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Esto significa que alguien siempre llegue tarde según la psicología

Todos tenemos un amigo, compañero de trabajo o conocido, que siempre llega tarde. Ya sea al trabajo, cumpleaños, juntas, reuniones, lo que sea, pareciera ser que el reloj de ellos está descompuesto, ya que nunca logran arribar a la hora pactada.

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Cuando uno les pregunta dan siempre excusas, aunque la más repetida de seguro es "yo siempre llego tarde", aunque existen una serie de razones desde el punto de vista psicológico que pueden explicar este patrón de comportamiento.

Explicaciones a los atrasos

En conversación con el medio Infobae, la psiquiatra Elsa Wolfberg, aseguró que "las personas que siempre llegan tarde no saben respetar los acuerdos, no consensúan, siguen a su propio ritmo sin considerar que tienen un compromiso con la otra persona. Son más egocéntricas, posiblemente, más ‘chantas’ en realidad porque les da lo mismo esto o aquello, tienen un funcionamiento individualista que desconoce al otro".

Wolfberg, además de hablar sobre un posible egocentrismo, también pone de manifiesto un eventual falta de autoestima de parte de quien llega atrasado siempre. "No tiene en cuenta que llegar a tiempo es hacer un don de sus propios aportes, no valora celebrar un encuentro o comunicar determinadas cosas que pueden tener importancia. Cree que esté o no esté es más o menos lo mismo, es un tema de subestimación de la propia persona", indicó.

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Al mismo medio, la psicóloga María Palavezzatti, dio otro punto de vista. "Aspectos de nuestra personalidad (como la baja escrupulosidad) o cuestiones vinculadas a la motivación (las pocas ganas). Ambas pueden explicar las demoras. Pero muy frecuentemente las personas que llegan tarde lo hacen porque subestiman el tiempo. El culpable de llegar tarde parece ser nuestro sesgo de estimación del tiempo", aseveró.

Sobre este punto, ahondó diciendo que muchas veces quienes llegan atrasados son demasiado optimistas con el trayecto a realizar, y planifican todo teniendo en mente de que saldrá como esperaban, aun así cuando su experiencia les haya demostrado que no.

"Nuestro optimismo nos lleva a creer que es poco probable que nos encontremos con problemas que provoquen retrasos. Y somos propensos a ignorar cualquier dato histórico que demuestre que el mejor de los casos es poco probable. Incluso si antes hemos llegado tarde, este sesgo nos orienta a creer que el futuro será mejor que el pasado. En relación con la falacia de la planificación, es la creencia de que las cosas que hagamos en el futuro no tardarán tanto como las pasadas", aseveró.

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