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La desconocida historia del niño que "salvó" a Chillán tras el terremoto de 1939

El 24 de enero de 1939 se registró el fatídico terremoto de Chillán, el cual ostenta el récord de víctimas fatales en la historia de las catástrofes en Chile, con una cifra que superaría los 24 mil muertos

Una de las personas que tuvo un rol trascendental en evitar que las secuelas del terremoto fueran aún mayores, fue un joven llamado Guillermo Díaz.   

A 83 años de la catástrofe, el "héroe" de Chillán será reconocido con un monumento que el municipio levantará en su honor en la plaza de armas de la ciudad.

La desconocida historia del "héroe" de Chillán   

La heroica labor de Guillermo fue retratada ese mismo año por la Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, en un manuscrito titulado "Una crónica del terremoto: Guillermo Díaz, velador nocturno".

"El muchacho Guillermo Díaz, de 15 años, la noche del cataclismo hacía guardia en la planta eléctrica de Chillán", comenzó escribiendo la poetisa.

"Al venir el temblor, él escapó con otros hacia la plaza Mayor, la ancha plaza colonial, el refugio de todo el mundo. Pero apenas había llegado, el muchacho se acordó de su guardia, pensó en las llaves de luz, vio, en su mente rápida, a Chillán ardiendo", continúa el relato.

 

Memoria Chilena

 

Y es que la intuición de Guillermo no lo hizo preocuparse de su propia integridad, sino de un desastre aún mayor que podría acercarse: un incendio tras el terremoto.

"Guillermo Díaz corrió saltando sobre escombros, corrió sin parar, ciego y lúcido; llegó a la planta, subió las escaleras, buscó el muro y dio la vuelta a la manecilla de la salvación".

Sin embargo, su heroica labor, la que permitió salvar a la ciudad de un fatídico incendio, acabó con la vida del joven. 

"Antes de que su brazo bajara, el edificio caía sobre él, como la ballena herida, en una sola masa, aplastando el cuerpo del velador nocturno", rememoró Mistral en la crónica. 

"Mucho después llegaron allí los hombres de salvataje, alzaron la ruina, hurgaron en el polvo y hallaron el cuerpo mártir. Pegado a la llave, duraba sobre ella el brazo del muchacho, parado en su gesto de salvar y morir, sin bajar, muerto y todavía fiel", agregó la Nobel de Literatura en el manuscrito publicado en febrero de 1939 en la Revista de las Indias.