Columna de Mauricio Morales: Kast y Kaiser, el suicidio
- Por Meganoticias
Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.
La reciente encuesta Cadem arrojó resultados un tanto sorpresivos. Primero, a pesar del brutal desorden de la derecha, Evelyn Matthei sigue en el primer lugar con un 26% en la pregunta sobre preferencias presidenciales. Segundo, que José Antonio Kast retrocedió muy significativamente, pasando del 14% al 8%. Tercero, que Johannes Kaiser entra en la nómina de candidatos con un 5%.
Lo sorpresivo es que en la medición anterior la sumatoria de Kast y Kaiser fue de 18 puntos, y ahora solo alcanza 14%. Cuarto, que Tomás Vodanovic, a pesar de ser el político mejor evaluado, registra tan solo un 3%, sucediendo algo parecido con Claudio Orrego, quien marca solo un punto. Ambos líderes, en todo caso, se sienten más firmes en sus cargos actuales que en una competencia presidencial.
Pero hay que tener mucho ojo. Es cierto que una buena evaluación de los liderazgos no es sinónimo de intención de voto, y que una de las cosas más difíciles es, precisamente, transformar las buenas opiniones de la ciudadanía en apoyos electorales. Es decir, tanto Vodanovic como Orrego podrían, eventualmente, marcar un punto de inflexión, lo que significaría entrar a la carrera presidencial con una ventaja en cuanto a la imagen positiva que proyectan sus liderazgos. Vodanovic está en primer lugar con 74% y Orrego lo sigue con 67%. Matthei entra tercera, aunque indistinguible estadísticamente de Orrego, con 66%.
Lo que quiero argumentar es que la centroizquierda aún tiene vida, y que en cualquier momento puede activar alguna de estas dos figuras para levantar una elección presidencial que tiene muy cuesta arriba.
LO ÚLTIMOTodos estos números son muy desfavorables para Kast. Por un lado, Matthei no retrocede en su intención de voto. En la medición anterior marcó 22% y ahora, como señalé, se consolida en 26 puntos. Por otro lado, la irrupción de Kaiser le está generando un serio problema. Según los datos de la encuesta Cadem, parece ser, al menos por ahora, que la competencia electoral en la derecha radical está hundiendo al sector, en circunstancias de que debiese suceder todo lo contrario.
Mi hipótesis es que los votantes de derecha no perciben una competencia institucionalizada entre ambos liderazgos, y que el simple hecho de llegar divididos a la papeleta de noviembre es la antesala de una derrota segura. Por eso mismo, a lo mejor, buscan una candidatura que garantice dos cosas: orden político en el marco de una coalición relativamente estable, y éxito electoral. Y esa candidatura es la de Matthei.
En consecuencia, en la medida en que persista la división entre Kast y Kaiser como dos figuras que no dialogan y que tienen una mentalidad suicida -ir directo a la primera vuelta- reducirán el poder de fuego de Republicanos, un partido en ascenso electoral. Es cierto que el resultado en alcaldes y gobernadores regionales no fue del todo favorable, pero en las elecciones de concejales y CORES, Republicanos demostró que tiene fuerza territorial.
Dicho de manera simple, si las dos candidaturas -Kast y Kaiser- persisten en su idea de competir en la primera vuelta, el destino de la derecha radical está sellado: no pasan a segunda vuelta y abren el camino para que lo haga cualquier candidatura de centroizquierda. Por tanto, Kast debe tomar una medida definitiva. O intenta bajar la candidatura de Kaiser y lo unge como jefe de campaña, o definitivamente lo convoca a una primaria amplia del sector a la que también podría ser invitado Rodolfo Carter. Con eso, Kast institucionalizaría la competencia y, de paso, dejaría a Matthei en solitario y en un incómodo silencio.
Esa primaria se trataría sobre el candidato que mejor representa el ideario de derecha, y en la que Kast tendría cierta ventaja considerando las bases territoriales de Republicanos. Para tomar esta decisión se requiere de coraje y valentía, saliendo del absurdo instalado en ciertos sectores políticos que dice así: “La primaria es la primera vuelta”.
Es cierto que los electores siempre prefieren el original antes que la copia, y que es muy probable que vean en Kast al original que defiende los principios ideológicos de la derecha. Pero si ese original va rumbo al despeñadero, los electores no dudarán un minuto en respaldar a la copia que, al menos, les garantiza éxito electoral.
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