo le dieron en su momento, copiando la literatura japonesa contemporánea para pasarla como gato por liebre en nuestro Chile, si vende su libro en $6.000, gana $600 por ejemplar vendido.

Es por eso que el gremio de los libreros es odiado en tantos sectores. Desde los llamados “libreros viejos” (de libros usados), que les gusta comprar como si fuesen huevos pegados a la caja y vender caro, sin escrúpulos, deshaciendo bibliotecas de gente muerta, engañando a quienes no saben lo que tienen. Ignorantes en el tema. Claro, si la biblioteca era del difunto, no de quien la quiere vender. 
Y todos somos ignorantes en muchos temas. ¿Evidente, no, mi querido John H. Watson? Pero otra cosa es querer meterles los dedos en el ojo, tipo Bruce Lee.

Así también, lo son estas nuevas librerías TOP, en cadena o de una sede, pero bien firmes, limpias, sin olor a libro, atendidas por gente linda, o que quiere ser linda. O interesante, al menos. Y ojo que algunos saben mucho. Aunque no sean lindos. Atendiendo con relajo. Si no eres tú, ya vendrá otro. Ese libro no está en todas partes. Ya caerá ese 40%. 

Eso en lo técnico. En lo práctico, hay muchas formas de leer. Demos respuestas. 

Si usted no tiene la necesidad de lecturas e investigaciones de avanzada, me refiero a libros técnicos que pueden tener un costo de 30 hasta 50 mil pesos, pero quiere leer, por el motivo que sea que usted quiera hacerlo, existen ediciones de importantísimos autores que, por su data, ya están libres de derechos de autor, lo que implica un gasto menor para la editorial, y eso se refleja en su bolsillo. Físicos y digitales. En ambos casos estamos hablando principalmente de clásicos. Desde Dostoiesvsky, Shakespeare, Kafka, Kierkegaard, Maquiavelo y Kant, hasta el Marqués de Sade, Baudelaire, Chéjov, Freud, Arlt, Ovidio, Proust y En Busca Del Tiempo Perdido, Poe, que aparte que parece que lo están leyendo harto, ha salido también en poleras, tote bags y chapitas. Ni hablar de El Principito. Aborrecible relato que habla de “domesticar a tus amigos”, como si hubiese que domarlos y lograr que hagan lo que uno desea. La entrada de la RAE por lo menos dice: Domesticar. Hacer tratable a alguien que no lo es, moderar la aspereza de carácter. Y no aceptarlo como es. 
Del tema que quieras, existe un libro.   

Todos estos autores que acabo de convocar, por mencionar algunos, están disponibles para descargar. Gratis.

¿No le gusta leer del computador?
 

Existe un dispositivo que se llama Kindle. Van desde los $70.000. Es un lector de libros electrónicos. Le permitirá cargar tantos libros que no los podrá terminar de leer antes de morir.

Lo invito a calcular en cuántas cuotas lo puede sacar, pensando que UN solo libro le cuesta 12 mil pesos. Parece que conviene.

También, si es de su interés, lo puede hacer desde cualquier aparato tipo tablet. Incluso del teléfono. 

¿Es que no le gusta leer del tablet, le gusta hacerlo solo desde el libro físico? 

Bueno, en ese caso, no estaríamos haciendo esta cháchara, porque si le gustase leer desde el papel, se trata de una persona que asume el costo y no se desenvuelve en tantas excusas.   

Por otro lado, existen múltiples editoriales independientes, hasta artesanales, que ofrecen textos, generalmente apostando a autores nuevos y no a la reedición de clásicos, que no son de alto costo y que merecen todo nuestro apoyo. 

Hay tres tipos de personas en esta materia. Los que leen, los que dicen que les gusta leer, pero no leen y los que no les gusta leer. El problema radica en los que se encuentran en ese sector del medio. ¿Por qué a la gente le gusta decir que lee? ¿Será que estamos en la copia feliz del Edén? ¿O no es solo acá, sino que es una traba social de este mundo en Bilz y Pap?

Es tan loco como decir que me gusta el fútbol si no me gusta. 

Siempre se habla, se aborda el tema del libro como si fuese un gusto que solo los más asalariados pueden darse. Una encuesta reciente nos revela que el 95% de los chilenos quiere eliminar el impuesto al libro. Entonces, podemos inferir que el 95% de los chilenos lee. ¡Wow! Estamos entre los países más lectores del mundo. 

Hay formas de morir y de leer en nuestro país. ¡Qué lenta es la vida y qué violenta la esperanza! 

¿Será que somos realmente unas víctimas del IVA?
No.

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 Zona tres datos:


1.- Hay una edición de El Príncipe de Maquiavelo que viene comentada y anotada por Napoleón. Está buena. 

2.- En Dinamarca, país con un 25% de este impuesto, el mismo libro que compramos en Chile, sale más barato allá. Está claro que el precio elevado en Chile no va por el lado del IVA. Sospechoso. 

3.- El Bodega Uno de 2lt está a $2.290.