No solo en Chile: Fiestas clandestinas no paran en Madrid pese a las restricciones
"Si no abren la puerta, la vamos a romper", advierte un policía justo antes de cortar una cadena en la puerta de un bar, en una de las redadas en Madrid, España, contra las fiestas clandestinas que desafían las restricciones anticoronavirus.
En otro punto de la capital española, la policía irrumpe en un bar popular forzando las persianas metálicas. Adentro, 36 personas beben bajo el tenue neón.
"¿Quién es el responsable del local? ¡Que encienda las luces!", ordena una policía. "Todo el mundo en la pared y con la documentación en la mano", dice a continuación.
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Mientras varios países europeos han decretado nuevos confinamientos, España ha implementado restricciones menos extremas, como toques de queda nocturnos.
En Madrid, los bares y restaurantes deben operar con un aforo reducido al 50% y las reuniones privadas no pueden exceder las seis personas.
Pero eso no ha impedido que se realicen fiestas clandestinas, que no respetan las distancias de seguridad, por lo que las redadas se han vuelto comunes.
Reuniones en bares después de su cierre, fiestas en casas o apartamentos alquilados por el fin de semana, juergas con cientos de personas en parques o almacenes... La policía no para de trabajar.
"Son inconscientes"
Con el toque de queda a partir de la medianoche, las fiestas en casas se han vuelto populares, dice el comisario de la policía municipal de Madrid, José Luis Morcillo.
"La inmensa mayoría está cumpliendo la normativa, pero minoritariamente hay grupos de gente que buscan alternativas para divertirse", señala Morcillo a la AFP.
La edad promedio de las personas que han continuado con la diversión nocturna es de 30 años, agrega. "No son jovencitos, pero son inconscientes", afirma.
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Algunos eventos son organizados por los propios dueños de clubes nocturnos cerrados, que contactan a sus clientes habituales. Usualmente se paga entrada.
Meter a 80 o 90 personas en un apartamento "implica riesgo, porque la gente puede contagiarse (...) Esas personas están juntas, están bailando, no tienen mascarilla, fuman y en algunas ocasiones consumen drogas", asegura el uniformado.
Corren cuando llega la policía
"En el momento en el que apareció el coche de policía, éramos nueve" en el apartamento, escuchando música, bebiendo y fumando, relata "Paloma", una desempleada de 29 años que no da su nombre real por miedo a perjudicar su búsqueda de empleo.
Tres de ellos salieron corriendo, pero uno se topó con la policía, que supo entonces que la reunión superaba el máximo de seis personas: "No sé qué precio tienen las multas, pero a mí me vendrían fatal, tener que pagar una multa por esa tontería", añade.
"Una vez hemos estado haciendo una fiesta unas 15 personas. Puede parecer como muy egoísta, pero realmente no veo que nosotros estemos cambiando algo para mal por hacer esto", dice "Óscar", de 29 años, quien tampoco da su nombre real.
No le preocupa la policía: sabe que necesita una orden judicial para entrar en una casa privada, y sin entrar, no pueden saber cuánta gente hay dentro.
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"Las fiestas son absurdas"
Los expertos coinciden en la dificultad de saber exactamente dónde se producen los contagios, aunque la evidencia apunta a reuniones privadas con familiares o amigos, donde la gente baja la guardia y se quita la mascarilla.
"Decir exactamente que la mayoría (de los contagios) son de fiestas, o son de bares o restaurantes, o de ir a trabajar en el transporte público o incluso en los colegios, no se sabe", dice Salvador Macip, investigador en las universidades de Leicester y Abierta de Cataluña.
Aunque la situación epidemiológica ha mejorado en las últimas semanas en España, esto puede cambiar rápidamente y las autoridades se preocupan por las previsibles reuniones en la temporada navideña.
"Hay situaciones de riesgo que no podemos evitar, pero hay otras que sí. Las fiestas son absurdas", dice Macip, autor del libro "Las grandes epidemias modernas".
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