Muerte por asfixia de joven marroquí expone violentos protocolos en hogares de menores de España
¿Qué pasó?
La muerte de Iliass Tahiri en julio 2019 en el centro de internamiento de Tierras de Oria, en la provincia andaluza de Almería, se calificó en su momento de "accidental", pero la difusión de un video de su deceso pone en evidencia una nueva versión y los protocolos de inmovilización aplicados por los agentes de seguridad al joven marroquí.
Posiblemente hubiera quedado en el olvido si nadie hubiera filtrado al diario El País la grabación de las cámaras de videovigilancia, en plena ola mundial de protestas contra el racismo y la brutalidad policial.
La autenticidad del video fue confirmada por una portavoz de Ginso, la empresa privada que gestiona el centro de menores.
Macabras imágenes
En las imágenes se ve al joven bocabajo en una cama inmovilizado por seis agentes, que utilizan un protocolo considerado "peligroso" por organizaciones de derechos humanos.
Con varios agentes encima suyo, Tahiri -de 18 años- no muestra ninguna actitud violenta, un requisito básico para aplicar esa práctica de contención mecánica (atar a alguien a una cama para que no se hiera a sí mismo o a terceros).
"Ves el vídeo y no vas a creer que fue una muerte accidental como dice la jueza", dijo a AFP su hermano Anass, de 22 años, quien resaltó que el clip “muestra todo, que lo mataron. Es un asesinato”.
En el material se pueden ver a seis hombres amordazando a Tahiri en la cama, llegando a arrodillarse sobre él para atarle las muñecas, hasta que descubren que no respira, y fallece en el lugar.
Antes de su muerte, su madre lo visitó por primera vez en dos meses, y fue cuando el joven le confesó que estaba siendo amenazado, según revela el hermano de la víctima: "Le pidió que consiguiera un abogado para sacarlo de allí, porque llegó un punto en que prefería la cárcel que el centro", destacó.
Se llamaba Iliass Tahiri y tenía 18 años. Murió mientras le inmovilizaban en una habitación del centro de menores Tierras de Oria de Almería (España). Su madre trata de demostrar que a Iliass lo mataron.
— PlayGround (@playground) June 12, 2020
📸: Centro de Menores Tierras de Oria pic.twitter.com/5eUTDeaRwH
¿Técnica “excepcional”?
En un comunicado enviado a AFP, la empresa Ginso dijo que durante la investigación judicial "quedó patente la necesidad y correcta aplicación de las medidas de contención por parte de los empleados, quienes cumplieron de manera escrupulosa con el protocolo y procedimientos vigentes en su momento".
Ginso también añadió que el uso de esta técnica fue "excepcional" y se aplicó con "la mínima fuerza imprescindible". Situación que según ellos, no pudo causarle la muerte al joven.
Sin embargo, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) replicó que esta práctica es una "medida habitual" en los centros de menores para impartir disciplina o castigos. "En el vídeo se ve que era un uso de la fuerza totalmente desmedido dada la actitud de Iliass", dijo a AFP Francisco Fernández Caparrós, de la APHDA.
"Esa situación de estrés y violencia fue la que causó que él muriera", añadió.
El posible fin de estos métodos violentos
El defensor del pueblo, Francisco Fernández Marugán, pidió al gobierno cambiar la ley "para acabar con estas prácticas como medio de contención". "No puede volver a morir nadie en España en estas circunstancias", dijo.
La fiscalía también ordenó suspender "inmediatamente" estas prácticas en los centros gestionados por la empresa Ginso, ya que este protocolo "coloca al menor en una situación de riesgo mayor que no está justificado", dice la fiscalía, que señala como responsables a los gestores del centro y las autoridades regionales.
Maribel Mora, diputada de izquierdas en el parlamento andaluz, critica que el gobierno regional no abriera una investigación sobre la muerte ni revisará los protocolos de actuación que habían sido denunciados en 2016 por un comité de prevención de la tortura.
Desde entonces, "no ha pasado absolutamente nada", dijo Mora.
De hecho, según los datos oficiales, ese método de contención sería utilizado todavía en 360 ocasiones en los reformatorios andaluces en los dos años siguientes.
Es importante dejar claro que en España, otros dos jóvenes murieron a causa de esta práctica en los últimos años: uno en Madrid en 2011, y otro en el enclave de Melilla en 2018.