Dormía en una carpa, cuidaba gatos y pescaba en el Lleu Lleu: Así pasó Tomás Antihuen sus 33 semanas prófugo
Hace tres meses que los investigadores y policías conocían su paradero. Pero no fue hasta hace solo dos semanas que Tomás Antihuen Santi (22) –el ideólogo del triple homicidio de los carabineros, según acusa la fiscalía– bajó la guardia.
El último de los Antihuen estaba prófugo desde el 29 de julio pasado, día en que cayeron sus hermanos Felipe y Yeferson, quienes hoy cumplen prisión preventiva en la Cárcel de Alta Seguridad en Santiago, a la espera de su juicio oral, programado para fines de abril.
Ese lunes de julio, en que cayeron sus hermanos, Tomás logró fugarse porque –momentos antes de que las policías irrumpieran en su casa en el sector de Antiquina– fue puesto sobre aviso de que iba a ser capturado.
Antes de escapar, se proveyó de una carpa, enseres y otros elementos que le permitieran subsistir en su huida, en un territorio que conocía mejor que “cualquier otro funcionario policial”, le dijo a Mega Investiga el fiscal Roberto Garrido, a cargo de la investigación.



La rutina de Antihuen
Según los antecedentes que mantienen los investigadores, en las 33 semanas que estuvo prófugo, Tomás Antihuen nunca abandonó la zona. Allí, más que en cualquier otro lugar, se sentía seguro.
LO ÚLTIMO“Por las características de la zona, le daba mayor posibilidad de concretar su huida. Es un lugar donde no hay cámaras de seguridad, donde la presencia de vehículos y drones es fácilmente detectable. Por lo tanto, la información que nosotros tenemos es que se mantuvo la mayor parte del tiempo en el mismo lugar, moviéndose para no ser aprehendido”, detalló el fiscal regional de La Araucanía.
Nunca pernoctaba en el mismo lugar. La cabaña donde fue detenido –propiedad de José Melgarejo, aprehendido por otros delitos el 29 de julio– la ocupaba como casa de seguridad.
En su rutina que estableció para no ser detectado, Antihuen llegaba a esa casa durante el mediodía y se mantenía en su interior. Salía solo a actividades puntuales: una de ellas, alimentar a los gatos que rondaban el lugar. Luego de ello, entraba y cerraba las cortinas.
Según quienes lo vigilaron durante meses, cuando Antihuen salía de ese domicilio montaba carpas en distintos sectores del Lago Lleu Lleu o bien improvisaba viviendas con lo que tenía a mano. “Iba cambiando su lugar de pernoctación precisamente para eludir la posibilidad de ser ubicado”, dijeron a Mega Investiga cercanos a la investigación.
Hay quienes, además, comentan que Tomás Antihuen tenía amenazados a los pescadores que frecuentaban el lago Lleu Lleu, para que no delataran su presencia en el sector.
Otra de las medidas que adoptó el principal sospechoso del crimen contra los carabineros fue disminuir y limitar al máximo el contacto que mantuvo con otras personas. Se habría comunicado solo un par de veces con familiares de manera presencial.
“No es posible hablar de una red de apoyo, porque no estamos hablando de una planificación para su protección, tenía contacto con algunas personas de manera muy limitada, la fortaleza de su huida era no permanecer mucho tiempo en el mismo lugar y evitar el contacto con personas”, apuntó Garrido.
La detención
Si bien durante los casi ocho meses en que estuvo prófugo Antihuen, no siempre existió certeza de su paradero, incluso se especuló que había cruzado hacia Argentina; los policías pudieron establecer de manera fehaciente que Antihuen estaba en la zona hace aproximadamente tres meses, en enero de este año.
Pero no fue hasta hace solo 14 días que comenzaron a detectar que el ideólogo del macabro crimen visitaba con frecuencia la casa de Melgarejo en determinadas horas del día.
“Empezó a establecer una rutina”, comentan. Y ese fue su gran error. Con esa información sobre la mesa, el fiscal de Alta Complejidad de La Araucanía, Carlos Bustos Muñoz, solicitó el viernes pasado al juzgado de Garantía de Cañete la orden verbal para allanar el domicilio.
Al momento de la detención, Antihuen no presentó resistencia, pese a que en su bolso cargaba con la UZI que le arrebató a los tres suboficiales –póstumamente ascendidos– el día del triple homicidio.
Esa subametralladora pertenecía a Sergio Arévalo.
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