Acusan negligencia "inexplicable y escandalosa": El impactante caso de militar que murió tras un trasplante equivocado

¿Qué pasó?

Han pasado más de cinco años desde que el militar Pablo Berríos falleció a causa de una grave negligencia médica en la que su familia responsabilizó al Hospital Militar y a la Clínica Las Condes.

Un reportaje de Radio Bío-Bío reveló que el oficial de las fuerzas especiales del Ejército perdió la vida tras un fallido trasplante de células madre que lo mantuvo en agonía por largos dos meses. Hoy su familia continúa en una dura batalla judicial que busca explicar lo que pasó.

El comienzo de la tragedia

Según contó el citado medio, Pablo Berríos tenía 52 años cuando murió. Estaba casado, era padre de tres hijos y el segundo de cuatro hermanos. Tenía una exitosa carrera en el Ejército trabajando como paracaidista y dentro de la institución era profesor de educación física y en sus tiempos libres hacía varios deportes.

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Sin embargo, todo comenzó a derrumbarse el 12 de marzo de 2018, cuando tras varios exámenes fue diagnosticado con mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la médula ósea, lo que lo obligó a iniciar una quimioterapia que estaba dando buenos resultados.

Por ello, su equipo médico le recomendó hacerse un trasplante de células madres óseas, también conocido como terapia con stem cells. Con este procedimiento, podrían quitarle células madres, cultivarlas para que se reproduzcan y luego volvérselas a colocar. Esta operación no era para salvar su vida, aunque sí le permitiría aumentar su esperanza de vida. 

El militar y su familia aceptaron, por lo que en julio le extirparon células madres en el Hospital Militar y luego las enviaron a la Clínica Las Condes para preservarlas a cambio de $133.768 mensuales, ya que el recinto castrense no tenía un laboratorio de almacenamiento.

La fatal operación

El 24 de agosto se realizó el trasplante. La primera bolsa resultó sin problemas, pero tras ponerle la segunda bolsa, el personal de salud se percató de que no tenía el nombre del militar, sino que le habían implantado células madres de una mujer. "Venían bolsas mezcladas en un mismo cooler", decía la demanda civil del caso.

Desde el hospital le indicaron a la familia que se trataba de un error que no era grave."Hasta el final, todos tenían la esperanza de que se iba a mejorar. Nunca nos dijeron que iba a morir", comentaron familiares a Radio Bío-Bío.

Sin embargo, poco a poco la salud de Pablo empezó a deteriorarse y fue trasladado a la Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI). El 13 de septiembre lo diagnosticaron con la enfermedad de injerto contra huésped grave (GVH), que ocurre cuando las células reconocen a las nuevas como un extraño, y en este caso efectivamente eran células de otra persona.

"Está condenado a muerte", fue la frase que un amigo médico le dijo a familiares de Pablo. En ese momento la familia empezó a perder las esperanzas.

Durante un mes, Pablo tuvo sangrado digestivo, deterioro renal y hepático, convulsiones, vómito con sangre, heridas con pus, sangramientos, diarrea, desmayos y fiebre. "Era como si hubiese explotado por dentro", recordaron familiares. Finalmente, 13 de octubre a las 16:29 horas, el paracaidistas murió. 

Cinco años esperando a la justicia

La familia de Pablo realizó, por un lado, una querella penal por cuasidelito de homicidio y, por otro, una demanda por indemnización de perjuicios. Ambas aún no tienen un dictamen.

Los dardos apuntan a la Clínica Las Condes (CLC), desde donde habrían enviado erróneamente las muestras ajenas, y al Hospital Militar, donde se le realizó el tratamiento a Pablo. Ninguno de los dos recintos decidió hablar en el reportaje del citado medio.

Una negligencia "inexplicable y escandalosa". Así es cómo el equipo legal que representa a la familia de Pablo describió el actuar de ambos recintos de salud, argumentando que si hubieran seguido los protocolos, el militar estaría vivo.