Monja se arrodilla ante policías de Myanmar para suplicar que no disparen contra niños
¿Qué pasó?
Una imagen de una religiosa dio la vuelta al mundo en medio de las revueltas y violentos enfrentamientos que se registran en Myanmar (Birmania) tras el derrocamiento del gobierno civil de Aung San Suu Kyi, el pasado 1 de febrero.
Es el caso de la monja llamada Ann Rose Nu Twang, quien en un registro se ve arrodillada frente a un grupo de policías, con los brazos extendidos en cruz, todo en medio de la represión de las manifestaciones contra el golpe de Estado.
Esta acción tenía un solo objetivo, según relató, que era pedir que cesaran los disparos porque había niños en el lugar.
"Que me mataran a mí"
El gesto de la monja, que fue difundido por un medio local de Myitkyina, se registró cuando la policía y el ejército lanzaban gas lacrimógeno y granadas contra la multitud que levantó barricadas.
En medio de los incidentes, sor Ann Rose se acercó a las fuerzas de seguridad y se arrodilló delante de ellos bajo la señal de la cruz y les dirigió unas palabras, lo que generó la reacción de dos policías que optaron por hacer lo mismo.
Otras dos monjas llegaron para apoyarla. "Paren, están torturando y matando a gente. Es por eso que la gente está enojada y se manifiesta", lanzó una de ellas.
Tras el momento, la monja Ann Rose Nu Twang relató lo sucedido y en declaraciones a la agencia AFP sostuvo que "les dije que no queríamos que la gente tuviera problemas y que no podía irme. Les dije que no puedo irme si ellos no se van. Les supliqué que no dispararan contra los niños, que en lugar de ello me mataran a mí. Levanté las manos en señal de perdón".
No es la primera vez que lo hace
La acción de la monja Ann Rose Nu Twang no es inédita, ya que el 28 de febrero pasado, la religiosa de 45 años ya se había distinguido al ponerse de rodillas frente a las fuerzas de seguridad.
La situación generó el recuerdo de muchos del “momento Tiananmen”, en alusión al hombre que detuvo un tanque en la Plaza Tiananmen durante la protesta de los estudiantes chinos en Pekín en 1989.
En la actualidad, al menos 60 civiles murieron desde el golpe de Estado en Birmania y más de 1.800 fueron detenidos, según la Asociación de asistencia a los presos políticos.
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