Joven relata abusos cometidos por párroco en Valdivia: "Hay una mafia de encubrimiento"
Tras 10 años de silencio, Constanza Acuña decidió contar su verdad. Fue tras la visita del arzobispo de Malta, Charles Scicluna que decidió realizar una denuncia penal contra el sacerdote que por casi una década abusó sexualmente de ella en Lanco, región de Los Ríos.
Según contó la joven de 28 años al diario El Mostrador, los hechos ocurrieron desde su adolescencia cuando ella se preparaba para su primera comunión y el párroco Belisario Valdebenito llegó a hacerse cargo de una parroquia en Lanco, donde ella acudía junto a su familia.
Debido a que sus padres comparten la religión católica e incluso eran catequistas, la cercanía con el padre Belisario fue tal que el religioso era casi un miembro más de la familia. Muchas veces compartieron la mesa, e incluso fechas importantes como navidades o vacaciones. Pero aquella cercanía del párroco con la familia escondía un oscuro secreto.
Para Constanza el padre Belisario era un guía y un referente en su proceso de preparación para recibir el sacramento. "Estaba en la pubertad, le confías tu desarrollo, tus miedos, tus primeras impresiones sobre el mundo y el comienza a aprovecharse de esos secretos que tu le cuentas", dice la joven.
De la confesión normal de un fiel de la Iglesia Católica, la relación con el religioso fue siendo cada vez más íntima. Constanza cuenta que cuando tenía 12 años el religioso le hablaba de temas explícitamente sexuales. "Me hablaba del coito interrumpido, de cómo un hombre podía eyacular sobre el estómago de una mujer", confiesa.
"Luego empezó a tener actitudes deshonestas, me empezó a toquetar el pecho, la espalda, me empezó a dar besos con lengua... me lengueteaba la oreja, absolutamente asqueroso", revela Constanza.
Pese a su corta edad, ella sabía que aquel comportamiento no era correcto, pero el temor a denunciar cualquier situación la dejaba en la más absoluta debilidad ante los abusos cometidos. De acuerdo a su declaración al diario El Mostrador, durante años el proceso de confesión con el sacerdote fue un real un calvario, pero debido a su formación religiosa debía enfrentarlo con frecuencia.
Sobre sus 20 años, Constanza logró zafarse del poder sicológico que representaba el religioso, pero los años de abusos dejaron una profunda huella en su mente. El temor a intentar desarrollar su vida íntima o sentimental la sumergió en la completa soledad, por lo que decidió tomar cartas en el asunto.
Tras acudir a todas las instancias eclesiásticas para denunciar los abusos y no obtener resultado, decidió presentar la denuncia ante la justicia civil.
Poco después de declarar ante la PDI por lo ocurrido durante 10 años, la Conferencia Episcopal de Chile informaba mediante un comunicado que "el clérigo se encuentra sometido a las medidas cautelares propuestas para estos casos y se mantiene apartado de cualquier encargo pastoral".
"Hay una red que te impide avanzar, es terrible, porque estás sola contra una mole, una cultura donde todo se tapa (...) Hay una mafia de cultura de encubrimiento", denuncia Constanza.