Caso de chilena que estuvo a punto de morir estando embarazada es reconocido por la Iglesia Católica como milagro
Una preeclampsia y Síndrome de HELLP (alteración de la encima hepática con encefalopatía hipertensiva y hemorragia abdominal masiva con alta posibilidad de mortalidad) y estado de coma grado 3 en la escala de Glasgow, fue el diagnóstico que entre el 10 y 13 de septiembre de 2003, recibió la familia de Verónica Stoberg.
Al saber la gravedad del hecho, se comunicó con su esposo y familiares para contarles que clínicamente ya no había nada más que hacer, que su vida terminaría en unos días.
Paralelamente, la comunidad del colegio Divina Pastora de La Florida (donde Verónica era catequista y apoderada de dos de sus cuatro hijos) inició una cadena de oración. Se trataba de una Novena al Padre Faustino Miguez (por entonces beato en proceso de espera de un milagro para ser canonizado). La madre superiora, hermana Patricia Olivares, llevó también una reliquia hasta la sala de Verónica.
Con el paso de las horas y los días, sin explicación médica, la situación cambió. La hemorragia cesó y los parámetros analíticos se normalizaron, la gravedad empezó a disminuir y -lo que fue aún más asombro para la comunidad médica- el daño cerebral desapareció por completo.
El 14 de septiembre de 2007 se solicita autorización al Arzobispo de Santiago para introducir el milagro y abrir el proceso en el Tribunal Eclesiástico de la arquidiócesis de Santiago de Chile, hasta que el 31 de mayo de 2010, la Santa Sede decreta la validez del milagro.
El 10 de diciembre de 2015, el Consejo de Médicos de El Vaticano declara el milagro, en que se ratifica que la curación de Verónica Stoberg puede ser atribuida a un milagro por intercesión del Beato Faustino Miguez. Finalmente, el 22 de diciembre de 2016, fue promulgado por el papa Francisco el Decreto en el que se aprueba el milagro realizado por el padre Faustino Miguez en el año 2003.
Verónica y su familia, además de la comunidad del colegio Divina Pastora y los Escolapios, viajaron el pasado 15 de octubre hasta Roma, donde el padre Faustino fue canonizado en la Basílica de San Pedro.
Tanto la mujer como su hijo, hoy de 14 años, están completamente sanos.
José Luis Troncoso, gíneco obtetra que atendió a la mujer:
“El caso de Verónica Stoberg es un caso que no voy a olvidar nunca en mi vida profesional. Le había atendido sus tres partos anteriores y estaba cursando el cuarto. Habíamos llegado hasta la semana 33 sin ningún problema. El feto crecía bien y ella no tenía complicaciones. Me llama por teléfono una vecina a las 36 semanas y me dice que Verónica estaba con mucho dolor, semi inconsciente y con una presión de 180 -120.
Cuando escuché esto, le dije que inmediatamente partiera a la clínica. Llamé a todo mi equipo, supuse lo que venía y preparé pabellones. Estaba con un cuadro de presión severísimo, una preeclampsia, una complicación que se llama Síndrome de HELLP, que es compromiso de distintos órganos y entramos a una cesárea de urgencia. Lo primero que me di cuenta era que tenía sangre en el abdomen y ahí calcule que tenía comprometido el hígado. Sacamos la guagua y nos dimos cuenta, y no es broma, que tenía el hígado roto.
Al otro día y tampoco me voy a olvidar, me llaman y me dicen está en coma profundo. Yo no lo podía creer. Pero no sé y no me pregunten por qué, pero en una iluminación, les digo “llévenle la guagua y póngansela al pecho” y la paciente sintió la guagua y la abrazó.
Es una escena que no voy a olvidar nunca. La paciente seguía grave en la UCI, sangraba. Al tercer día, nos llama el jefe de la UCI y nos dice qué vamos a hacer. Hicimos una junta médica y dijimos aquí no tenemos nada más que hacer (…) Cada uno se encomendó a sus creencias y yo pensé “la Verónica se nos va a morir”. No me pregunten qué pasó, pero en 12, 24 horas, esto se fue revirtiendo. Yo no tengo explicación, era una paciente que no teníamos nada más que ofrecerle (…) La parte critica fue superada, pero no hay una explicación científica y están los registros y todo (…) Se recuperó, se salvó. Posteriormente, me comentan que la familia se había encomendado al padre Faustino y me dicen que me va a entrevistar un médico de El Vaticano para cotejar todo y le conté todo y fueron varios testimonios y no solo el mío. Finalmente por lo que me han contado y sé, se constituyó lo que es un milagro y yo creo que lo fue. Para mí tengo que decirlo esto fue un milagro”.