¿Cómo se vería la Tierra después de la extinción de los humanos? Esta es la respuesta de un académico
- Por Lucas Figueroa
¿Qué pasaría si los humanos nos extinguieramos? Ese es un cuestionamiento que más de alguien se ha hecho en la historia, pero Carlton Basmajian, profesor asociado de Planificación Comunitaria y Regional y Diseño Urbano de la Universidad Estatal de Iowa, Estados Unidos, teorizó un poco más allá y ensayó una respuesta al respecto.
Pasando por distintas aristas donde se sentiría la ausencia de las personas, Basmajian concluyó una serie de factores positivos sin los humanos en la Tierra, luego de un año de su hipotética extinción, lo que graficó en el medio The Conversation.
Silencio
Una de las primeras aristas en las que el académico hace reparos es respecto al silencio. Apunta a que sería lo primero que se percibiría, particularmente por los sonidos de los que somos responsables las personas. "Nuestro cielo es ruidoso. Todo ese ruido se detendría", acota.
"Te darías cuenta del tiempo. Después de un año sin gente, el cielo sería más azul, el aire más claro. El viento y la lluvia fregarían la superficie de la Tierra; todo el smog y el polvo que producen los humanos desaparecerían", agrega.
Aunque también indica que en las casas no habría abastecimiento de agua. Si bien, las tuberías no tendrían por qué desaparecer, destaca que tras la primera ola de frío "el aire helado congelaría el agua en las tuberías y las reventaría".
"No habría electricidad. Las centrales eléctricas dejarían de funcionar porque nadie las vigilaría ni mantendría un suministro de combustible. Entonces tu casa estaría a oscuras, sin luces, TV, teléfonos o computadoras", añade.
Aparición de distintas especies
De la misma manera, ahonda que en nuestros barrios donde hicimos nuestras vidas se dejarían ver distintos tipos de animales, dependiendo de la zona.
"Sin luz eléctrica, el ritmo del mundo natural regresaría. La única luz sería la del Sol, la Luna y las estrellas. Las criaturas nocturnas se sentirían bien si recuperaran su cielo oscuro", sostiene.
Aunque también subraya que algunos siniestros serían más comunes de lo que lo son ahora. "Los incendios ocurrirían con frecuencia. Los rayos pueden caer sobre un árbol o un campo y prender fuego a la maleza, o golpear las casas y los edificios. Sin gente que los apague, esos incendios continuarían hasta que se extinguieran", dice.
La apariencia de las ciudades
Respecto a la apariencia de nuestras ciudades, postula que tras un año solo algunas cosas tendrían el mismo aspecto: carreteras, autopistas, puentes y edificios estarían dentro de los elementos que mantendrían su impronta.
"Volviendo, digamos, una década más tarde, habrían aparecido grietas en ellos, con pequeñas plantas moviéndose a través de ellos. Esto sucede porque la Tierra está en constante movimiento. Con este movimiento viene la presión, y con esta presión vienen las grietas. Eventualmente, los caminos se agrietarían tanto que parecerían vidrios rotos, e incluso los árboles crecerían a través de ellos", ejemplifica.
"Los puentes con patas de metal se oxidarían lentamente. Las vigas y los pernos que sostienen los puentes también se oxidarían. Pero los grandes puentes de cemento, y las carreteras interestatales, también de cemento, durarían siglos", adiciona.
Finalmente, para hacer su teoría un poco más gráfica, Basmajian proyecta a las ciudades de la Tierra como luce hoy la antigua Roma.
"Dentro de mil años, el mundo que recuerdas aún sería vagamente reconocible. Algunas cosas permanecerían; dependería de los materiales de los que están hechos, el clima en el que se encuentran y simplemente la suerte. Un edificio de departamentos por aquí, un cine por allá o un centro comercial en ruinas serían monumentos de una civilización perdida. El Imperio Romano se derrumbó hace más de 1.500 años, pero aún hoy se pueden ver algunos restos", señala.
"Por lo menos, la repentina desaparición de los humanos del mundo revelaría algo sobre la forma en que tratamos a la Tierra. También nos mostraría que el mundo que tenemos hoy no puede sobrevivir sin nosotros y que no podemos sobrevivir si no nos preocupamos por él. Para que siga funcionando, la civilización, como cualquier otra cosa, requiere un mantenimiento constante", concluye.
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