Mujer encuentra a su hijo secuestrado tras buscarlo por 32 años en China
¿Qué pasó?
Por más de tres décadas Li Jingzhi buscó a su hijo Mao Yin, quien fue secuestrado y vendido en 1988. Si bien nunca perdió las esperanzas, al fin en mayo pasado pudo reencontrarse con él.
Desaparición de Mao Yin
Li Jingzhi, su esposo y el pequeño Mao Yin vivían una vida común y corriente en la ciudad de Xian, en el centro de China.
Paseos familiares marcaban la rutina de los fines de semana, algo que cambió drásticamente con la desaparición del pequeño Mao Yin cuando tenía dos años y ocho meses.
Li Jingzhi y Mao Yin. Créditos: Li Jingzhi.
Según relata la BBC, Jingzhi trabajaba en una fábrica exportadora de granos por lo que en épocas de cosecha debía salir de la ciudad por varios días para visitar a proveedores en zonas rurales.
Fue en uno de esos viajes en que recibió un mensaje para que volviera prontamente a la ciudad. "Emergencia en casa; regresa ahora mismo", decía el telegrama.
Ya de vuelta en Xian su jefe le dio la devastadora noticia. "Su hijo está desaparecido", le dijo el hombre a Jingzhi, quien en ese momento no pensó que le tomaría 32 años volver a verlo.
El esposo de Jingzhi le explicó que el pequeño desapareció luego de recogerlo del jardín infantil cuando hicieron una parada en un hotel de la familia para tomar agua. El hombre dejó solo a Mao Yin por dos minutos y al volver no lo pudo encontrar.
En un principio no le tomaron el peso a la situación y tenían la esperanza de encontrarlo, pero cuando ya pasó una semana sin saber del niño se dieron cuenta que era algo serio. "Me dolía el corazón, quería llorar. Quería gritar", recuerda Jingzhi.
Larga búsqueda
Tras esto Jingzhi imprimió más de 100 mil volantes con la cara de su hijo. Los repartió en estaciones de bus y tren por toda la ciudad. Puso avisos en la sección de desaparecidos en los diarios, pero nada daba resultado.
Hasta ese momento Jingzhi no sabía que el tráfico de niños en China era un problema serio debido a la política de un niño por familia, la que llevó a que las parejas de las ciudades que no habían podido tener un hijo hombre recurrieran al mercado negro para conseguirlos.
El primer pensamiento de Jingzhi tras el secuestro fue culpar a su esposo, pero pronto se dio cuenta que debían trabajar juntos. Sin embargo, poco a poco se fueron alejando y tras cuatro años se terminaron divorciando.
Jingzhi nunca dejó de buscar a su hijo. Tras un tiempo dejó su trabajo y seguía cada pista que la llevaba a un niño desaparecido, incluso en otras provincias del país.
En medio de su búsqueda fue conociendo varios casos por lo que comenzó a ayudar a otras familias a encontrar a sus hijos perdidos. Tan solo en las dos últimas década Jingzhi ha ayudado a encontrar a 29 niños que eran buscados por sus padres. Pero Mao Yin no aparecía.
Reencuentro familiar
Fue en mayo de este año que Jingzhi recibió una llamada de la Oficina de Seguridad Pública de Xian: "Han encontrado a Mao Yin"... "No me atrevía a imaginar que era cierto", recuerda Jingzhi.
Fue en abril que una persona le dio una pista de un hombre que había sido secuestrado en Xian hace muchos años y le dio una foto de ese niño ya adulto. Gracias a esa foto y a tecnología de reconocimiento facial, la policía identificó al hombre como un habitante de Chengdú, a unos 700 kilómetros.
Tras convencerlo de tomarse pruebas de ADN, se comprobó que el hombre, que ya está casado y tiene una empresa de decoración, era el hijo de Jingzhi.
El 19 de mayo la familia volvió a reunirse. Jingzhi estaba nerviosa. Pero el hombre entró gritando "¡Madre!", mientras corría a abrazarla calmó totalmente a la mujer.
Se abrazaron por un largo tiempo y lloraron tras reencontrarse después de tantos años.
Tras el reencuentro Jingzhi supo que Mao Yin fue vendido por 6.000 yuan (unos US$ 840 de hoy) a una pareja sin hijos que lo nombró Gu Ningning. Lamentablemente el hombre de ya 35 años no recuerda nada de lo que le pasó y su vida con Jingzhi.
Li Jingzhi y Mao Yin en la actualidad. Créditos: Li Jingzhi.
Tras la reunificación madre e hijo pasaron un mes juntos y mantienen contacto diariamente a través de teléfono y redes sociales. De a poco van recomponiendo su relación y generando recuerdos y cariño juntos. Jingzhi quisiera tener una vida junto a su hijo, pero entiende que ya es un adulto con su propia vida.
"Solo le puedo desear lo mejor a la distancia. Sé dónde está mi hijo. Sé que sigue vivo. Eso es suficiente", dijo la mujer.