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Comentario: X-Men 97 y la nostalgia bien

En 1992 se estrenó una de las series más populares de finales de siglo. Su popularidad, junto con la de Batman La Serie Animada, impulsó la moda de crear series animadas basadas en personajes de cómics. Muchas fueron una mera programación fugaz, pero en el caso de X-Men caló profundamente en millones de jóvenes.

La historia de un grupo de mutantes marginados y discriminados por la sociedad acompañó el crecimiento de una generación perdida, que no se sentían parte del globalizado mundo. 32 años después, se estrenó en Disney Plus X-Men 97, la continuación de la recordada serie.

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El cine comercial se ha visto envuelto en una vorágine de nostalgia. La industria se dio cuenta que la memoria emotiva vendía y lo hacía bien. Desde la primera temporada de Stranger Things, con su tan aplaudida ambientación melancólica han pasado innumerables remakes, secuelas, precuelas, reinicios y recuelas. La mayoría, olvidables. Se quedan a medio camino entre ser un tributo a la obra original y una película nueva para atraer a nuevas audiencias. De ese problema se ha escrito y mucho.

X-Men pudo haber sido eso, un calco sin espíritu ni corazón de la serie original. Un recocido de personajes e historias que se sostienen en hacer recordar un tiempo que estimamos mejor. Pudo haber sido eso. Beau DeMayo, creador del programa, arriesga al ir a la médula de los X-Men, al espíritu de la patrulla, convirtiendo X-Men 97 en una de las mejores series del año.

De partida por el carácter telenovelesco de la serie. Siempre nos gustó la Patrulla X más allá de su historia heroica. Eran personas que se enamoran y sufren, que viven como seres humanos, con las problemáticas propias de tener sentimientos. Parte primaria de la historia era descifrar el triángulo amoroso entre Cíclope, Jean Grey y Wolverine, con ellos sufrimos y tomamos posturas. Eso es retomado, X-Men 97 es una serie altamente romántica y, por lo mismo, trágica.

Pero principalmente, X-Men 97 no reniega de su hito fundacional. Si bien la Patrulla X no fue creada con un fin político, el carácter renegado del grupo de mutantes terminó siendo un estandarte de la lucha de los excluidos. Aquellos que la sociedad miraba como bichos raros, tenían que reunirse entre ellos para sobrevivir, para sentirse acompañados. Y eso refuerza el carácter dramático de los X-Men, con el sentimiento de soledad como la cúspide de la desazón.

X-Men 97 es una historia inteligente por la carga política que tiene. Porque se sostiene mediante el conflicto humano/mutante y el debate moral de qué forma actuar para defender a los suyos. El eterno conflicto metodológico entre Charles Xavier y Magneto toma otras dimensiones cuando el conflicto escala y los límites parecen difusos. La radicalización de las posturas y los cambios de opinión de los personajes dan una sensación de constante evolución, y que los personajes evolucionen es clave en una serie.

La serie va tomando forma gracias a un excelente ritmo narrativo, que deja espacios para el desarrollo de cada personaje. Todo con una animación clásica, rememorando la serie original, pero con el dinamismo moderno acorde a la época. Todo con una respetuosa continuación del material original, con el uso perfecto de aquella tan característica canción.

X-Men 97 es lo mejor que ha hecho Marvel desde Infinity War, por lo demás, es la mejor adaptación de la patrulla X en mucho tiempo. Es la ruta que tienen que seguir los mutantes, lo que logró que fueran los héroes más populares de Marvel durante décadas. Aquello que permite identificarnos con ellos más que con ningún otro héroe. El encontrar a una familia pese a ser un marginado social, la lucha por una sociedad más justa, las consecuencias de vivir constantemente vinculados con sus emociones. Magneto tenía razón.

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