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Activismo gordo: La lucha por la reivindicación de los cuerpos

  • Por Patricia Pineda

El sesgo automático, casi siempre inconsciente que lleva a un ser humano a discriminar, objetivizar y minusvalorar a otro por su "exceso" de peso, especialmente a la población femenina, son un conjunto de acciones que los especialistas han calificado como gordofobia.

Con el paso de las civilizaciones y el levantamiento de las distintas sociedades, se fueron generando parámetros para determinar no sólo cuáles debían o deben ser los comportamientos "adecuados" en base a los valores preestablecidos, sino que también hubo una construcción de la imagen corporal, basada en la normalización de la delgadez y/o el normopeso, percepción que resulta sesgada y hasta ofensiva para las personas cuyas características no entran dentro de estos estándares.

El activismo gordo o el feminismo gordo, como ha sido denominado este movimiento, justamente rompe con estos estereotipos, reivindica los cuerpos grandes y repiensa las políticas en torno a las personas gordas. Considera la diversidad corporal.

Aunque hegemónicamente las figuras delgadas son el patrón normalizado en la sociedad actual, el feminismo gordo quiere y lucha "tanto por ser objeto del deseo como deseante", además se enfoca en romper las etiquetas que suscriben que un cuerpo gordo es un cuerpo enfermo.

De hecho, Brenda Mato, modelo argentina de tallas grandes y activista de este movimiento, señaló en una entrevista con Infobae: "lo que ocurre con los cuerpos gordos es que muchos creen que es una enfermedad que nos autogeneramos".

Mato, quien ha convertido sus redes sociales en un medio para orientar y animar a muchas mujeres como ellas, comentó que desde su niñez pasó por momentos muy desagradables debido a su peso. "Me decían muchas cosas como: 'Vos sos gorda porque querés, porque no hacés lo suficiente para no serlo, es tu culpa", consignó al medio. 

La lucha de Brenda Mato, hoy día es también la de miles de mujeres, entre ellas Andrea Ocampo, joven chilena periodista, escritora y activista del feminismo gordo, quien desde su palestra se mantiene haciendo llamados constantes para romper con los cánones socialmente establecidos.

"El activismo gordo es una posición política que defiende, reivindica y reconoce a la diversidad de los cuerpos o de todos aquellos -entre comillas- vistos como diferentes o desviados de las normas culturales que nos aplica la sociedad bajo su "deber ser", comenta Andrea.

Sin titubear, afirma ser una feminista gorda. "Definición que sirve de estigma, pues es la burla que la sociedad hace de ciertas feministas; mofa que el movimiento retoma para darle un nuevo sentido: el de hacer de nuestros cuerpos un arma de lucha, que incomode y sea controversial en el espacio que ocupamos en la sociedad, en nuestros trabajos, en nuestras salas de clases, en las salas de esperas, en el transporte público".

Para la activista, sus cuerpos son sometidos diariamente a violencias que parecieran ser invisibles, pues no cuenta con algún respaldo legal o al menos ciudadano que los proteja del constante repudio al que son sometidos.

"Consideramos que la moda, publicidad, los medios de comunicación, la industria farmacéutica, médica, del wellness, la cosmética así como de la autoestima están constantemente atacándonos. Nos atacan al querernos hacer desaparecer, en no exhibirnos, en no representarnos, en dejarnos sin ropa, en querer amputarnos el cuerpo, en disminuirnos mental y emocionalmente para lograr 'resultados' ajenos", manifestó.

La periodista y escritora, sostuvo que la sociedad bombardea a las personas gordas con mensajes que los ahuyenta de ellos mismos, "que nos invitan a creer en un futuro donde seremos 'flacos y felices', un futuro donde por fin podremos vivir y que, obviamente nunca llega, porque la vida ocurre en el presente, no en el futuro. Todo este sistema de violencia que lleva al suicidio, a la depresión, al encierro, al abuso sexual en múltiples formas es complaciente con un sistema de mercado que el feminismo gordo llama capitalismo".

¿Cómo compatibilizar el activismo gordo con el tema de salud?

