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¿Qué pasa con el ADN de los astronautas después de estar en el espacio?

Una nueva publicación de la revista Nature revela los posibles efectos en la sangre de los seres humanos después de estar en el espacio. El trabajo identificó ligeras mutaciones somáticas en el ADN de quienes han dejado la Tierra.

Con muestras de sangre tomadas aproximadamente hace 20 años, investigadores analizaron la correspondiente a 14 astronautas de la NASA que viajaron, en promedio, por doce días al espacio entre los años 1998 y 2001. 

Estas fueron recolectadas diez días antes de comenzar su misión y una segunda extracción se hizo tres jornadas posteriores a su aterrizaje. Luego de analizarlas, se detectaron las mencionadas mutaciones, las que no son heredables y que se manifestaron con una sobre representación de células de la sangre y hematopoyesis clonal.

"Los astronautas trabajan en un entorno extremo en el que muchos factores pueden provocar mutaciones somáticas, sobre todo la radiación espacial, lo que significa que existe el riesgo de que estas mutaciones se conviertan en hematopoyesis clonal", explicó el autor principal del trabajo, el profesor de cardiología, David Goukassian.

¿Qué significan estos resultados?

Si bien, se lograron identificar mutaciones genéticas anormales para su grupo de edad, estas no fueron suficientes como para que se generaran cambios de salud. 

"Aunque la hematopoyesis clonal era de un tamaño relativamente pequeño, el hecho de que observáramos estas mutaciones fue sorprendente, dada la edad relativamente joven (en promedio, 42 años) y la salud de estos astronautas", contó Goukassian.

Cuando la hematopoyesis clonal alcanza altos niveles, se convierte un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares, como cánceres tumorales y hematológicos, pero es una variación de ADN que se suele detectar en la población de mayor edad. 

Imagen de referencia. Enfermera toma una muestra de sangre para medir niveles de mercurio del astronauta John H. Glenn Jr. Créditos: NASA
Imagen de referencia. Enfermera toma una muestra de sangre para medir niveles de mercurio del astronauta John H. Glenn Jr. Créditos: NASA

 

"La presencia de estas mutaciones no significa necesariamente que los astronautas vayan a desarrollar enfermedades cardiovasculares o cáncer, pero existe el riesgo de que, con el tiempo, esto pueda ocurrir por la exposición continua y prolongada al entorno extremo del espacio profundo", añadió el experto.

Este tipo de modificaciones deberá ser considerada al momento de planificar futuras misiones, como aquellas que se podrían hacer al planeta Marte.

"Nuestra recomendación es que la NASA, y su equipo médico, examinen a los astronautas en busca de mutaciones somáticas y de una posible expansión clonal, o regresión, cada tres o cinco años, y, lo que no es menos importante, hasta bien entrada su edad de jubilación", finalizó el académico.

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