Comentario: Dejar el Mundo Atrás, el nuevo thriller de Netflix
- Por Esteban Beaumont
Sam Esmail nació en 1977 en Nueva Jersey y creó una de las series más populares y aplaudidas del siglo XXI, Mr. Robot, un tecno-thriller sobre un pirata informático. Daría el salto al cine con Comet, un drama romántico con toques de ciencia ficción. Sin mucha parafernalia estrenó en Netflix su segunda película, Dejar el Mundo Atrás, una historia apocalíptica que hay que tener en consideración.
Amanda (Julia Roberts) y Clay (Ethan Hawke) son un matrimonio que deciden arrendar una casa a las afueras de la ciudad para escapar de la vorágine citadina. Un fin de semana alejado del resto de la gente, algo que sirva para desconectarse. Esto último de manera metafórica porque los celulares y tablets sirven como una especie de extensión de sus cuerpos.
Durante un apagón general las vacaciones se ven interrumpidas por G.H. (Mahershala Ali) y Ruth (Myha’la) dueños de la casa que buscan refugio. Las dos familias deberán descubrir qué está pasando en el mundo mientras deciden si confiar unas en otras. No tener otro contacto humano y la tecnología fallando solo aumentaran la tensión.
Lo que me parece más interesante de Leave the World Behind (en su idioma original) es como aborda el terror desde una arista sumamente contingente. No es nada actual, el 2006 Stephen King publicaba una novela llamada Cell donde contestar un celular te vuelve zombie. Incluso el mito de Frankenstein se podría sumar a la idea del terror relacionado con la tecnología. Pero lo interesante es que Esmail lo aborda enfatizando la idea de dependencia.
"Sin GPS soy un inutil" dice el personaje de Ethan Hawke en una escena y es ejemplificador de lo dependiente que nos hemos vuelto a la tecnología. Ya sea para hacer cosas vitales o para ser felices. La hija de este matrimonio tiene un constante objetivo durante la película que es ver el final de su serie, como si la ficción fuera esa ventana para escapar de la realidad y ser feliz. ¿Y si no podemos volver a abrir esa ventana? ¿No es también una tragedia?
La película sirve como una secuela espiritual de Mr. Robot. El ciberterrorismo la caída de nuestra sociedad mediante el colapso cibernético, el buenismo actual encarnado de pequeños actos insignificantes para el mundo pero que permiten sentirnos bien con nosotros mismos y así separarnos moralmente del resto de la masa.
Todo esto con una puesta en escena entretenida. La película utiliza mucho el recurso de la cámara moviéndose violentamente para convertirse en un plano cenital, cambiando la imagen de horizontal a vertical y provocando que la cámara caiga presa de esta locura inentendible.
Como toda película de “algo está pasando en el mundo, no sabemos qué es” la historia trata de darnos pistas, para tratar de descubrir qué es lo que pasa en el exterior. Esto crea un tejido de tramas que se mezclan buscando llegar a un solo final. Como es el caso de estas películas, el final no siempre deja satisfechos. Ya lo sabrán M. Night Shyamalan.
He leído a muchísima gente que no le ha gustado la película y el final es uno de los puntos más atacados. Y bueno, a mi me gusto. Hay un mensaje contra los mismos servicios de streaming y la importancia de la preservación física de la cultura que me parece más importante que el modo en que se haga.
Ahora, eso no quita que la película sea más larga de lo que debería ser. Por momentos es pedante y trata de dar pasos más largos que el largo de sus pies. Le sobra al menos media hora y eso en una película entretenida y sin más, es imperdonable. Por otro lado, hay un ritmo sumamente errático. Maneja la tensión super bien durante casi toda la película, pero cuando más necesitamos sentarnos al borde del sillón, escasea la rigidez emocional.
Dejar el Mundo Atrás es una película que ha cosechado críticas mixtas y yo me posiciono al lado de los que les gustó. Vamos, tiene el sello Shyamalan que se ve a kilómetros y en esta casa se aplauden las idas de cabeza, aunque no queden tan bien ejecutadas.
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