Imputada por caso Gabriel Cruz: Tapé su boca y nariz para que dejara de insultarme
¿Qué pasó?
Este martes Ana Julia Quezada, declaró en el juicio por la muerte del pequeño Gabriel Cruz en España. El menor desapareció el 27 de febrero de 2018 en la pequeña población de Las Hortichuelas, después de haber estado en casa de su abuela. Durante 12 días se desplegó un dispositivo de búsqueda del pequeño, cuyo cadáver finalmente se encontró en el maletero del auto de la acusada con síntomas de haber sido asfixiado.
¿Qué dijo?
Durante la audiencia, Quezada relató lo que habría sucedido aquel día: "Vi a Gabriel con un hacha. Le dije: 'Déjala que te puedes hacer daño'. Empezó a gritar: 'a mí no me mandas que no eres mi madre. Eres negra, fea, tienes la nariz fea, no quiero que estés con mi padre. Quiero que mi padre se case con mi madre. Quiero que te vayas a tu país'. Chillando todo eso. Yo simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño. Solo quería que se callara. No quería matar al niño", consignó El País.
La llegada a la finca
Luego, contó cómo llegaron a la casa en una finca: "El niño se baja (del auto) y se queda por allí dando vueltas por el jardín. Yo me bajo, quito la alarma con el dispositivo. Levanto las persianas, abro las puertas. A continuación, entró Gabriel por la habitación del medio, cuya puerta estaba abierta para ventilar, que da a la zona de la pérgola y una pequeña alberca".
Añadió además: "Las palabras que se me quedaron es que eres negra, que no me mandes, que siempre me estás mandando. Sujetaba el hacha con una mano. A continuación, pasó todo lo que pasó".
"No me acuerdo"
Sobre si recuerda haberle quitado el hacha, sostuvo: "No me acuerdo. Le puse la mano derecha en la boca y la nariz. Y la otra mano, no sé si en el pecho, la nuca, no lo sé. Sólo tengo claro que le puse la mano en la boca y la nariz para que dejara de decirme esas cosas. No sé dónde puse la otra, en la nuca, la frente, la cara. Fueron momentos muy rápidos, estaba muy nerviosa".
"Estaba muy nerviosa, solo quería que se callara. Le tapo con la mano, lo demás no me acuerdo. Sólo que, después, el niño no respiraba. Cuando le solté, le puse la mano en el pecho y no respiraba. Y me quedé de pie, bloqueada", sostuvo Quezada.
La pala y el agujero
La mujer también relató cuando decidió hacer una fosa: "Empecé a fumar como loca. Salía, entraba, salía, entraba. No sabía lo que hacía. En ese tiempo fumé cuatro, cinco, seis, siete, ocho cigarros (...), veo una pala y decido hacer un agujero. Dejé al niño y salí a hacer una pequeña fosa con una pala que había en el jardín. Esa pala la íbamos a usar para arreglar el jardín, como el hacha y otras herramientas".
Luego, metió el cuerpo de Gabriel en el agujero y regresó por el hacha, ya que una mano del niño quedó afuera. Posteriormente lo tapó con tierra.
La camiseta encontrada
También respondió sobre la camiseta de Gabriel que dejó en un lugar alejado: "Quería que me cogieran, porque no era capaz de decirlo con mis propias palabras, yo quería que me atraparan".
"Me quedé paralizada, toqué al niño, vi que no respiraba y me quedé bloqueada. No sabía qué hacer", aseguró.
La condena que enfrenta
La mujer de 45 años enfrenta una condena de prisión permanente revisable por el delito de asesinato con alevosía, que es solicitada tanto por la Fiscalía como por la acusación particular, además de otros 10 años por delitos de lesiones síquicas a los progenitores.
Un jurado popular, conformado por siete mujeres y dos hombres decidirá la pena.