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Deadpool y Wolverine: Un homenaje lleno de humor y nostalgia al cine de superhéroes

Qué difícil es escribir sobre esta película. Básicamente está llena de sorpresas y cualquier palabra es un spoiler. Un festín ñoño colapsado de referencias, guiños y cariños a la historia del cine de superhéroes. Una réplica de lo que intentó hacer The Flash, pero bien. Dicho eso, hay que aventurarse al nuevo intento de Marvel por revivir la franquicia. La resurrección del MCU en las manos del bocaza máximo, Deadpool (y Wolverine).

Cuando Disney compró Fox, los ejecutivos aplaudían en éxtasis. Volverían a tener en su poder los derechos de los personajes más emblemáticos de todo Marvel. Poder echarle mano a los X-Men, a los 4 Fantásticos y a Daredevil implicaría un soplo de aire fresco para una franquicia que no ha logrado el impacto causado en sus tres primeras fases.

Desde Avengers: Endgame, las películas y series de Marvel han oscilado más cerca de la indiferencia que de la perfección. No es que las películas sean malas, pero son olvidables, poco memorables. Los nuevos rostros de este universo no han estado ni cerca de trascender como sí lo hicieron los Vengadores originales. Las producciones exitosas en crítica y taquilla tienden a ser aquellas en las que sus protagonistas son personajes conocidos (Guardianes de la Galaxia Vol. 3 o Loki).

En este hostil ambiente llega Deadpool, con las dudas en torno a cómo se traslada su soez y ordinario humor a la cartelera family friendly de Mickey Mouse. Las dos primeras películas de Deadpool fueron un exitazo, logrando trasladar al deslenguado protagonista de los cómics a una pantalla que permitía el juego del chiste de doble sentido y el constante romper la cuarta pared. Por si una tercera parte del personaje más taquillero en la categoría R (Después del Joker) no era suficiente, se decidió agregar al personaje más querido de los X-Men de Fox: Wolverine de Hugh Jackman.

Deadpool y Wolverine es una espectacular comedia. Un éxtasis de humor consciente del entorno y la actualidad cinematográfica (veremos cómo envejecen los chistes). El no desentenderse del presente de Marvel y entender el mal momento de la franquicia le permitió a Deadpool moverse con soltura en medio de las polémicas, deseos y quejas de los fans. Absoluta libertad que permite al personaje hacer lo que mejor sabe hacer.

Dentro de los chistes hay una historia olvidable que se sacrifica en pos de otros elementos de la película. Las motivaciones de Deadpool no logran adentrarse en el corazón, como todo su arco dramático a lo largo de la trilogía, el cual jamás impactó. No así Wolverine.

Las críticas del respetable mundo de internet abundaban en mancillar el legado de Logan (2017), película que le dio un espectacular cierre al personaje. La profanación de la tumba era inevitable, el regreso de Hugh Jackman también. Creo que no solo se hace desde el respeto (si puede entrar en el diccionario de lo que hace Deadpool), sino que le agrega una capa más al canon sublime del personaje. Le da una complejidad mayor y le da un legado absoluto.

Deadpool funciona porque es un producto aislado, que no se preocupa en cimentar conexiones para películas y series que se estrenarán en 10 años más. Es una historia conclusiva que, sin duda alguna, cae en los clichés modernos del cine de superhéroes: conversaciones multiversales y cameos aplaudibles, pero poco relevantes (y vaya que los hay). La diferencia es que la esencia del personaje permite eso. Pero no deja de preocupar la dependencia por la nostalgia, cameos sin justificativo ni peso dramático. Con pausas para la reacción del público, que extasiado aplaude a rabiar a un personaje de una película que, por el paso del tiempo, nos olvidamos de lo mala que es. La regular dirección y su reprobable cinematografía quedan de lado ante lo divertida que es.

El filme Deadpool se presenta como un homenaje a las películas producidas por Fox, las cuales, de alguna manera, establecieron las bases para el surgimiento del Marvel Cinematic Universe (MCU). La influencia de estas primeras producciones, que datan de principios de la década de 2000, resulta crucial para entender el desarrollo de la franquicia que ha generado importantes ingresos a lo largo de su historia. A través del humor característico del personaje, Deadpool logra ofrecer un reconocimiento final a aquellos personajes que fueron fundamentales en el establecimiento del género en la pantalla grande.

Deadpool y Wolverine no van a rescatar al MCU. Va a ser un exitazo en la taquilla y volverá a llenar de monedas las bóvedas del Tío Rico McPato. Pero no es trascendental en el futuro de la franquicia. Comete los mismos errores, camuflados esta vez con dos carismáticos personajes y un guion que no les da pausa a las risas. El paso del tiempo le restará impacto y el MCU seguirá buscando aquella historia que lo “salve”. De momento, podemos reírnos de la desgracia.

Está crítica fue escrita con Madonna de fondo.

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