«100 Humanos» de Netflix. ¿Quién es el mejor? Dudo.
- Por Matías Andújar
Hemos difundido la Unidad, hasta el cansancio, en este espacio.
Le iba con harto entusiasmo a este programa de TV.
Buen título y su respectiva bajada. “100 Humanos. Respuestas a preguntas de la vida”. Interesante.
La descripción dicta: “Cien almas recias de diferentes orígenes participan en divertidos experimentos que exploran la edad, el género y la felicidad, entre otros aspectos del ser humano”. Interesante.
Play.
Ya... bueno... los presentadores son más fomes que comentarista de partido de ajedrez, pero da igual. Lo importante es el contenido, ¿no?
Además, tratan de hacer, tanto con ellos como con los participantes, una suerte de publicidad de Benetton ®. Tiene que estar presente el moreno, la colorina, el afroamericano, el oriental.
Al poco rato, nos vamos dando cuenta, recordando, mejor dicho, el lugar común basado en que “los gringos están locos”.
El programa se desarrolla en L.A. Precisamente la ciudad donde todos los presumidos y soñadores con el negocio de la fama quieren ir. A ver si alguien los pesca y cumplen el american dream. Hollywood.
Llaman a un casting y te invitan a participar, como gente común, a un programa en L.A.
Parten corriendo po.
Mala locación po.
Esos gringos no son parangón de nada. No son ¡nuestros humanos!
Entonces nos preguntamos ¿está esta serie, estos experimentos, hechos para la sociedad, para la comunidad norteamericana?
Si vamos a hacer experimentos, plantear hipótesis, tesis, variables, y desde ahí sacar conclusiones, debiésemos hacer una multiconección entre diferentes sectores, culturas, idiosincrasias. Ahí podremos encontrar distintas vidas. No hay más realidad que la diversidad.
O, por último, podrían hacer una diáspora.
Pero no. Toman 100 norteamericanos —elegidos no sabemos bajo qué prisma— y hacen ejercicios y principalmente competencias (“experimentos”) del orden ¿qué sexo es mejor?, ¿quién es más inteligente?, e intentar dilucidar si realmente las mujeres hablan más que los hombres, si realmente las mujeres pueden hacer más cosas al mismo tiempo que los hombres, y ese tipo de sabrosas armonías.
Entre todo este reality show, porque eso es, se pueden ver claramente los montajes y los libreteos propios de la telerrealidad.
Parten suave. Midiendo el atractivo físico. Proponiendo qué rostro es más amigable al común de la gente. No te ofrecen 100 rostros distintos, pero sí una amplia baraja.
Empezamos rapidito con los estereotipos.
La rubia tal, la rubia cual, la morena simétrica, la de cara asimétrica, la flaca, la que no es tan flaca, la del aro en la nariz, la con chasquilla, y así.
¿Con cuál te quedarías tú? ¿Con cuál se queda, porcentualmente, la mayoría?
Resultado. Listo. Experimento terminado.
Siguiente. Una competencia de habilidades manuales entre generaciones, agrupados por sectores etarios de 20, 30, 40, 50 y 60 años. ¿Quién lo logrará primero? Separatismo puro.
Al final todo se apaga. El subtexto es ¿quién es mejor?
Las secciones más atractivas del programa son cuando, después de los resultados, se le pide, entrevistan, en otro espacio físico, tipo consulta psicológica, la opinión a especialistas y sus investigaciones. Ahí encontramos algo firme.
Lo otro muchas veces queda en el chiste.
Experimentos sobre diferencias entre hombres y mujeres. La mujer queda mal. El hombre queda mal. La mujer queda bien. El hombre queda bien. Un mal gusto sexista del más feo. La batalla de los sexos. Cita textual de uno de los conductores del programa: “¡Las mujeres son mejores que los hombres!”.
O sea, en mi opinión, sí. ¿Pero deben capitalizarlo por TV?
¿Quién es más inteligente? ¿Los de 20 o los de 60? ¿Se puede cuantificar eso? ¿Siglos de sangre no bastan?
Continuamos con ¿quién se tiende a acercar a alguien con un buen “look” y quién a alguien con sobrepeso? Y veamos ahora si alguna de estas 100 personas es capaz de distinguir qué pareja es gay y cuál es la heterosexual.
Me fui molestando cada vez más. Me doy por vencido.
No me quedan fuerzas para rendirme. Ninguna revolución social ha logrado salvarnos. El mismo despotismo en distintas manos.
El artificio de «100 Humanos» es innegable. La pregunta cae. ¿Es algo científico? ¿Es algo televisivo? ¿O es 50-50?
Ahora, OJO. Entre la estupidez siempre se vislumbra un espejismo. Y ahí es donde el programa acusa ciertos aspectos. Hay una denuncia. O más bien, el ser humano mismo se evidencia.
A ratos pasa algo. A veces me dejan con el cigarrillo a medio fumar, me lo apagaban con un balde agua. Otras, me prestaban el encendedor.
Por imbécil que sea a ratos, la imbecilidad humana, la «Condición Humana», como llamó Malraux y Hannah Arendt, nos hace reflexionar. A palos.
Lo deprimente es que probablemente estos programas tengan razón.
¿Es ciencia basura o concreta? ¿Hay un impacto cultural o es la hora de ver qué hay en Netflix?
Está bueno, igual. Para nosotros, los que nunca hemos pensado las cosas solos y necesitamos que nos las muestren en TV.
PS. Más de ocho mil problemas humanos han sido inventariados en la Encyclopedia of World Problems and Human Potential. Ed. Union of International Associations. Múnich, NY, Londres, París, Saur, 1986.
Leer más de