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La maldición de Sewell: El horrendo crimen que inspiró la tradición de no comer empanadas en Fiestas Patrias

El segundo capítulo de "Viaje a lo Insólito", cuyo estreno será a las 22:30 horas de este sábado 5 de octubre, trae una historia chilena para no creer, similar a las que retrató en su debut por las pantallas de Mega: las de Vicente Caucau, el niño "Tarzán" chileno; y Serge Voronoff, el doctor "Frankenstein" obsesionado con el rejuvenecimiento.

¿Te imaginas pasar unas Fiestas Patrias sin comer empanadas? Eso fue lo que durante décadas ocurrió en Sewell, la ciudad minera en la región de O'Higgins donde comenzaron a hacerle el quite en las celebraciones del 18 de septiembre de cada año.

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La razón de la peculiar tradición está lejos de ser un cambio en la dieta de quienes fueran habitantes del actual Patrimonio de la Humanidad. En verdad, fueron las consecuencias de un horrendo crimen a mediados del siglo pasado las que motivaron el nulo consumo de la delicia chilena.

El asesinato que inspiró la maldición de Sewell

María Isabel Hernández tenía 24 años y era la amasandera de Sewell, famosa por sus empanadas. Se sentía libre cuando salía a vender sus elaboraciones, pero cuando regresaba a casa, el mundo se le venía abajo.

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Su esposo, Antonio Foretich Triviño, de 45 años, obrero de la empresa minera Braden Copper y a quien conoció en Valparaíso, la maltrataba física y psicológicamente. En tiempos en que la legislación sobre la violencia contra la mujer era más precaria que en la actualidad, tomó una radical decisión contra su agresor.

Una noche de marzo de 1942, la joven organizó una reunión social en su casa, invitando a su madre. Cuando el hombre dormía, en silencio entró a la habitación y lo golpeó hasta quitarle la vida, liberando toda su rabia. Con la ayuda de su mamá, lo descuartizó y envolvió las partes en ropa para tirarlas al depósito de la basura.

Bolsas y bolsas salían de su departamento, y aun así quedaban restos de los que tenía que deshacerse para no ser descubierta. Mientras tanto, inventó que su marido estaba desaparecido, que había salido a comprar y no regresó. El carabinero Héctor Guzmán activó la búsqueda del minero.

 

Vista aérea de Sewell, el campamento minero azotado por la maldición de las empanadas (Mega)

 

"¡Qué sabor tan extraño!"

Desesperada buscando la manera de zafar, encontró en su cocina a su mejor aliada: la moledora de carne. Así fue que se le ocurrió darle un toque especial a sus empanadas, el "ingrediente secreto" que nadie debía conocer.

Como los domingos había partido de fútbol, María Isabel se instaló a un costado de la cancha para saciar el hambre de los jugadores y los asistentes. Todos disfrutaban de sus empanadas, pero hubo una persona que nunca se imaginó que encontraría un trozo de dedo en el pino.

El rumor acerca del tipo de carne que estaba utilizando la mujer se esparcía por Sewell. El libro "Los más sensacionales crímenes en Chile", del escritor Claudio Espinoza, detalló cómo los habitantes se fueron dando cuenta de lo que estaban consumiendo.

Un joven de la época declaró: "Doña María me dio un pedazo de carne, diciéndome que me lo comiera. Yo se lo recibí, pero apenas estuve afuera lo tiré a la basura porque me dio mucho asco", consigna la obra literaria, agregando que "mucha gente advertía que María incrustaba los restos de su esposo en las empanadas".

"—¡Qué asco! Conozco a alguien que comió de esas empanadas y no dejó de vomitar al otro día.

—Entonces era un dedo... Me dijeron que la carne estaba muy salada y que le había salido algo similar a un dedo".

 

Imagen referencial (Freepik)

 

María Isabel se confiesa: así fueron sus últimos días

El policía Guzmán continuaba liderando el operativo de búsqueda, hallando evidencias que pusieron entre las cuerdas a Hernández: una pierna de Foretich y una camisa, la que estaba en los acueductos de la ciudad minera.

La joven terminó reconociendo el crimen, revelando nuevos detalles. El último día que vivió Antonio, él se enteró de que le era infiel con Ángel Vergara, un veinteañero dedicado a la gasfitería, golpeándola hasta el cansancio. De hecho, el motivo para asesinarlo era para escaparse con el otro hombre.

El mismo día que la trasladaron a la cárcel de mujeres Buen Pastor en Rancagua, se encontró un antebrazo y una mano de Foretich. Esperando el juicio, se dio a conocer el informe psiquiátrico solicitado por su propia defensa para que fuera declarada "inimputable".

"Posee una 'personalidad psicopática explosiva', cometiendo el crimen mientras sufría una crisis paroxística epiléptica", señala el documento. Finalmente, la justicia la envió a un manicomio, precisando que podía quedar libre solo si ya no representaba un peligro para la sociedad.

Lo último que se sabe es que logró su libertad al año de internación y pasó sus días en Codegua. Por su parte, los pocos restos de Foretich que se salvaron están en el Cementerio 1 de Rancagua. Y Sewell quedó condenado en Fiestas Patrias al recuerdo de las empanadas con carne humana.