Patti Smith en Chile: devuélveme tu mundo
- Por Matías Andújar
Dos días en un silencio inmortal junto a Patti Smith. A kilómetros de mi cama, con los ojos de un solo color, respiré su aliento en una compasiva conferencia de prensa y en un concierto de espinas.
Digo compasiva porque su cabeza va a otro ritmo, pero nos espera, atenta, como quien en una posta espera el relevo de su compañero.
Digo espinas porque ahí todos teníamos una herida. Y se nos abrieron un poco más.
Recogí algunos pedazos.
Patricia tiene 73 años. Mi abuelita murió a los 73, hecha pedazos. Las generaciones cambian. Ella perteneció a una. Nosotros somos de otra. Tiene su confianza puesta en nosotros. No podemos fallar. Unos entregan toda su sangre, escriben con ella, a otros les gusta solo absorberla. A sus 73 años, se hace pedazos, pero en el escenario.
Gracias por tus lágrimas. Por el dolor que pones en tus canciones.
Dice que vivimos en el peor de todos los tiempos de la humanidad. Le creo. Por lo menos en uno de los peores. El dolor es para siempre. Y la felicidad también. Este es el juego. La vida se trata de vivir lo más lindo y lo más feo al mismo tiempo.
Ha visto vaciarse todo, pero sabe que todo se vuelve a llenar. El dolor nunca se borra, pero se puede sobrellevar. El solo hecho de estar presente e ir de frente nos da la fuerza.
Se puede romper, con ganas de armar. Te puede doler, con ganas de amar. Es un ritual.
Como esa banca en la plaza, que apenas se sostiene, pocos tuvimos la tarde para sentarnos contigo sobre un cielo tan íntimo. Y nos contante una historia en que nunca habías "visto tanta catástrofe en nuestro ambiente. Vivimos en un tiempo terrible. Y eso debiese unirnos. Y solo tenemos una vida. Y siempre sucede algo maravilloso".
Detengamos el mundo a nuestros pies. Ya. Sin ninguna tonta vanidad. Nos permitirá ver mejor. Es una cuestión cinemática. Nada que el escote aquí, que el escote allá, que el pelo aquí, que el pelo allá. Solo escuchar los latidos.
No es necesario comprar hermosos días, porque todos los días son hermosos. Usted comienza una nueva vida con cada amanecer. Soy como despierto. No se trata de envejecer tocando la misma canción. Es, cada vez, una nueva experiencia. De lo contrario sería la muerte como músico y la pérdida de identidad como persona.
El cansancio de ver cargar los dados, le hace apretar su puño. Arrugar su cara. Y levantar el puño.
Me tiñe tu mano.
Los males fundamentales del mundo son fenómenos sociales. Este ruido es la interferencia. Pero al mismo tiempo somos el único potencial del mundo. Todos juntos, podemos, nos dice. «Todos juntos» nos dicen los que saben de distancia.
Su mensaje arriba y abajo del escenario es de unidad.
“Habitemos uno dentro del otro. Construyamos el universo” es mi síntesis. El mundo se cae. Llevamos el peso en nuestros hombros, pero yo te presto mi hombro. Tú me ofreces el tuyo.
Por favor no vivamos para valores ficticios. Ajenos a la vida. Esa vanidad, la gloria, el lucimiento y las apariencias. Patti, lejos de estas competencias, busca encontrarse y encontrar amigos en el camino. Con un pensamiento crítico. Humano.
Se irá de Chile, pero nos deja su brisa. No es nuestra culpa, es la sociedad, y a ella le vomitamos, dice, gesticulando con los siete sentidos. Cuando te ausentes para siempre, nos habrás regalado, quizás, un siglo, de sol a sol.
Gracias por el fin, amiga mía. Ya no tengo miedo de este paraíso, cuando nos visitan voraces seres y bosques de fuego. Con mi borrachera y mis malas ideas.
Ningún rayo borrará tu nombre.
Patti Smith no es una bandera. Es una persona. Ni ahí con el deseo de ser como otros quieren que sea. Una feminista, por ejemplo. Lo dejó bien en claro. “No somos etiquetas. Yo no quiero ser una”. "Tengo un hijo y una hija. La gente siempre me pregunta por los derechos de las mujeres. Yo creo que los derechos humanos". Así que la chica que andaba con la polerita del estampado «The future is female» va como camarón. Dormido, anestesiado, contra la corriente. La corriente somos todos. Son los niños y son las niñas. Esa es la próxima generación. La que vendrá después de nosotros. La que hará lo que nosotros no hicimos. Y no lo harán con los genitales.
Levantando su guitarra, al fin del concierto, Patti dice: “Esta es la única arma”. Hay que elevar el oído del ojo.
Y no es una mueca. Será auténtica o no será. No piensa a la moda, cada vez se puede entrar más, se actualiza, la vida contemporánea nos devora. El mercado nos devora. Un mundo que adora lo que se vende.
Se ha mantenido alejada de la tecnología. Mantiene el espíritu de los 70s. Rodeada de poetas y sus libretas.
Poetas que no sueñan con sus poemas.
Poetas que no sueñan con sus poemas.
Poetas que no sueñan con sus poemas.
«Mi corazón es tú». Una frase mal articulada, en el improvisado español de Lenny Kaye, su guitarrista y compañero de banda por 50 años, terminó siendo una de las consignas más espontáneas y, por lo tanto, más bellas de la excursión que fue la noche del lunes.
Después de subirse a todos los juegos de la plaza, y pedirnos que la acompañemos, termina haciendo un cover de «My Generation». Uno de los himnos más grandes de la rebeldía. Anda a tratar la batería como Keith Moon, anda a tratar la guitarra como Pete Townshend. Ni Jimi la hacía el 67. Patti Smith se rinde ante esta oda.
Ese mismo año, los Beatles cantaban «Lucy In The Sky With Diamonds». Pfff.
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Zona tres datos:
1.- Patti opina que «2666» de Bolaño es la primera obra maestra del S. XX. "Lo amo", dijo. Somos dos, pero yo voto por «Los Detectives Salvajes».
2.- Pocos saben, pero «Gloria» es un cover de Van Morrison.
3.- Florence + The Machien, U2, Courtney Love, Sonic Youth, The Smiths, Garbage y Madonna, por ejemplo, citan a Patti Smith como un firme referente para ellos.
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