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Charly García: El rock me zamarreó

  • Por Meganoticias
Por: Matías Andújar 

67 años. Creo que alcanzamos a verlo otra vez. Siempre que la vida se comporte prudentemente con él. Y es que le ha pasado de todo. Una temporada en el Sanatorio, y además de pasar el tiempo demoliendo hoteles, ha pasado un montón en hospitales. Fisura de cadera, cuadro de presión arterial, fiebre alta y deshidratación, enfermedad viral. Neumonía diagnosticada. Psicótico, paranoico y con personalidad esquizoide. Vuelve Charly a Chile. Las entradas están agotadas. 16 mil corazones irán al Movistar Arena. Hace un tiempo, para saber si quedaban entradas, hice el simulacro de comprar una. Quedaban cinco. Lo pensé, soy fan de muchísimas bandas argentinas, pero Charly nunca me volvió loco. Siempre pensé que sus canciones eran planas, pegajosas a la fuerza, algunas, hasta “rompe huevos”, expresión que ocuparía el mismo Charly. Ahora, que he escuchado el Piano Bar (1984) en repeat, onda, muchas veces: ya me estoy arrepintiendo. Es un discazo. 

Creo que voy a seguir sin escuchar a este García, porque me puede pasar lo mismo que con Spinetta. Nunca le había dado bola a Spinetta. Ni lo fui a ver. Hace años y hasta el día de hoy me doy bestiales cachetazos por no haber compartido el mismo espacio. Haber estado ahí, con él. Es una de las personas más sensibles que conozco por sus discos. 

Puede que Charly García no te vuelva loco, pero ir a verlo es algo que no hay que desestimar. La vida da vueltas, el planeta gira, y después te puedes arrepentir por el resto de tus días. El golpe que no ves venir, siempre te derriba. Y si el último ícono del rock sudamericano de la primera escuela, todavía viene a Chile, quizás sea un buen encuentro. Como en el fútbol. Ver a Charly en vivo no puede ser un partido fome.

Quedan íconos del rock argentino, ojo. El Indio Solari llenaría un Luna Park con 25 mil personas, un Gran Rex, y agota las entradas en un par de horas, igual que Charly. Incluso tiene que realizar sus shows en espacios abiertos donde van 300 mil personas y muere gente asfixiada.
Los Redonditos De Ricota, donde cantaba el Indio, tuvieron problemas siempre, con todos los gobiernos. Charly siempre ha tenido problemas con todo. En su interior, en el cuerpo que lo envuelve, en el cerebro que algún dios le puso, las mujeres que lo han dejado, y que lo han hecho hablar del amor con mayúsculas en una turba de canciones, y componer discos completos con esta indescriptible, ambivalente e inevitable temática. Cómo Conseguir Chicas (1989) es un ejemplo importante, después de una segunda ruptura grave. Las dictaduras de Isabel Perón y Videla, entre el 74 y el 81, se la pusieron difícil. Así como también la Guerra de las Malvinas, le ayudó, ya que estaba prohibido pasar música en inglés. Después hizo discos más bailables, como Clics Modernos (1983), por el que fue muy criticado en algunos sectores. Pensemos que ya desde el 72 había sucedido Sui Géneris, La Máquina De Hacer Pájaros y Serú Girán. Pero fue después de estos discos “más oreja” y su carrera solista, que Charly ya se convierte en un ídolo para todos. Incluso fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Algo así como nombrar Sir a Paul McCartney en Inglaterra. Guardando algunas proporciones, como se dice.

A propósito de Sir Paul McCartney, los Beatles fueron los que moldearon esta locura y este rock en nuestro hombre con vitíligo. El niño que fue, el que salió del conservatorio —dicen que tiene oído absoluto—, pasaba los días tocando Chopin, pero vio una presentación de estos chicos con chasquilla y se flechó como si Cupido fuese el quinto beatle. Sus padres se sacaban el pelo. Querían que su hijo fuese concertista.

El resto es historia.

El rock lo zamarreó. Después, se sabe, vinieron Small Faces (66), Chuck Berry, The Who (65).

Y pensar que Los Saicos sacaron su disco el 65 y por estar en Perú nunca fueron renombrados. Pero que nadie les dé el reconocimiento que merecen, hoy en día, en la era de la Revolución Digital, no me cabe en la cabeza.

Así, Charly se fue armando esta estructura de canciones. Muchas veces simples, pegajosas, pero siempre irreverentes, con fuerza, con su voz carrasposa, sus gritos extendidos tipo barítono, y su cuerpo pidiéndole más, a tiritones, con temblores, significado de que la música le recorre el cuerpo, o románticas, simplemente, con su voz clara y sus letras atractivas, poco claras, locas, ambiguas. También, muchas veces directas, con el mensaje más que claro —por algo fue censurado y hasta enjuiciado—, pero constantemente tratando de explicarnos. De explicarse. Es un lindo gesto.

Otro gesto que fue precioso y significativo en él, en su carrera, fue darles el espacio, la oportunidad a varios jóvenes, hasta ahí, desconocidos. Llamó a un joven Pedro Aznar, a una joven Fabiana Cantilo, un joven Calamaro y un joven, de 21 años, llamado Fito Páez. Todos, ya sabemos, pudieron hacer tremendas carreras después.

Esto me recuerda la figura de Raúl Zurita, quien, en otro plano, y trayéndolo a Chile, siempre busca, alberga y promueve a jóvenes promesas, en su opinión. La labor, la intención, es notable.

Carlos Alberto García llega a Chile con su guitarrista chileno desde el 2002, Kiuge Hayashida (quien también fue partícipe de Jardín Secreto, Banda Del Pequeño Vicio, Redolés y Vasconcellos), su bajista Carlos González y el baterista Toño Silva, también chilenos, que pasaron de tocar con Miguel "Negro" Piñera para al día siguiente estar con Charly, de planta. La leyenda cuenta que el hermano del actual presidente lo invitó a tocar a su disco y le dijo que no trajera músicos. Charly aceptó el challenge. Después de llegar al recinto, dijo: "¡Estos tocan mis temas mejor que yo!". Desde ahí son inseparables, como el lobo y la luna. 

Charly ya se encuentra en Chile y prepara el concierto del jueves. En mi experiencia el Movistar Arena nunca ha sonado bien.

Buena suerte, Carlitos.

Mis respetos, detrás de estas letras.

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Zona tres datos:

1.- Charly se tiñó el pelo rubio en homenaje a la muerte de Kurt el 94.

2.- Charly se tiró en alas delta en Brasil.

3.- Charly nunca pudo manejar.