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Columna de Mauricio Morales: "Matthei, calentar el agua para que otro se tome el mate"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

Este refrán popular es muy útil para entender lo que sucede con la favorita para ganar las elecciones presidenciales de 2025: Evelyn Matthei. Ha tenido dos apariciones públicas con fuerte impacto comunicacional. Primero, sostuvo que existe abundante evidencia de que existen políticos financiados con dineros del narcotráfico, y que algunos jueces y fiscales actuaban con debilidad frente a los traficantes de droga. Segundo, que hace casi dos años entregó al subsecretario de Interior, Manuel Monsalve, una nómina de 75 personas involucradas en el crimen organizado, incluyendo el secuestro y muerte del teniente Ojeda, y el asesinato del mayor Emanuel Sánchez. ¿Es razonable y sostenible una estrategia política de estas características?

Hay cuatro cuestiones de contexto que sirven para comprender la arremetida de Matthei. Primero, el gobierno está recuperando parte del apoyo más duro. En la reciente encuesta Cadem, obtuvo un 34% de aprobación, lo que si bien no marca grandes diferencias con mediciones previas, sí genera un efecto sicológico y anímico. Boric resiste, y la oposición no es capaz de capitalizar la desazón y el descontento con su gobierno. Segundo, hay una especie de alianza no explícita entre Rodolfo Carter y José Antonio Kast. Aunque ambos representan bases valóricas opuestas -uno es liberal y el otro conservador- tienen un propósito común: derribar a Matthei y pujar para que la definición presidencial sea entre ellos.

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Tercero, la agenda “matinal” ha estado dominada ampliamente por Carter en temas vinculados a delincuencia y crimen organizado, mientras que la agenda política de la oposición está en manos de Kast, quien incluso ha tratado de “travesti” al Presidente Boric en un foro internacional, y que en las negociaciones para las elecciones de octubre de este año no ha parado de proclamar candidatos sin previo acuerdo con Chile Vamos. Eso, evidentemente, es una señal de que Republicanos se manda solo y que Matthei no representa un canal de diálogo válido para ese partido. Cuarto, distintas encuestas muestran un cierto retroceso en los apoyos a Matthei. Sin embargo, los “descensos” que frecuentemente constata la prensa no son estadísticamente significativos. Por cierto, pasar de un 24% a un 20% implica, matemáticamente, una caída de 4 puntos, pero si la encuesta tiene un error del 3.7%, la diferencia entre 24% y 20% es igual a cero.

 

 

 

Lo que se ve, entonces, es una candidatura que mira mucho hacia los costados, pero no hacia adelante. Si Matthei insiste en parecerse más a Carter o a Kast, los electores de derecha preferirán siempre el original antes que la copia. Y lo peor de todo, es que el desgaste de Matthei -muy anticipado a mi juicio- podría pavimentar el camino a La Moneda para una derecha populista o para una derecha radical, una cuestión que preocupó al Presidente Piñera hasta sus últimos días.

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¿Qué hacer en este escenario? Lo primero es entender que una elección presidencial no se define en función de quién le pega más fuerte al gobierno. Ese trabajo lo hacen los matones. Segundo, asumir que en la derecha la competencia política no consiste en generar un consenso en torno al favorito, sino que en producir un gran disenso para que ese favorito sea derrotado. Por tanto, si Matthei entra en la misma dinámica de Carter o de Kast, será presa de un “apriete” del que no podrá salir. Tercero, evitar la polarización y abrazar los grandes acuerdos. Para eso, Matthei necesita mostrar equipos. Es decir, una especie de gabinete en terreno que comience a armar propuestas concretas en el marco de una gran coalición de centro-derecha. Hasta ahora, todas las candidaturas de derecha representan un culto a la persona más que una preocupación genuina por sacar a Chile del estancamiento. Cuarto, dejar de jugar al “ollazo”. Esto implica abandonar cualquier tipo de acusación o denuncia generalizada que, en lugar de producir efectos políticos positivos, terminan dañando injustamente a algunas instituciones.

Quinto, definir las negociaciones electorales para los comicios de octubre. Si Republicanos insiste en competir con Chile Vamos en algunas comunas y regiones, allá ellos. Matthei debe priorizar la alianza con los partidos y movimientos de centro. Eso le dará la espalda política necesaria y el estatus presidencial suficiente para enfrentar un 2025 sin grandes sobresaltos.

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