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Estuvo 30 minutos enterrada viva, sufrió lesiones traumáticas y sobrevivió: Esta es su emotiva historia

Apenas llevaba una semana en su nuevo trabajo cuando Ashley Piccirilli sufrió un accidente que casi le costó la vida. Mientras echaba grava alrededor de una tubería de alcantarillado, en una zanja con cuatro metros de profundidad que había en la zona de construcción, la mujer escuchó un fuerte grito de "¡cuidado!".

Como alcanzó a mirar hacia arriba, vio el momento exacto en que se derrumbó la pared lateral de la zanja y la tierra se le vino encima, cubriéndola de pies a un poco más alto que su cabeza.

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Fueron 30 minutos de terror

De un momento a otro, la trabajadora quedó enterrada viva, con la presión de la tierra pujando contra su cuerpo: "Sentí como un abrazo demasiado fuerte. Respiré superficialmente y mantuve la calma, sabía que me sacarían y simplemente esperé", recordó la afectada sobre aquel suceso ocurrido en 2021.

Dicha espera se prolongó por 30 minutos, tiempo en que seguramente más de algún colega pensó que había fallecido. Con una excavadora y luego con herramientas de mano, sus compañeros lograron sacarla, dejándola a disposición de los paramédicos de una ambulancia que había llegado al lugar de las obras.

 

Ashley superó una intensa rehabilitación tras quedar enterrada viva (Bay State Health)

 

Quedó con lesiones traumáticas, a propósito de la fuerza ejercida por la presión de la tierra, y hoy guarda fugaces recuerdos del accidente: "Les dije a los paramédicos que me costaba respirar. Me preguntaron cómo me llamaba y ni siquiera sé si respondí".

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"No podía creer que tuviera signos vitales"

La ambulancia la llevó hasta dependencias del Baystate Medical Center, cuyos profesionales previamente recibieron la notificación de una paciente con presión arterial baja y una lesión por aplastamiento importante.

Por cosas del destino, una enfermera de la sala de Traumatología del recinto conocía a Ashley, aunque en ese instante no la reconoció por la desfiguración provocada por las heridas.

Se trataba de Caitlin Millett, alumna de Ashley hacía aproximadamente una década cuando ella se dedicaba al entrenamiento físico: "La mantuvimos con vida segundo a segundo. No podía creer que tuviera signos vitales. Todos pusieron manos a la obra", comentó la funcionaria de la salud.

 

Ashley superó una intensa rehabilitación tras quedar enterrada viva (Bay State Health)

 

Una vez que sus heridas superficiales fueron limpiadas, los médicos la sometieron a una cirugía de emergencia para identificar las lesiones internas en su cuerpo y salvar la vida de la paciente. Ya sabían que tenía un pulmón colapsado y diez costillas rotas, pero lo más grave era otro diagnóstico.

Ashley estuvo al borde de la muerte

La mujer, de entonces 32 años de edad, tenía una hemorragia interna, la que pese a varias maniobras, los especialistas no lograban detener. Finalmente, dieron con la fuente que emanaba sangre sin control: "La vena cava de Ashley, una de las más grandes que lleva sangre al corazón desde otras áreas del cuerpo, había sido gravemente dañada", señala el sitio web de Baystate Medical Center.

La doctora Kristina Kramer detuvo temporalmente la hemorragia con su propia mano, mientras anestesistas y enfermeras se sumaban al procedimiento de urgencia: "Durante ese tiempo ella tuvo un paro cardíaco, su corazón se paró, pero pudimos reiniciarlo muy rápidamente después de abrirle el pecho. Colocamos una pinza en la vena grande y luego pudimos cerrarla para detener la hemorragia", comentó la experta.

Esa fue la parte más importante del proceso, ya que al día siguiente se sometió a otra cirugía para curar sus otras lesiones y reconstruir su pecho intervenido.

 

Tres años después del accidente, hoy Ashley es suboficial del Ejército de Estados Unidos (Bay State Health)

 

Durante una semana estuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos, comunicándose apenas mediante lápiz y papel; y pasó otras tres semanas en la Unidad de Cuidados Intermedios hasta finalmente recibir el alta médica, después de una intensa rehabilitación para fortalecer su movilidad y su capacidad cardiovascular y la de caminar.

Afortunadamente, Ashley pudo sobrellevar el traumático accidente. De hecho, hoy se desempeña en el lugar que siempre soñó estar: es suboficial del Ejército de Estados Unidos en la Guardia Nacional de Massachusetts, piloteando helicópteros Lakota y Black Hawk.

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