"No llames a Carabineros": Nuevos relatos apuntan contra conductor acusado de muerte de universitarias en Santo Domingo
¿Qué pasó?
A más de seis meses de la trágica muerte de Trinidad Bunster Barías y Agustina Espinoza Pizarro, se revelaron nuevos antecedentes del accidente automovilístico que provocó el fallecimiento de las universitarias, las que iban de pasajeras en el auto que conducía José Venturino Saporta.
La información corresponde a relatos de testigos que presenciaron los últimos minutos de vida de las jóvenes y la desesperación del conductor y su nulo intento de socorrer a las víctimas. De hecho, vieron todo lo contrario: su deseo de darse a la fuga, asegurando que no las conocía.
Los nuevos detalles, contenidos en un informe de la SIAT de Carabineros, posicionan a Venturino como el principal responsable del triste suceso ocurrido en Santo Domingo, en la región de Valparaíso. Principalmente, dos datos lo culpabilizan: manejaba en estado de ebriedad (con 1,24 gramos de alcohol en su cuerpo) y a una velocidad superior a los 170 km/h.
La fatídica madrugada del 31 de marzo
Al mismo tiempo que Trinidad y Agustina agonizaban de dolor en la Ruta 66 tras el impacto del vehículo de José contra una señalización de la pista contraria y los árboles de los alrededores, se desarrollaba una historia paralela protagonizada por un taxista y sus pasajeros.
La madrugada del domingo 31 de marzo, el conductor debía llevar a un grupo de jóvenes a una discotheque local. No llegó a destino, pero sí al lugar en donde estaban las estudiantes de Derecho, Venturino y su copiloto, Javier Avilés Palma.
El taxista relató a Carabineros que vio a las jóvenes clamando por ayuda. Cuando observó el BMW, nadie había en su interior, hasta que de repente aparecieron los dos hombres involucrados en el siniestro.
Los apreció exaltados, tanto que Venturino lo sorprendió con una insólita declaración: "Yo soy el chofer. No puedo estar aquí metido en problemas, porque soy empresario". Según el transportista de pasajeros, el acusado "mostraba claras intenciones de huir y presentaba un fuerte olor a alcohol".
Venturino siguió vociferando: gritaba que el choque se produjo por un animal que se atravesó en el camino, lo que se trataba de una mentira. En realidad, las causas provenían de su actuar negligente al mando del volante.
"Por favor, no llames a Carabineros"
Existe un tercer relato en esta lamentable historia, centrada en un padre que se iba a buscar a su hijo en un condominio de Santo Domingo. Tampoco llegó a destino, pues se encontró —a esa altura— con una sangrienta escena.
Llamó a su esposa a las 00:42 horas de ese domingo para que diera aviso a una ambulancia, a Carabineros y Bomberos; se bajó del auto a prestar ayuda y, de paso, se convirtió en el segundo espectador de una frase insólita de Venturino.
"Lo vi agarrándose la cabeza, gritando '¡mira cómo quedó el auto, hueón! ¡Mi papá me va a matar!'", comentó a la SIAT. Mientras socorría a Agustina, retirando los pisa pies de los asientos delanteros, el testigo encontró latas de cerveza vacías.
José y Javier seguían enajenados, sin dimensionar que las universitarias estaban graves en el piso: "¡Di que se te atravesó un animal, hueón! ¡Arráncate!", se lee en el informe del SIAT, de acuerdo al informe obtenido por Meganoticias.
El diálogo entre ambos fue interrumpido por el conductor, quien asumía que las jóvenes podían ser sus parejas: "(Venturino) me contestó de muy mala forma y con mucho hálito a alcohol. '¡No las conozco, hueón, no sé quién son!'. Yo no podía creer eso", expresó.
Los cuatro pasajeros que llevaba el taxista también prestaron declaración. Al igual que el resto de los testigos, escucharon otras inusitadas frases de José, además de advertencias de quitarse la vida.
"Nos rogó que, por favor, no llamásemos a los Carabineros. No quería perder su título universitario. Se notaba muy nervioso por el tema del alcohol, diciendo que por esa misma razón no obtendría su diploma. El copiloto (Javier) lo trataba de calmar diciendo que, pese a que sí había tomado, eso había sido hace ya varias horas y que no le iba a marcar cuando le hicieron el alcotest", rememoró.
La suposición de Avilés estuvo lejos de cumplirse. El alcotest se lo aplicaron 28 minutos después del accidente, arrojando 1,24 gramos de alcohol por litro en la sangre. Vale decir, Venturino ni siquiera estaba bajo los efectos del alcohol, sino más grave, conducía en estado de ebriedad, según lo establece la Ley Tolerancia Cero.
Camino a la muerte a 170 km/h
El informe de la SIAT es categórico contra el joven que hoy cumple arresto domiciliario en su departamento en Las Condes. Junto con señalar que el consumo de alcohol redujo su capacidad psicomotora, determinó que conducía a una velocidad no menor a los 170,4 km/h.
Las huellas de los neumáticos del BMW en la calzada, el estado del pavimento y la aceleración de gravedad fueron los factores que consideró un estudio físico matemático para calcular la velocidad de la conducción; todo corroborado con imágenes de las cámaras, que apenas logró captar el fugaz paso de las luces del vehículo.
Tan específico resultó ser ese estudio, que se consigna que Venturino conducía a 140,26 km/h cuando perdió el control del volante en la curva previa al choque.
A causa del alcohol, "se produce en él una falsa seguridad en sí mismo y un sentimiento subjetivo de creer que tiene una mejor capacidad para conducir. El alcohol disminuye también el sentido de la responsabilidad y la prudencia, mientras que aumenta las conductas más primitivas, agresivas y descorteses", dictamina el documento, congruente con los relatos de los testigos.
La publicación del informe de la SIAT motivó a las familias de Trinidad y Agustina a ampliar su querella contra José Venturino, agregándole su presunta autoría en el delito de omisión de auxilio en caso de accidente, pues se corrobora que no prestó ayuda a las fallecidas.
Este artículo informa de un proceso judicial en curso, por lo que los involucrados no deben ser considerados culpables hasta que los organismos pertinentes lo determinen.
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