«Nadie sabe que estoy aquí». Chao
- Por Matías Andújar
A ver. Yo no soy crítico de cine.
Ni me gustaría serlo.
Me gustaría ser un animal. Como Memo, el personaje principal de esta película, que nos deja un virus que se reproduce en todas las mil formas de devolver lo que han podido darle.
¿De qué índole es este virus? Inquietante. Con aquella libertad estilística de los sueños. Difícil de copiar.
Es una marca de fábrica, de nacimiento, que nos enseña a no mostrar todo el juego de una.
Y evidentemente a no copiarlo.
Desde niño.
Un animal.
Ese es el patrón del procedimiento más importante de propagación de este virus.
Querer olvidar y renunciar a todo y nada, querer vagar en un cuerpo muerto. Sin pensar en nada.
Los ojos en nada. La mirada en nada.
*
Pese a que desde una primerísima primera escena se nos dice que va a ser un relato de la mano de lo bucólico, ese tópico fértil, que nos lleva a lo interno del ser, a la emoción de éste y, sobre todo, a la soledad y el flujo de pensamiento que en ella habita, nos vamos a encontrar con una narración, una lectura avanzada, donde se empieza a notar la voz del director que se impone a nuestra atención.
La película se va componiendo de diálogos breves, semillas, gérmenes de relatos presentes y pasados. Y algunos dibujos.
El trabajo cinematográfico va mucho más en el orden del laboratorio que en el de la fórmula ya muchas veces probada. No es una convención ni una verdad.
Tiene voluntad propia. Y tiende a respirar.
Me gusta la idea de pensar que la intención era acostumbrar a un astronauta a estar sin gravedad.
Así, todo queda en el aire. Igual que nosotros.
Se le agradece y le lustro las botas a Gaspar Antillo. Director de ésta, su Opera Prima. Un inicio "de película" en el mundo del cine.
Se les agradece a Jorge García y a Millaray Lobos. Del primero no había visto nada. Me guardo una muy grata sorpresa.
Ese acto sutil,
delicado,
de gestos,
como aquella buena bailarina que está moviendo sólo su mano,
con su dedo medio como motor.
Y también como el cuchillo que Rambo le metió a Verlaine.
Millaray tiene una valiosa y rica lista en trabajos teatrales. Dentro de Chile y en Francia, donde se fue a perfeccionar y radicar desde hace ya un tiempo. Va y viene.
Con una sola mano, a la hora de contar mis actrices chilenas favoritas, sin duda, está ella. Nunca la había visto en cine. Fue grande, pero no enorme.
Nunca supe porqué se fue a Francia.
Lo más certero debe ser que aquí no hay espacio ni sueldo para la gente talentosa y lo suficientemente inteligente para no tratar de encajar en una escena, un mundillo, totalmente anómalo y desagradable.
Es una actriz completamente perdida en Chile.
Y oye, yo no soy un “pachuco”, término que acuñó Octavio Paz para referirse a todos estos autores que se creían afrancesados y que querían serlo. Una falsa afirmación de su personalidad. De su origen. Tipo Cortazar. Tipo Huidobro.
Y juro de guata que Millaray tampoco lo es.
Juntos —principalmente— conforman este universo tan verde como oscuro. De distintas texturas, donde se mezcla el bosque con las lentejuelas, la handycam con la relación de aspecto 2.35 : 1, el vals y la Nueva Ola, la iluminación utilizada y la falta de ella.
Pequeños argumentos nos cruzan con grandes interrogantes.
Morfología de uno mismo.
A veces, hasta podría ser un musical. Y me refieron tanto a sus silencios como a su leitmotiv. Porque el silencio también es música, ¿estamos de acuerdo, no?
Es activar y desactivar una bomba. Con el mismo riesgo.
*
Desde aquí, bailo con Memo.
El mundo es un lugar muy extraño. Feo y bello.
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Zona tres datos:
1.- Carlos Cabezas aparece dentro del metraje. Aparte de hacer la bendita música de la peli, claro.
2.- Jorge García fue el primero de todos los actores en ser fichado para «Lost».
3.- Una foto de Jorge García es la portada del disco «Hurley» de Weezer.
3.1.- Mili Lobos interpretó a Masha. Quizás una de las mejores adaptaciones mundiales de «La Gaviota», dirigida por Alejandro Moreno.
*
Habría mucho más que hablar: Gastón Pauls («Nueve Reinas». Un hit.), su lindo gesto al aceptar la partipación, la produciccón de Fábula, Pablo Larraín, y lo que viene haciendo hace un buen rato, el Festival de Tribeca, el punk, que se ha transformado en una crítica visceral y violenta a sus propios principios, muchas veces machistas, y todo el desorden de los alaridos. Y que el dinero produce soledad, y nunca te ha salvado de ella. Pero bueno, por ahora nos callamos.
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