¿Qué es el Folklore? El Palacio de la Memoria.
- Por Matías Andújar
Por suerte se acabó el 18. Ya quería volver a trabajar.
No salí. No vi un mareado en la calle. No sentí olor a oveja quemada. No oí a lo lejos ni una sola guitarra zapatear. Algunas voces altas, por ahí, pero lo normal para uno de los países con los índices de alcoholismo más altos del mundo.
Fue tiempo suficiente para plantearme o replantearme una buenísima inquietud que me dejó una entretenida persona.
Vamos al origen de la palabra. Brevemente. Es necesario.
Se usa Folclore, Folclor o Folklore, indistintamente. Prefiero «Folklore» porque guarda relación con el origen inglés de la palabra. Soy más amigo de los anglicismos que de hacerles el quite forzosamente, y negar el extranjerismo. La pizza es pizza, la almohada es almohada, el casting es casting, el corner es corner, y el spoiler es spoiler.
Hoy, folklore es un concepto flexible, que incluye lo que la gente hace con las palabras (la tradición oral), lo que hacen con las manos (lo material) y las acciones (lo que guarda relación con sus costumbres y su preservación), los que ejecutan y los que se instruyen —o no— y transmiten estas tradiciones. Las mantienen vivas, en circulación.
Todas las culturas tienen su folklore. Celtas, peruanos, nórdicos. Todos. Es distintivo y propio de cada pueblo. Tienen sus distintas raíces, líneas políticas, estructura social, historia y formas de vida. Y ésta se manifiesta, hoy —no intentemos hacer un compendio como si fuese un bestiario de Darwin—, principalmente a través de la música, la comida y la danza.
Cuando pensamos en folklore musical chileno, nuestro primer acercamiento mental, es al del contexto político, que se le llamó Nueva Canción Chilena. El segundo que se nos viene a la cabeza es el de la primera etapa, que tiene que ver más con lo tradicional, «La Resfalosa» y todas esas. Y el tercero, ya, lo que sería el neo-folklore, que empezamos a llamar «folk». Donde se comienza a ubicar nuestro socio, Gepe, que dice hacer "pop andino", o cuando Camilita Moreno se creía Violeta Parra. Antes de alucinar que era Björk. O estamos mal de la cabeza o estamos mal del corazón.
Nadie se muere de hipótesis. Y con eso se quiere decir que debemos tener convicciones. Por las cuales valga la pena morir.
Lo que nos hace poner en cuestión qué es el folklore. Porque hay que dudar. Dudar de todo.
Preguntémonos, ¿es el folklore del pueblo? En las dos primeras etapas, los acercamientos que vimos, sí. A todas luces. Es al pueblo a quien apuntan y es el pueblo quien responde. ¿Es de raíces? También. Es una de las temáticas, y quizás la más importante. Hay identificación y manifestación sobre la tierra propia, que se pisa y se hunde.
Esa época mantiene el mismo status quo hasta hoy. Todo muerto, todo en calma. Parejito. El nombre y la remembranza de Víctor sigue sin aparecer en los avisos clasificados del diario, y se hacen, como embutidos, obras de teatro de Violeta Parra, cuál de todas más mala. Porque no saben nada de ella ni investigan. Solo usan su nombre como una marca. En esta misma generación se comienzan a posicionar Patricio Manns, Luis Advis, Illapu, Inti-Illimani, Quilapayún y Los Jaivas. Que los nombro, pero pateando la perra. Y me gustaría incluir también al Gitano Rodríguez. Coetáneo de ellos. Quienes buscaron rescatar la tradición folklórica de nuestro país. Una especie de “Nueva Ola” pero folklórica. Más, el contexto político en el que el país se estaba dando una ducha.
Pero ¿qué queda de ellos? Solo la memoria. ¿En qué radio los pasan? ¿Quién los pone cuando invita a sus amigos a la casa? ¿Quién los escucha para trabajar?
Las nuevas generaciones no sabrán de esto. Pensarán que Quilapayún es otra calle con nombre de palabra mapuche, como Apoquindo, Manquehue.
Solo la memoria.
