Pensó que la había picado un insecto, pero le terminaron detectando una enfermedad incurable
La vida de "niña sana" de Taneia Surles cambió para siempre luego del verano del 2011, el último año en que se sintió bien con su piel.
"Recuerdo el momento exacto en que mi vida de niña 'sana' cambió por completo; sucedió justo después del verano de 2011. Ese verano fue la última vez que me sentí normal en mi piel: entonces aparecieron las erupciones", contó la joven de Estados Unidos.
Pensó que le había picado un insecto
Tras comenzar su primer año de instituto, Taneia vio unos pequeños anillos rojos en su brazo derecho, los que asoció a la picadura de algún insecto. Pese a utilizar productos para frenar la picazón, nada funcionó.
"En las semanas siguientes, los anillos, que antes eran pequeños, crecieron considerablemente y empezaron a unirse como un puzzle en mi antebrazo. Nada funcionaba, y estas erupciones parecidas a la tiña no solo eran desagradables a la vista, sino que también eran sensibles al tacto", relató Taneia a Business Insider.
Luego de acudir al médico, el primer diagnóstico fue tiña y con semanas de tratamiento no vio ninguna mejoría. Un mes después volvió al pediatra: "Le dijimos que la medicación no sólo no me quitaba las erupciones, sino que se me estaban extendiendo a otras partes del cuerpo", contó. Frente a esto la derivaron a un dermatólogo.
Tardó 2 años en tener el diagnóstico
El dermatólogo diagnosticó que tenía granuloma anular, una enfermedad cutánea que provoca erupciones y, al igual que con el médico anterior, el tratamiento no funcionó.
"Las erupciones empeoraron y se extendieron al pecho, las piernas y los pies. Las erupciones no solo me habían quitado la confianza en mí misma, sino que también empezaba a sentirme deprimida", recordó Taneia.
Fue así como la derivaron a otro dermatólogo de Birmingham, Alabama, donde varios especialistas analizaban a pacientes con enfermedades desconocidas.
"Nunca olvidaré lo que sentí cuando 7 profesionales de la salud me pincharon los brazos, las piernas y la cara. Estaba prácticamente desnuda mientras varios médicos —la mayoría hombres blancos— me examinaban como científicos que observan una muestra en una placa de Petra", contó.
Pese a saber que el análisis era para descubrir qué patología la afectaba, "no dejaba de parecerme una violación de mi intimidad, y la experiencia de sentirme como un objeto de un museo se me ha quedado grabada casi 10 años después", acotó.
Tenía una enfermedad incurable
Dos años después desde que le salió la primera erupción, al fin los médicos descubrieron que la afección de Taneia Surles correspondía a lupus, enfermedad incurable, pero que con un tratamiento permite controlar sus síntomas.
"Revisaron la biopsia y los análisis de sangre anteriores y llegaron a la conclusión de que tenía lupus, además del síndrome de Sjögren, una afección que suele aparecer con otras enfermedades autoinmunes", detalló.
Sobre el tardío diagnóstico reflexionó que: "Si mis profesionales sanitarios me hubieran hecho las preguntas adecuadas y me hubieran animado a hablar de los síntomas adicionales que experimentaba, quizá no hubiera tardado tanto en recibir un diagnóstico. Ahora comprendo que el lupus puede presentarse de tantas formas, que puede ser difícil diagnosticarlo al principio".
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