Hashima, la isla que compró Mitsubishi que pasó de la alta densidad a ser un pueblo fantasma
Hace más de 40 años, la última familia que vivía en Hashima, una isla ubicada a pocos kilómetros del puerto de Nagasaki en Japón, tomó una embarcación y salió para siempre de la ínsula para nunca más regresar. Ahora se trata de un lugar fantasma que solo quedó para el turismo y para el recuerdo.
Con edificios antiguos, ruinas y el clima grisáceo que frecuentemente invade el sector, la isla acorazada -como también le llaman- pasó de ser un lugar muy próspero a estar completamente deshabitada.
Isla comprada por Mitsubishi
En 1810, se descubrió por primera vez el carbón en la isla Hashima y en 1970 se comenzó el funcionamiento de la mina. Sin embargo, fue en 1890 cuando la empresa Mitsubishi compró la ínsula, misma que comenzó a florecer y se convirtió en una comunidad próspera, llena de vida, trabajo y modernidad.
Cuando Mitsubishi concretó la adquisición, lo primero que hizo fue reforzar los muelles y la costa con altas murallas. Después construyó casas y edificios para atraer a mineros y sus familiares, que trabajarían en la extracción de carbón. Una idea que funcionó durante años, ya que, en solo 480 metros de largo por 150 metros de ancho, llegaron a vivir casi 6 mil personas en 150 edificios.
Con el tiempo, Hashima logró albergar a casi 6.000 habitantes a finales de los años 50 y para ese entonces, la isla contaba con hospitales, escuelas, decenas de tiendas y hasta un salón de Pachinko (tragamonedas) en el que los mineros se relajaban luego de sus turnos bajo tierra.
Foto AFP
Durante décadas, especialmente durante las guerras mundiales y los conflictos entre China y Rusia, se llegaron a extraer más de 400 mil toneladas de carbón al año, convirtiendo a Hashima en uno de los motores económicos más importantes de Asia.
Pero la gloria de isla no duró demasiado ya que, cuando el carbón fue sustituido por el petróleo, Mitsubishi decidió cerrar la mina y la prosperidad se acabó. Es por esto que desde hace 46 años, Hashima es una isla fantasma, en la que no vive absolutamente nadie.
Recuerdo y turismo
El 15 de enero de 1974, la mina de carbón cerró sus puertas y con esto, las familias no tenían una real fuente de trabajo. Por esto, decidieron irse a otras ciudades asiáticas, donde encontrarán nuevas oportunidades de vida.
Ahora la isla, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015, recibe cada día a decenas de turistas que viajan en algunas embarcaciones que cuentan con autorización para entrar en la zona. En uno de estos viajes, periodistas de La Vanguardia pudieron ver las ruinas del lugar.
Foto AFP
En los viajes a la isla, la visita está limitada a una hora de duración y sólo se permite el acceso a tres áreas de observación alejadas de las antiguas viviendas de los mineros. Se puede recorrer, caminar y fotografiar solamente en algunas zonas específicas.
Ahora únicamente quedan recuerdos de la prosperidad que significaba vivir en esta isla, donde se construyó el primer edificio de hormigón de Japón, y en 1917 presumía del edificio más alto del país.