La primera generación en ser grabada mecánica y analógicamente del folklore chileno, corre en la vena de Margot Loyola, Nicanor Molinare, Los de Ramón, Los Cuatro Huasos y, pateando la perra otra vez, Los Huasos Quincheros.
Música tibia, que no logró rescatar lo que venía con tanta fuerza e intención desde el campo, de las raíces, de la tradición folklórica que se transmitía de boca en boca. Con mucha suerte, guardamos en algún bolsillo roto, el «Chiu Chiu». Incluido en la película «Bailando nace un amor» de 1942, protagonizada por Rita Hayworth y Fred Astaire. Esta fue, originalmente, la llamada “la Nueva Ola del Folklore”, pero sólo y únicamente porque iba a la par con la Nueva Ola del Rock Chileno, en los 60s, hija adoptiva de los movimientos que estaban sucediendo en el primer mundo.
Lo que nos llegaba del primer mundo fueron héroes aquí y también allá. No para mí. Pero desechando mi negación, nos entra otra pregunta. ¿Por qué seguimos escuchando canciones de la Nueva Ola chilena? ¿Por qué nos prenden, de forma natural? ¿Por qué sí los pondríamos en una reunión con amigos?
Fácil. Porque están buenos po. Es alegre y las baladas son para cortarse las venas. Dan ganas de mover el esqueleto, de emocionarse, suspirar, te transporta a muchas partes.
¿Quién es el folklore? ¿A quién está encubriendo? ¿Necesitamos interrogarlo? ¿Le dará un infarto si lo hacemos? ¿Una embolia? ¿Cuáles son sus referentes, sus necesidades?
Estas dos expresiones folklóricas que hemos visto son completamente estáticas. El folklore nos muestra la foto de su difunta madre.
Vive en el Palacio de la Memoria.
A mediados de los 70s nace el Canto Nuevo como un movimiento socio-cultural. Barroco Andino, Eduardo Gatti, Quelentaro, Santiago del Nuevo Extremo, Sol y Lluvia, o Schewenke y Nilo. Éstos últimos, íntima y subjetivamente, los mejores de todos los que hemos alcanzado a nombrar aquí. Exceptuando a Víctor, claro.
La vida del Canto Nuevo, continuación innata de la Nueva Canción Chilena, fue breve. A finales de los 80s ya no había que darle fuego a las cosas. Y frases tan famosas como «Y va a caer / Y va a caer» no cobraban sentido. Se apagaba el fulgor. Después del plebiscito las temáticas fueron otras.
Empezaba a llegar el folk. Y enterró al folklore a sangre fría. Pero encontramos que el ADN no corresponde al cuerpo. El folk nace del folklore, pero le preguntamos a la esposa, al vecino, al empleador del folklore ¿con quién habló de todo esto anteriormente? ¿Le pidió permiso? Y no.
Es un estilo completamente nuevo. Fresco. Oculta cuentas bancarias en el extranjero. Vive en todos los países del mundo.
La música irá evolucionando, adquiriendo nuevas dimensiones y demandando consumidores que al igual que ella, se adapten al cambio.
Le han puesto un nuevo velo a lo que entienden por folklore. Es una versión libre. Como lo fue el verso blanco en poesía.
A veces, a veces, se tocan el timbre con el antiguo folklore y salen a comer. Se dividen la cuenta y quedan tan amigos como siempre. Pero ni uno llama al otro por teléfono para saber cómo está, durante la semana. Algo de lo antiguo que sigue con vida.
Sentemos un poco el tema apoyándonos en ejemplos. Primero: debe hacer uso de guitarra acústica. Electroacústica a lo más. Mentira, puede ser hasta eléctrica. ¿Ven? No hay límites. Bendita posmodernidad.
Damien Rice
Que la Asamblea se permita una simple observación. A Damien Rice debiesen postularlo a presidente de Irlanda. El tiempo no está para discursos largos. Solo emotivos y honestos. No olvidemos el tiempo de una persona. El de la que habla y el de la que escucha.
Diane Cluck
Diane siente otro dolor. El dolor de la curación. Inventa una máquina para no necesitar hablar.