- El activismo gordo prefiere llamarse gordo antes que obeso. Y esa diferencia es importantísima. Porque al no reconocernos desde el diagnóstico médico, damos un paso al costado del discurso de la salud, al considerar en ella un bien de mercado, que hoy no está garantizado por el Estado y que, por lo tanto, no es un derecho social. Como es un bien de mercado, sólo tienen acceso a ella quienes puedan pagar. Por ello, sólo tendrán 'buena salud' quienes tengan 'buena solvencia económica'".

Andrea Ocampo reiteró que el feminismo gordo tiene una mirada transversal sobre los cuerpos y no olvida la dimensión de clase, raza y género de los mismos.

"Es la precarización de la vida en todas sus formas, es el poco tiempo que tenemos libre -para el esparcimiento, el ejercicio, el ocio- es el agotamiento mental y físico de la vida laboral, la paga injusta, el maltrato, la cultura en base al amor vuelto comida, los niños encerrados en la casa, las madres sobre-explotadas, los ancianos empobrecidos... Son todas nuestras condiciones de vida las que hacen que más de la mitad de Chile sea obeso", declaró.

De hecho y de forma muy contundente la joven sentenció que "no es que no 'elijamos vivir sano' como decía una campaña pública; es que no podemos elegir nada. La gordura responde a una violencia estructural de desigualdad social y económica, con consecuencias culturales y profundamente personales. Irreversible en la mayoría de las personas. Los cuerpos gordos, por tanto, tenemos derecho a reconocernos como gordos y no como sujetos enfermos, pues no es una enfermedad la que nos define, sino que nuestra identidad está amalgamada con nuestro cuerpo, que además no es siempre el mismo -no todos los gordos somos iguales, ni siempre somos los mismos-, estamos en constante mutación".

En una entrevista comentabas que para ti "es tan político ir al gimnasio que ir a una marcha" ¿Por qué?

- Para mí es tan político ir al gym como ir a una marcha porque mi cuerpo significa cosas diferentes en diferentes espacios. Yo doy la lucha en la calle defendiendo tantos mis derechos como el de mis compañeras, tal y como defiendo y reivindico el derecho de les gordes a mover y apropiarse de sus cuerpos en espacios como el gimnasio.

Ocampo apuntó que: "el gimnasio no es sólo un espacio para perder peso, es un espacio para hacernos cargo de nuestro cuerpo, para explorarlo, para moverlo, trasladarlo, molestar, tensionar esas miradas absortas cuando un rollo se suelta, cuando las piernas tiemblan, cuando la vergüenza debiera ganarnos. Debemos tomarnos todos los espacios en los que no estamos, y el gimnasio es uno de ellos, no para adelgazar o ser más sanos, sino para ser quienes queramos ser y del modo que decidamos serlo".

¿Cuáles son tus recomendaciones para aquellas mujeres que se ven todos los días al espejo, son gordas y sienten esa burla en la calle?

- Mi principal consejo para les gordes que lean esto es que sean conscientes que hay más de un modo de ser gordo, hay más de un modo de vivir la vida, sólo hay que decidir cómo vivirla y llevarla a cabo. Si el límite es la ropa, hay que hacerse la ropa; si el límite es la pareja, hay que cambiar la pareja; si el límite es la sociedad, pues cambiemos la sociedad. Todo esto no se hace solo, se hace acompañados, con proyecto, con trabajo colectivo. El mejor modo que el capitalismo ha encontrado de mantenernos bajo control es mediante el aislamiento, el sometimiento, la angustia y el dolor.

Finalmente, Andrea Ocampo afirmó: "les invito a lo contrario: juntarse con la amiga, prima, compañere gorde, siempre será un primer paso. Reunirse con personas que pasen lo mismo que estamos pasando nos hará sentir mejor. Hacer de eso una experiencia política es fácil, no es hablar en complicado y salir a marchar (también es eso) sino que es establecer un modo de mirar las cosas que nos están pasando desde la foto grande, más que desde la foto chica. Salir de la foto chica y amplificarla en colectivo, siempre será un gesto político. Y esto nos empoderará -aunque me cargue esta palabra tan mal usada- porque nos dará un espíritu crítico con respecto a los 'deber ser' que nos imponen día a día y a cada rato, incluso las personas que más amamos".

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