"Mi corazón está partido en dos": Alumna quedó parapléjica tras caer desde gradería en liceo de Valparaíso
Ya transcurrió más de un mes desde el triste accidente que protagonizó Mayra Verdejo. El 23 de septiembre, estaba sentada en una gradería del Liceo N°1 de Niñas en Valparaíso, pero la madera de la estructura cedió y cayó desde aproximadamente dos metros de altura.
La compañera con la que estaba sufrió una fractura de tobillo y ella se llevó la peor parte. Su familia mantuvo las esperanzas de un buen diagnóstico, pero dado que azotó su espalda contra el suelo, tuvo una fractura grave en su columna que la dejó parapléjica.
Actualmente, la escolar sigue internada en el Hospital Carlos van Buren de Valparaíso. Su madre, abatida por la sensible situación, manifestó que no puede llevársela a casa, porque está esperando que el seguro escolar cumpla con lo prometido (financiamiento de una cama clínica, silla de ruedas, entre otros cuidados).
"Mi corazón está partido en dos"
No han sido días fáciles para Polett Kimer, que aún mira con nostalgia las fotos y videos de su hija bailando en los actos escolares de las últimas Fiestas Patrias, pocos días antes de que ocurriera su caída desde la parte más alta de la gradería del establecimiento, también conocido como Liceo María Franck de Mac Dougall.
"Mi corazón está partido en dos. Ella es la que me da contención emocional, porque me quiebro al verla así. Tenemos que empezar de nuevo, nunca esperé tener a mi hija ni ninguno de mis hijos así", declaró la madre a 24 Horas.
La abuela de Mayra fue la primera en darle aviso a Polett sobre lo sucedido. Cuando llegó al liceo porteño y vio a su pupila tendida en el suelo, expresó que "me impacté. Siempre estuvo consciente, nunca perdió la memoria. Desde el golpe que sintió, decía enseguida que no sentía las piernas".
"Prometen ayuda y nada"
Técnicamente, el diagnóstico de la estudiante fue un traumatismo raquimedular; en otras palabras, sufrió una lesión irreparable en las vértebras T11 y T12 de su columna vertebral, quedando sin movilidad en sus extremidades inferiores.
"No puedo traérmela a la casa. El seguro escolar me tiene que dar la cama, el catre clínico, la silla de ruedas. Las condiciones adecuadas aún no las tengo en mi casa. Prometen ayuda y nada", acusó Kimer.
"Trato de hacerla reír, trato que no piense mal. Conversamos, nos reímos, compartimos, lloramos, es inevitable. Cuando la sientan en la silla de ruedas, noto su carita de pena", lamentó la progenitora.
Otra preocupación que tiene la madre son las condiciones de donde reside, el sexto sector de Playa Ancha. Allí, el entorno no está habilitado para personas en situación de discapacidad o de reducida movilidad: "En este momento, no es el lugar que amerita Mayra", concluyó Polett.
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