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Agricultor peruano mantiene los huesos de su hijo en una mesa desde hace 33 años

  • Por Meganoticias

Todo apunta a una película de terror, pero se trata de una historia real. La historia de Francisco López Flores, agricultor peruano que desde hace 33 años vive con los restos de su hijo mayor, secuestrado y asesinado en la comunidad de Ciato, Ayacucho, Perú.

Francisco López Flores, es el nombre de este hombre de 74 años de edad, quien aún espera una orden por parte de la autoridad peruana para darle la debida sepultura a su hijo muerto en extraña circunstancias. Pero ésta nunca llegó.

A partir de ese entonces, junto a su esposa decidió conservar los huesos de Hugo López Sagastizábal, quien conoció la muerte a los 21 años de edad y se le vinculó con el grupo terrorista Sendero Luminoso.

La desaparición de Hugo

Corría el 7 de septiembre de 1984 cuando Hugo, el hijo de Francisco, junto con un amigo fueron bajado de un bus y llevado por un grupo de hombres que viajaban en una patrulla. Desde ese momento no se le vio más al joven ni a su acompañante.

Para ese año, Francisco se encontraba preso en una cárcel de Huamanga (Ayacucho) y al enterarse de la noticia, entró en estado desesperación. Sólo quería salir del encierro para buscar a su hijo desaparecido.

En noviembre de 1986, Francisco cumplió su sentencia. Es así como -narró al diario El Comercio de Perú-  esa primera noche de libertad salió en compañía de su esposa Dolores a buscar el cadáver de su hijo que, según testigos de la zona, se encontraba en las orillas de un riachuelo en Las Palmas.

Cuando llegaron al lugar, y después de tanto tiempo, los cadáveres seguían allí, pero en un estado prácticamente irreconocible. Sin embargo, y según el agricultor peruano, su esposa logró reconocer a su hijo por un protuberancia que tenía en el cráneo; además por el pantalón y la camisa que vestía el día que salió de su casa y nunca regresó. Al menos no con vida.

El hombre precisó que en lo que quedaba de ropa y en un bolsillo trasero del pantalón encontraron la billetera de Hugo, junto a esta su libreta electoral y una foto de éste tamaño carné. No había, duda para la Francisco: los restos que hallaron eran de su hijo Hugo.

La justicia que nunca llegó

Una vez con la certeza que era su hijo, Francisco y Dolores cargaron con los restos encontrados y se lo llevaron a casa. Fue ese día que comenzó para esta humilde familia la búsqueda de la justicia.

Tanto era la esperanza de la pareja de campesinos que guardaron lo que quedaba de la estructura ósea de Hugo y la cubrieron con una manta. Todo esto con la esperanza de que en algún momento las autoridades la pidiera como prueba. Pero eso no sucedió.

Según describió el medio, en el 2010, el Estado peruano indemnizó a la familia del joven y le dio un certificado, según Francisco, al tomar en cuenta su testimonio, el de Dolores y de testigos que indicaban que Hugo habría sido asesinado por militares destacados a Ayacucho.

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