Columna de Mauricio Morales: "¿Puede perder Matthei?"
- Por Meganoticias
Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.
Hasta ahora, a Evelyn Matthei no hay cómo arrebatarle la banda presidencial. Las encuestas son categóricas, mostrando que sería la primera mayoría en las elecciones del 16 de noviembre de este año, y que en una hipotética segunda vuelta arrasa con quien se le ponga al frente.
Si bien las candidaturas de la derecha radical han impedido un avance más contundente en sus apoyos, Matthei sigue mandando. Claro. Tiene algunas debilidades. Pulso Ciudadano, por ejemplo, muestra que en los jóvenes de 18 a 30 años registra tan solo un 10% de apoyo, lo que contrasta con su promedio de 24.3%. En este mismo segmento es casi duplicada por José Antonio Kast. Ojo ahí. Por otro lado, captura solo un tercio de apoyo en los votantes de derecha, lo que no sorprende si tomamos en cuenta el arraigo que generan Kast y Kaiser en este segmento de votantes.
Ir a la siguiente notaEn todo caso, Matthei compensa esta debilidad en el grupo de personas sin posición política con un 26.2%. Este antecedente no es menor. En una elección con voto voluntario es más difícil y costoso movilizar a estos electores, pero con voto obligatorio ese obstáculo no existe. A esto se suma la mayoría que consigue Matthei en los votantes de centro (33.7%). Es decir, Matthei gana en los grupos que siempre definen una elección, los desafectos y los moderados. Con estos números, entonces, Matthei no debiese perder la elección. Sin embargo, nunca hay que tomarse la leche antes de ordeñar la vaca.
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En primer lugar, las campañas aún no inician. Recién en marzo los electores comenzarán a pensar en las elecciones de noviembre. Las encuestas, siendo rigurosos, no están midiendo intención de voto, sino que solo preferencias presidenciales, que corresponde, por decirlo de alguna manera, a apoyos “blandos” a ciertas figuras políticas. En consecuencia, la tarea de los candidatos es iniciar el proceso de endurecimiento electoral que llevará varias semanas. Podría suceder que hoy la ciudadanía esté expresando una inclinación política, pero que más tarde esa inclinación no se traduzca en conducta electoral.
LO ÚLTIMOEn segundo lugar, y como se ha referenciado hasta el hartazgo, Chile no es inmune a las sorpresas. Es decir, que emerjan figuras de la nada que sean capaces de dar un batacazo político análogo a lo que sucedió en 2021. En lo personal, soy escéptico de aquello. En 2021 veníamos de un proceso lleno de incertidumbre derivado del estallido social, la pandemia, y el proceso constitucional. La brújula, por tanto, era extremadamente móvil y volátil. Hoy, desde mi perspectiva, los electores buscan figuras más consolidadas y confiables. La única excepción, como he señalado en columnas anteriores, es Tomás Vodanovic, que si decide competir, puede remecer el tablero. De igual forma, sabemos que un escándalo político podría tumbar una candidatura que hoy esté en la cima. En el caso de Matthei, con tantos años de carrete político, el peligro no está tanto en ella, sino que en su entorno.
En tercer lugar, la centroizquierda no está muerta. Tanto en Criteria como en Pulso Ciudadano, Michelle Bachelet se consolida en el segundo lugar con 18% y 15.9% respectivamente, marcando diferencias un tanto más abultadas con las candidaturas de la derecha radical que rematan en el tercer y cuarto lugar. La sumatoria de las candidaturas de centroizquierda, según Criteria, es de 26%, cinco puntos más que en la medición anterior. Poco a poco, entonces, los apoyos a este sector político se comienzan a manifestar, quedando menos espacio para la predicción de algunos analistas que preveían una segunda vuelta entre las dos derechas, replicando lo que sucedió en la elección de gobernadores regionales de Los Lagos en 2024. La historia también juega al momento de definir al próximo Presidente/a de Chile, y la centroizquierda, salvo en las elecciones de 1952, nunca ha llegado en tercer lugar. Por más que el gobierno del Presidente Boric promedie cerca de un 30% de aprobación, esa cifra es suficiente para asegurar el paso al ballotage de la candidatura oficialista.
En cuarto lugar, todo indica que Matthei no irá a primarias, lo que en sí mismo representa un riesgo. A lo mejor confía en que la derecha radical no se coordinará, y que competirá dividida o que se unirá detrás de Kast. Pero si Republicanos y Libertarios dan la sorpresa y arman una primaria, Matthei quedará debajo de la mesa, más aún si la centroizquierda también se suma a este proceso electoral.
Matthei no puede confiarse en que la inercia la llevará a la Moneda. Eso ocurrió en las primeras elecciones de la nueva democracia chilena. Hoy se requiere dar una pelea diaria. No se compite por 7.5 millones de votantes, sino que por más de 15 millones. Estos electores buscan, entre otras cosas, garantías de gobernabilidad, asunto en que la derecha es particularmente débil: tres candidaturas presidenciales y quién sabe cuántas listas de diputados y senadores.