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Columna de Mauricio Morales: "La derecha está borracha"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

De manera increíble, la derecha está haciendo todo para perder las próximas elecciones presidenciales. Varios de sus líderes han estado involucrados en sucesivos escándalos, y tienen a su principal carta presidencial -Evelyn Matthei- dando explicaciones por cada uno de esos sucesos.

Esto no solo responde a la fragmentación del sector en Chile Vamos, Republicanos, el movimiento de J. Kaiser, Marcela Cubillos o Teresa Marinovic, sino que también por una tendencia histórica de la derecha: fagocitarse mutuamente, generar conductas antropofágicas con sus propios liderazgos, y ser desleal con quienes tienen las mayores posibilidades de llegar al poder.

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Uno de los atributos del exPresidente Piñera fue, precisamente, ganar dos elecciones presidenciales a pesar de esta carga histórica y de dirigentes políticos del sector que le hicieron la vida imposible. Entre ellos, el senador Manuel José Ossandón y el expresidente de RN Carlos Larraín.

Esta semana nos enteramos que la ex convencional Marcela Cubillos recibía un sueldo de 17 millones de pesos de la Universidad San Sebastián. Luego de recopilar información de universidades públicas que ponen a disposición los datos de las remuneraciones de sus funcionarios en los portales de transparencia, no encontré ningún sueldo que siquiera se aproxime a esa cifra.

Algunas excepciones la constituyen Decanos o Rectores, quienes generalmente tienen una asignación especial debido a la responsabilidad propia del cargo. Los sueldos de los académicos dependen de su jerarquía, la que se construye en función, primero, de sus estudios de posgrado. Solo quienes tienen doctorado pueden aspirar a jerarquías más altas. Posteriormente, un académico puede mejorar su jerarquización sobre la base de publicaciones científicas en revistas de alto impacto, y adjudicación de proyectos vía concurso público. Es más. La mayoría de las universidades dispone de incentivos económicos para las publicaciones generadas por los académicos, lo que les permite incrementar sus ingresos.

 

En el caso de Cubillos, nada de esto existió. Sin doctorado, sin publicaciones científicas, y sin trayectoria académica. Hay que recordar que una publicación científica no corresponde a un libro autoeditado -es decir, sin revisión de pares ni filtro editorial- ni a capítulos de libros "a pedido" por parte de amigos que operan como editores de ese libro. Eso podría considerarse, en algunos casos, como extensión o vinculación con el medio, pero bajo ninguna perspectiva representa una contribución académica. Por cierto, dar clases en una universidad tampoco es condición suficiente para clasificar a un profesional como "académico". Si solo desarrolla esa función, es simplemente un docente.

Por tanto, estamos en presencia de una situación evidentemente anómala que alcanza ribetes de escándalo. Evelyn Matthei, luego de una desafortunada declaración en que sacó a la palestra el sueldo de algunos futbolistas, señaló que tenía una visión de sociedad distinta a la de Cubillos. Previamente, ya se había distanciado de Chadwick por sus vínculos con el caso "Hermosilla", y también marcando distancia con las declaraciones de Javier Macaya respecto a la situación procesal de su padre. La pregunta es simple. ¿Matthei es candidata presidencial o vocera de una coalición que solo da dolores de cabeza?

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Desafortunadamente, para ella, le tocó el peor de los mundos. Primero, una derecha que se siente segura de ganar las próximas elecciones, lo que hace que algunos de sus dirigentes se sientan con "derecho a todo". Segundo, la emergencia de varios liderazgos exógenos cuyo propósito es intoxicar el debate público. Tercero, una coalición de partidos que a estas alturas funciona más como una mala montonera que como un pacto serio y responsable. Cuarto, líderes de opinión de derecha que disponen de una bazuca y que no tiran a herir, sino que directamente a matar. Quinto, grupos que se soban las manos para ver si retrocede en las encuestas y así tener argumentos suficientes para cambiar de candidato presidencial.

La derecha, entonces, está borracha, perdida, desconcertada y descontrolada. Se olvidó que su base ideológica se compone no solo de la libertad, sino que también de la competencia y el mérito. El caso de Cubillos muestra cuán distante está hoy la derecha de esos principios fundacionales, y cómo, sin arrugarse, algunos salen a defender una cuestión que a todas luces debiese ponerlos rojos de vergüenza.

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