La dolorosa carta del hermano de la joven asesinada en Argentina
El hermano de Lucía Pérez, la joven argentina que fue brutalmente violada, drogada y asesinada el viernes pasado, publicó una conmovedora carta en donde cuenta el dolor que él y su familia han tenido que enfrentar desde el pasado viernes 7 de octubre.
La familia de Lucía vive con custodia policial luego de que dos personas armadas pasaran por la puerta de su casa en moto, gritando que los iban a "cagar a tiros".
El título de la carta del hermano de Lucía, Matías Pérez, se titula "Y ahora nos amenazan de muerte". "Me hubiera gustado poder ilustrar esta carta con alguna foto mía, riendo junto a mi hermana. O con una foto suya, abrazada por mis viejos. Pero no, no podemos, ni siquiera eso podemos, porque mientras intentamos procesar que la mataron y cómo la mataron, estamos obligados a procesar las amenazas de muerte que caen sobre todos nosotros", escribió en Facebook.
Pérez también aprovechó la carta para contar cómo era su hermana: "¿Cómo era Lucía?. Vivía tranquila, sin salir mucho de casa, hasta ese maldito sábado, 8 de octubre. Pasaron a buscarla cerca de las 10, cuando papá ya se había ido a su laburo".
Tras el caso de Lucía, el Colectivo "Ni Una Menos" de Argentina, hizo un llamado a todas las mujeres a participar de un paro nacional convocado para este miércoles entre las 13:00 y las 14:00 horas. Esta iniciativa se replicará en otros países como Chile, donde hay un llamado para el mismo día a las 19:00 en Plaza Italia.
Y justamente con un llamado de conciencia como el del colectivo, Matías Pérez termina su carta: "La próxima te puede pasar a vos, o a la persona que más amás en el mundo. Hay que tomar fuerzas y salir a las calles, para gritar todos juntos, ahora más que nunca: “Ni una menos”.
Lee la carta completa acá:
"Y ahora nos amenazan de muerte"
La verdad, me hubiera gustado poder ilustrar esta carta con alguna foto mía, riendo junto a mi hermana. O con una foto suya, abrazada por mis viejos. Pero no, no podemos, ni siquiera eso podemos, porque mientras intentamos procesar que la mataron y cómo la mataron, estamos obligados a procesar las amenazas de muerte que caen sobre todos nosotros.
¿Cómo era Lucía? Como el arte, como el rock, como el amor a los animales. Ahí, en cada estrofa de Viejas Locas, en cada pogo ricotero y en cada abrazo a una mascota abandonada, la van a poder encontrar siempre, sonriendo, mimando a su perro y tirando buena onda para todos lados, por las dudas.
Vivía tranquila, sin salir mucho de casa, hasta ese maldito sábado, 8 de octubre. Pasaron a buscarla cerca de las 10, cuando papá ya se había ido a su laburo. Y a las 15, cuando mi mamá llegó de trabajar, encontró el Facebook abierto en su computadora, junto al equipo de mate, porque sí, Lucía creía que iba a volver inmediatamente a su casa... Se la llevaron engañada.
A las 18, una amiga me avisó que debíamos ir a la comisaría, porque mi hermana había sufrido un accidente. Nunca podría haber imaginado lo que me esperaba. Al llegar, con mi mamá, la oficial que nos atendió no sabía qué decirnos, de modo que permanecimos diez eternos minutos en la oficina del comisario, hasta que nos dieron la noticia. Y se nos cayó el mundo. Pedí reconocer el cuerpo, pero se negaron. Me rehusé a irme e insistí incansablemente, hasta que pude verlo: estaba en una camilla, con los ojitos entreabiertos, como acostumbraba a dormir.
Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel, los tres sospechosos, hoy están detenidos. Pero no nos alcanza: queremos justicia en serio, que se investiguen todas las causas en las que están involucrados y que cada persona con información pueda ir a la Fiscalía para aportarla. Necesitamos apoyo, sin importar de quién, porque este caso nos compete a todos y no pertenece a ningún sector partidario: se trata de una chica, mi hermana, que murió de una forma horrenda.
Y debemos ser conscientes, sí, porque esta vez le tocó a Lucía sufrir esa bestial violencia de género, pero la próxima te puede pasar a vos, o a la persona que más amás en el mundo. Hay que tomar fuerzas y salir a las calles, para gritar todos juntos, ahora más que nunca: “Ni una menos”.
Sólo así, evitaremos que maten a miles de Lucías más.
Y sólo así podremos cerrar sus ojos, para verla descansar en paz.
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