Turnos de 10 horas sin comida ni agua: Enfermera revela cómo es trabajar en la zona cero del coronavirus
Para nadie es un secreto que el coronavirus ha causado tensión en el mundo entero. Hasta ahora se registran más de mil fallecidos y cerca de 45 mil personas a causa de esta enfermedad. Con respecto a la cura, los científicos siguen trabajando para encontrarla, sin embargo, hasta ahora no se tienen indicios de que pueda frenarse a corto plazo, esta epidemia que inició en Wuhan a mediados de diciembre.
Mientras tanto, el personal médico en China se encuentra realizando largas jornadas de trabajo para frenar la cifra de muertos por el coronavirus. Una labor sacrificante que también ha generado ansiedad, miedo y mucha tensión.
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En una entrevista para la BBC, una enfermera de Hubei llamada Yao revela lo complejo que ha sido vivir en la zona cero y trabajar atendiendo a los infectados.
Yao se convirtió en voluntaria
Yao es voluntaria médica en el hospital de Xiangyang, la segunda ciudad más grande de Hubei. El lugar, con tantos enfermos a su alrededor, lo describe como una “clínica de fiebre”, donde se analizan muestras de sangre tomadas diariamente para poder diagnosticar la enfermedad de cualquier persona sospechosa. Esto, además de monitorear a las personas que se encuentran en cuarentena.
Los planes de Yao para esta fecha no eran precisamente estar trabajando en un hospital sino más bien, disfrutar de vacaciones junto a su madre e hijo en Guangzhou, donde celebrarían el Año Nuevo Chino.
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Pocos días antes de que se informara la epidemia en Wuhan, la familia de la enfermera viajó y ella se quedó en la ciudad terminando algunas diligencias. Sin embargo al enterarse de la gravedad que significaba la epidemia, decidió ser voluntaria y ayudar a los infectados.
"Es cierto que todos tenemos solo una vida, pero había una voz fuerte dentro de mí que decía 'debes hacerlo'", relató para el medio. "Me dije 'Prepárate y protégete bien (...) Incluso si no hubiera un traje de protección, siempre podría usar un impermeable. Si no hubiera una máscara, podría pedirles a amigos de toda China que me enviaran una. Siempre hay una manera", señala Yoa.
“Es un trabajo difícil, muy triste y desgarrador”
Al tomar su decisión de ser voluntaria, Yao fue al hospital de Xiangyang -cerca de Wuhan- para ayudar a los infectados. Según describe, se encuentra en un centro médico con los implementos necesarios para atender a la población. Al parecer, el gobierno chino se ha hecho cargo de suministrar los insumos necesarios en medio de esta emergencia nacional.
A pesar de esto, la demanda ha sido tal que tienen una escasez importante de mascarillas y trajes protectores para el personal médico.
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Días agotadores que han tenido que asumir con ímpetu y fortaleza, a pesar de lo complejo que ha sido: “Es un trabajo difícil, muy triste y desgarrador, y la mayoría de las veces simplemente no tenemos tiempo para pensar en nuestra propia seguridad", confiesa Yao.
Yao revela que muchas personas han llegado al hospital con miedo de poder perder la vida y con mucho desconocimiento sobre el coronavirus, por lo que tratan de tener especial cuidado para mantener en calma a los pacientes: “tenemos que tratarlos con tierno cuidado, porque muchas personas acudieron a nosotros con gran miedo, algunos de ellos estaban al borde de una crisis nerviosa", relata.
Turnos de 10 horas seguidas sin comer ni descansar
La lucha contra el coronavirus no ha sido sencilla y menos en la zona cero donde inició la enfermedad. Es por eso que las autoridades médicas buscan detener la cifra de fallecidos con un arduo trabajo de los médicos y voluntarios.
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Desde que inició la epidemia, el personal del hospital trabaja en turnos de 10 horas, en los que nadie puede comer, beber, tomarse un descanso o usar el baño. Así lo confirma Yao. "Al final del turno, cuando nos quitamos los trajes, descubrimos que nuestra ropa está completamente mojada por el sudor", explica la enfermera.
"La frente, nariz, cuello y cara quedan marcados por las apretadas máscaras y, a veces, incluso hay cortes. Muchos de mis colegas simplemente duermen en sillas después de los turnos, porque están demasiado cansados para caminar", agrega.
Una difícil crisis social que, según Yao, los ha unido: "Siento que a pesar de que (la población) está en cuarentena en casa, el virus une nuestros corazones".
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