Paciente cero: En una fiesta familiar se expandió el coronavirus en Ecuador
Como cada año hubo fiesta de bienvenida. Lorena y 30 invitados festejaron que la tía volvía de España por vacaciones. Días después comenzó la tragedia. La familia supo por televisión que en casa se había hospedado el "caso cero" del nuevo coronavirus en Ecuador.
"Mi tía nunca viajó a ningún lado, no tuvo tiempo. Desde que llegó estaba delicada de salud (...) Nos comentó que durante el viaje había sentido un poco de fiebre y que mucha gente (en el vuelo) venía tosiendo", dice Lorena.
De 33 años, esta profesora que vive en la localidad costera de Babahoyo, relata los días de desgarro que siguieron a la fiesta donde se expandió este terrible virus.
El inicio de una pesadilla
El 22 de febrero su tía materna, de 71 años, fue hospitalizada en la cercana Guayaquil, actual epicentro de la pandemia en Ecuador, el país latinoamericano más castigado después de Brasil.
El 29 de dicho mes se confirmó oficialmente que padecía Covid-19, por lo que todos sus parientes fueron aislados y sometidos a tests.
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Dos días después, el 1 de marzo, vieron por televisión que la entonces ministra de Salud Catalina Andramuño hablaba de cinco casos más en una rueda de prensa. "Éramos nosotros", dice Lorena.
"Nunca el ministerio de Salud tuvo la delicadeza de venir y decirnos a nosotros primero, antes que emitir esos resultados por los medios de comunicación. Lo vimos por televisión y no tuvimos la ayuda necesaria por parte del ministerio", lamenta.
Familia con Covid-19
La tía fue la primera en enfermarse y, por su complicado cuadro clínico, murió el pasado 13 de marzo. Luego la madre de Lorena, de 66 años, su hermano de 36 y ella, dieron positivo al test de Covid-19, pero tras cumplir la cuarentena lograron recuperarse.
Quien sigue luchando por recuperarse es el padre de la familia, quien tiene 68 años de edad, es diabético y tiene una pierna amputada.
En total son una docena del núcleo familiar contaminados en esta fiesta de bienvenida.
Cuidados extremos en los hospitales
Lorena sintió el recelo de los médicos. Aunque abundaba la información sobre la pandemia, ninguno sabía bien cómo tratar a los contagiados que se quedaban en casa.
Los médicos "me decían: 'sabe que, tómele usted la presión'; o sea no querían tocar a mis padres".
"A mí me invadió mucha tristeza, desesperación, depresión", agrega la profesora, quien durante su diagnóstico, presentó dos síntomas: la pérdida del olfato y parte del gusto. "Me dije qué raro, y le preguntaba a mi hermano que también era positivo: '¿tú sí sientes sabor a la comida, tú sí hueles?'. Él me decía que no".
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Los hermanos ya recobraron ambos sentidos. Pero, por orden médica, Lorena debió salir de casa. Solo su hermano se quedó a cuidar al padre. "La gente tiene mucho pánico y no quisiera que otra familia viva lo mismo", afirma.
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