Venezuela se queda sin gasolina en medio de la crisis por el Covid-19
¿Qué pasó?
Aunque la escasez de gasolina en Venezuela se ha vuelto un problema crónico, la llegada del nuevo coronavirus al país llanero ha agravado la situación a tal punto que ni en la ciudad capital, Caracas, se consigue combustible.
La mayoría de las bencineras están cerradas, y en las que siguen funcionando se observan largas filas de autos, a veces de más de un kilómetro, según la BBC Mundo.
Tras el anuncio del pasado 17 de marzo del Presidente Nicolás Maduro de declarar una cuarentena nacional para evitar la propagación del virus, las quejas por parte de profesionales de la salud y los productores de alimentos no se han hecho esperar, debido a la falta de combustible necesario para sus desplazamientos.
De acuerdo al medio británico, en muchas estaciones de servicio, los conductores se encuentran con un despliegue de militares y policías que les informan que solo se suministra gasolina a los vehículos de los servicios esenciales.
Plan de racionamiento
El pasado viernes 3 de abril el gobierno de Maduro confirmó la puesta en vigencia de un plan de racionamiento de combustible mediante un comunicado, en el cual señalaban que el "perverso plan bloqueo naval de Estados Unidos" estaría impidiendo el suministro de insumos necesarios para la producción del combustible.
Pero, los problemas vienen de tiempo atrás. De hecho, los expertos sostienen que la escasez de gasolina se fue haciendo habitual en paralelo al deterioro de Petróleos de Venezuela (PDVSA), empresa estatal que sufre los efectos de años de mala gestión.
Antonio de la Cruz, experto de Inter American Trends, afirmó a la BBC Mundo que "los parques de refinería del país colapsaron y la producción nacional de gasolina es hoy muy baja (...) Aunque llegaron a producir más de un millón de barriles de gasolina diarios, los parques están hoy trabajando a un 10% ó un 15% de su capacidad".
A la baja producción, se sumó el impacto de la política de Estados Unidos, que para lograr su objetivo de forzar la salida de Nicolás Maduro de la presidencia, extendió sus sanciones hasta las operaciones de PDVSA, lo que agravó la situación.
Para compensar la caída de la capacidad refinadora nacional, el gobierno venezolano había optado en los últimos meses por importar gasolina a cambio de crudo, principalmente a través de la compañía rusa Rosneft.
Sin embargo, en febrero, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a Rosneft Trading, la filial de Rosneft que había estado colocando en el mercado gran parte de la producción de crudo venezolano.
Caída a nivel mundial
Posteriormente, el 28 de marzo, Rosneft anunció el cese de sus actividades en el país llanero y la transferencia de sus activos a una empresa propiedad exclusiva del Estado ruso.
Mientras esto ocurría en Venezuela, y en paralelo a la situación por la pandemia, Rusia y Arabia Saudí, dos de los mayores productores mundiales de petróleo, se lanzaban a una guerra de precios con la que ambos buscaban copar el mercado ya en caída libre.
Con gran parte de la población mundial en cuarentena, la demanda global de petróleo se desplomó a la misma velocidad que el precio del barril, que cayó por debajo de los US$30, menos de lo que a Venezuela le cuesta producirlo, como reconoció Maduro en un mensaje televisado al país, dijo la BBC Mundo.
Es así como el gobierno venezolano se encuentra entre la espada y la pared, pues mientras no tenga quién le compre su petróleo, tendrá muy difícil encontrar quién le venda gasolina.
Leer más de