Profesor imputado por daños en estación del Metro: "Me dejé llevar por la euforia"
¿Qué pasó?
Roberto Campos, profesor formalizado por efectuar destrozos en la estación San Joaquín del Metro de Santiago, se refirió a su situación y a las razones que lo llevaron a cometer el acto que lo mantuvo durante 56 días en la Cárcel de Alta Seguridad, procesado por la Ley de Seguridad del Estado.
“Cuando me veo en esas imágenes del Metro me saco un poco de onda, porque me desconozco”, explicó el docente en entrevista con CHV/CNN, quien recuperó su libertad el pasado 23 de diciembre.
¿Cómo ocurrieron los hechos?
Campos, que efectuaba clases particulares a estudiantes del campus San Joaquín de la Universidad Católica, explica que el día que realizó los daños en la estación, el 17 de octubre, volvía de su trabajo y se encontró con una manifestación y con personas que ya estaban destruyendo los validadores de acceso.
“Había una persona que tomó un corta-fila y empezó a destruir los validadores. Después le siguió otra persona, después otra y yo fui el último que se incorporó a ese grupo. Tomé una lámina que está en las puertas de salida del Metro y le pegué al torniquete, que ya estaba roto cuando le pegué”, señaló.
"Un símbolo del movimiento social"
“Fui la última persona en meterse y fui la que menos daño hizo, y soy la que está pagando las peores consecuencias. (...) Me transformé en un símbolo de este movimiento social, junto con Gustavo Gatica (joven que perdió sus dos ojos) y otras personas más”, añadió Campos.
Acerca de las razones que lo impulsaron a cometer los destrozos, el profesor manifestó que lo hizo “porque sentía rabia por las injusticias sociales, porque ser profesor no es fácil, no tengo cubiertos mis derechos sociales básicos como la salud, además de todo lo que ha sucedido con los profesores, la deuda histórica. (...) Todos hemos vivido y hemos sufrido las injusticias sociales históricas que significa ser chileno”.
"No debí haber hecho eso nunca"
Campos, finalmente, expresó su arrepentimiento por la situación e indicó que “no debí haber hecho eso nunca, pero me dejé llevar por la euforia de todo el público que estaba ahí. Le pudo haber pasado a cualquiera”.
El docente se mantiene, por ahora, con las medidas cautelares de arresto domiciliario nocturno, firma semanal, arraigo nacional y prohibición de acercarse al Metro de Santiago mientras dure la investigación. Por la Ley de Seguridad del Estado, arriesga una pena que parte en los tres años y medio de presidio.
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