Erika Olivera confiesa que fue abusada por su padrastro por más de 10 años
Erika Olivera se ha destacado durante años por su participación en atletismo, por ello, tendrá el honor de portar la bandera nacional en la apertura de los Juegos Olímpicos de Río 2016, entregada el pasado 21 de mayo por la Presidenta Michelle Bachelet.
Dos días después de recibirla la deportista fue al cuartel de la Policía de Investigaciones en Recoleta para revelar un drámatico episodio de su vida. Había sido violada por su padrastro por más de 10 años.
"Debo haber tenido 5 años la primera vez que me abusó en el campamento", confesó Olivera en una entrevista publicada en la Revista Sábado de "El Mercurio".
Olivera reconoció haberlo acusado ante su madre, pero que ésta no le creyó. Su infancia giraba casi exclusivamente alrededor del culto, los feligreses del campamento y asistir los domingos a las prédicas callejeras y a una escuela bíblica, que duraba toda la tarde.
"Era un régimen bien autoritario; teníamos que pedir permiso para comer un pedazo de pan o para ir al baño. Con 5 años hacíamos aseo, lavábamos ropa. Si hacíamos algo mal teníamos que rezar de rodillas toda una tarde contra la pared. El pastor, a mi hermano lo tomaba del cuello, lo lavaba con agua fría. A mí me tocaba lo otro", contó.
Los lunes, la mamá de Erika Olivera, como esposa de pastor, participaba de las Dorcas, un grupo de mujeres evangélicas, pastoras, dedicadas a coordinar el servicio social. A la misma hora, ella volvía del colegio a la casa ubicada en la población Carol Urzúa. "Era el día más horrible. Me acuerdo caminando hacia la puerta. Estaba sonada, nomás; tenía que llegar y aceptar. Tenía que pasarlo con él. Apenas tenía la oportunidad, era llegar y llevar para él. Mientras yo no me pude defender, él hacía lo que quería conmigo", explicó.
"A veces, en la noche, él iba al dormitorio nuestro y ahí molestaba un poco, me tocaba cuando estaban mis hermanos. Pero generalmente las cosas se daban en el día, cuando mi mamá no estaba, porque él no trabajaba o lo hacía en turnos como inspector de micros. Después, mi mamá llegaba en la noche y yo había estado llorando todo el día. Me demoré en contarle", agrega.
Recién a los 17 años lo encaró para luego escapar de su casa por siempre. "Me levantó la mano, yo se la sostuve y él me forzó más. Me puse chora, me defendí y le dije que no me volviera a hacer eso nunca más. De la calle le grité: viejo de mierda. Mi mamá vio todo esto. Para mí fue un gran paso. Él no volvió a violarme. Fue la última vez".
"Le hago honor al apellido de un hombre que fue lo peor que pudo haberme pasado en la vida", aseguró la atleta.
Pese a que los posibles delitos podrían estar prescritos, Erika Olivera se decidió a hacer la denuncia, pero primero tuvo que hablar con sus tres hijas mayores y contarles lo que tuvo que soportar cuando tenía su edad.
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