"No estamos preparados": La opinión de experto sobre cómo enfrentaríamos un eventual terremoto de magnitud mayor a 9
El temblor ocurrido pasadas las 13:00 horas de este domingo 9 de julio, de magnitud 5,6 en la escala de Richter y que tuvo como epicentro la zona norte de Farellones, Región Metropolitana, dejó varias conclusiones que considerar.
Primero que todo, este movimiento telúrico fue ocasionado por un roce intraplaca, pues involucró solo a una placa, que en este caso fue la de Nazca. Se diferenció del roce interplaca, que es cuando tiembla por la ficción entre la de Nazca y la placa Sudamericana.
Esa fue la razón por la que el sismo dominical se sintió fuerte y con ruido, no solo en la Región Metropolitana, sino también en otras regiones de la zona centro del país; pues el impacto intraplaca brotó casi en línea recta hacia la superficie.
"No estamos preparados" para un sismo mayor a 9 de magnitud
El temblor del domingo sucedió casi exactamente 293 años después del megaterremoto y tsunami que azotaron a Viña del Mar y Valparaíso en 1730, el 8 de julio de aquel año. Por la falta de instrumentos, aquel evento no fue medido, pero se estima que fue de magnitud sobre 9, ubicándose por debajo de los 9,6 que marcó el terremoto de Valdivia en 1960.
Al respecto, el arquitecto Jorge León, investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), fue consultado en el matinal "Mucho Gusto" si es que como país estamos en condiciones de soportar un sismo mayor a 9 en magnitud.
Su respuesta fue demoledora: "En mi parecer, no estamos preparados (...) Es difícil evaluar el comportamiento de un grupo muy grande de personas, por eso usamos modelos. La estimación de ellos muestra que en varios sectores de Viña sería muy difícil llegar a las partes altas de los cerros, donde están los puntos seguros de evacuación", en caso de repetirse un escenario similar al de 1730, dijo el experto.
El "punto positivo", según el arquitecto, es que la ingeniería sísmica chilena "está en el top 3 del mundo. Todos los edificios modernos del país, probablemente, si es que están cumpliendo la normativa, tienen una gran capacidad de resistir un evento de esta magnitud. De hecho, ese es el mayor aliciente para decirle a la población que no salga arrancando de manera caótica".
Los problemas que dificultan una buena preparación
León argumentó su respuesta señalando que "la evidencia muestra varios tipos de problemas. Nuestros estudios dicen que nunca evacua más del 50 o 60% de la población. Segundo, aparecen comportamientos de evacuación inapropiados, como utilizar el automóvil particular, que lo único que genera es un tremendo atochamiento".
Por si fuera poco, existe una tercera problemática que es "la planificación territorial. No solo tenemos colegios en zonas de inundación, (sino también) infraestructura crítica", como las municipalidades de Viña y Valparaíso.
Correr o salir arrancando del lugar en donde estamos ante la ocasión de un temblor "es una actitud desaconsejable, porque la evidencia muestra que la mayoría de las personas, en países con ingeniería sísmica buena como en Chile, se lesiona no porque le caigan cosas encima, sino porque se tropiezan, chocan unas con otras", agregó.
Entonces, ¿cómo debiésemos prepararnos?
Para el investigador, la clave está en comprender que "los tiempos geológicos no son los tiempos humanos (...) Los esfuerzos, no solo del actual Gobierno o de los anteriores, sino del Estado o esfuerzo país que uno puede ver en otras culturas, (implica una) planificación a muy largo plazo y un esfuerzo sostenido para mantenerla en el tiempo, independiente de que no haya eventos que la gatillen".
Este proceso "parte con la educación de los niños. Ellos son vectores de educación y esto termina permeando a las familias. Pero eso debe venir acompañado de un esfuerzo permanente en el tiempo", declaró.
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