Chelsea Wolfe
Desde el sótano ruge la calefacción para que la encienda. Sale y pisa montones de basura. La lluvia cae en sus ojos. Fría y reconfortante.
Me puse joven.
Hay un trabajo musical natural. Orgánico. Hay un acto de resistencia e identidad, que debían ser las características del antiguo folklore. La nueva tradición de este estilo es la nostalgia. Y de cierta forma la nostalgia también era un leitmotiv de gran parte de su abuelo folklore y de su tatarabuelo folklore, que quedaron cojos. Y murieron, pero no de viejos.
Ayúdenme. ¿Son estos cantautores o son trovadores? A estas figuras ni siquiera los separa una línea delgada, sino que se mezclan y confabulan entre sí. Se entrelazan como una vieja enredadera alguna vez viva, como amor y odio, víctimas y victimarios, como el sueño americano y el que muere en suelo americano, como hombres y animales.
¿Qué pasa con Silvio Rodríguez, por ejemplo, sin duda dentro del marco de la llamada Nueva Trova cubana? ¿Es un cantautor o es trovador? O, ¿por qué le denominaron "Nueva Trova"? Las categorías, las etiquetas se inventan, arbitrariamente, para definir géneros y estilos, a veces acertadas, otras, muy desafortunadas.
Sin joda, ¿qué pasa con Arjona? Se inunda todo. Pero en barro. Es conocido como “El Trovador de América”. Wikipedia nos dice ¡que Arjona hace folk! ¡Es una locura!
Lo que sí, yo creo que, indudablemente, es un poeta de tomo y lomo. Es joda.
¿Cómo andamos por casa? En la misma onda que la Nueva Ola no más. No dejamos de imitar al primer mundo. Aparecen actos originales por ahí, pero, lo digo con mucha pena, no les pasan la pelota. Los que más la reciben y la piden son bien comilones los hu****es. A esos no los vamos a nombrar, por respeto a quienes sí lo merecen.
Nuestro folk. Una herencia medio rota, medio fraccionada, con un ojo puesto en Chile y otro en los modelos extranjeros. Otros, claro, trabajan en silencio. Sin mirar para el lado.
Colombina Parra
Relatos como éste, señoritas, no pueden escucharse sin palidecer. Lava ropa en el lavatorio. Lo hace como un acto silencioso. No pretende ser un fenómeno.
Diego Lorenzini
El duelo que todos sentimos por igual en este recinto. Le ponemos la mejilla. Ayuna dioses mercenarios. Pocos hombres quieren ser hombres derechos.
Ángelo Escobar
Asalta la joyería para robarse la almohadilla burdeo donde se apoyaba el costoso collar de diamantes. Y estaba muy cansado pero volvía a usar el cansancio como motivación.
Chini and the Technicians
Guardaespaldas del sol. Sin hacer nada, mueven la cabeza sin dirección. De a poco uno descubre qué y quién es.
Así, nos encontramos de frente con el tren a toda máquina y no alcanzamos a dar el grito. Alargamos la vocal para indicar que es larga, como si no lo supiéramos. El latido de nuestra música nos acurruca como a un loco o a una guagua. Para bien o para mal. Y forma parte de otro nacimiento, de otra historia. Por ahí va nuestro presente. Nuestro decir, nuestro expresar. Comunidad y singularidad no se oponen entre sí, pero tampoco salen a tomar el té. La revolución ahora es solo digital. La música terminará en manos de los computadores.
El folk también morirá. Morirá. Morirá. Será un espectro en el Palacio de la Memoria.
[Años después...]
Hoy, el Palacio está vacío. Se han llevado mis ojos, y mi corazón mudo. Insensible.
Te extraño tanto que te odio. Todas las maneras que tengo de extrañarte. Todas las maneras que existen y tengo de extrañarte.
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Zona tres datos:
1.- Toda la música de Víctor Jara pasó a dominio público.
2.- Piñera les dio el Premio a la Música Nacional Presidente de la República a Los huasos Quincheros el 2013. Dios.
3.- Ricardo Arjona fue basquetbolista profesional.
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