Conoce los milagrosos beneficios del ajo
Considerado una fuente de longevidad por griegos y egipcios, el ajo es uno de los alimentos más beneficiosos para el buen funcionamiento del organismo.
Documentos de la Grecia antigua, como las obras de Aristófanes, asentaron que el ajo era parte de la dieta y acompañaba los banquetes.
Hoy, el consumo de ajo se ha diversificado y lo encontramos en múltiples presentaciones para la cocina, siempre conservando las propiedades que la ciencia ha comprobado, como por ejemplo sus efectos para la buena circulación de la sangre y sus propiedades antibióticas.
MIRA TAMBIÉN: Kéfir lácteo: 9 beneficios que potencian tu organismo
Los compuestos azufrados del ajo son los responsables de su acción medicinal, ya que a través de enzimas y componentes esenciales son atacados virus, bacterias, hongos y niveles de toxicidad que puedan entrar a la sangre.
En países donde la tasa de morbilidad por problemas circulatorios es alta, el consumo de ajo es fundamental para mantener a raya infartos y daños en las arterias.
Su poder vasodilatador permitirá que la sangre circule más efectivamente, con un efecto directo sobre la mejora en el metabolismo.
En caso de catarros y resfríos, el ajo ayudará a limpiar el sistema respiratorio por sus propiedades expectorantes. Consumir dos a tres dientes de ajo diariamente aportará los nutrientes y compuestos clave a nuestra salud.
MIRA TAMBIÉN: Estos son los mejores alimentos para desayunar según los especialistas
Por sus propiedades antisépticas, siempre se ha recomendado su consumo para eliminar parásitos intestinales, por lo que se debe tomar en cuenta que, en algunas personas con estómago delicado, el consumo frecuente de ajo puede resultar irritante.
Aunque no es tan famoso como el chocolate, el ajo también activa la producción de serotonina, que es la llamada "hormona de la felicidad", un neurotransmisor asociado con el placer, el buen ánimo y el alivio del estrés.
Es importante tomar en cuenta que el ajo pierde gran parte de sus propiedades si se somete a fuego y cocción prolongada. La mejor manera de aprovecharlo es crudo, y solo se debe pasar por fuego por muy poco tiempo.