Beetlejuice: El regreso del caos fúnebre de Tim Burton
- Por Esteban Beaumont
Beetlejuice, Beetlejuice, Beetle... ¡No! No nos atrevamos a decirlo tres veces, no vayamos a invocar al macabro bio-exorcista. Bien que le han hecho 36 años atrapado en el mundo de los muertos. Ah, pero la nostalgia ya lo llamó de vuelta. Otra secuela con sabor a remake que produce una "recuela". ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Varias veces he comentado mi opinión en torno a las "recuelas", esas películas que funcionan como secuelas de éxitos de décadas pasadas y que reúnen a parte del elenco original junto con nuevos personajes para contentar a los fanáticos y atraer a un nuevo público. Por otro lado, uno no es de piedra; Beetlejuice (1988) es una de mis películas favoritas, la puerta de entrada al terror y la historia que creó el fúnebre estilo de Tim Burton. Pero, ¿por qué regresar tres décadas después sobre los mismos pasos?
Beetlejuice, Beetlejuice llegó a los cines como una celebración mortuoria de chistes malos (que son buenos), sangre, tripas y amor por el terror. Con un Tim Burton en estado de gracia, como no lo veíamos hace años (sus producciones para Disney han sido más que lamentables), se construye una secuela que ocurre, precisamente, 36 años después. La familia Deetz, con Winona Ryder como Lydia y la espectacular Catherine O’Hara repitiendo su rol de Delia, vuelve a la casa embrujada junto con Astrid, la hija de Lydia, interpretada por Jenna Ortega. Los azares de la vida (o la muerte) los harán reencontrarse con Beetlejuice, nuevamente interpretado por un Michael Keaton que se lo pasa en grande volviendo a moldear uno de los personajes más icónicos jamás vistos en la pantalla grande.
Por otro lado, la película obliga a la salida de Jeffrey Jones, actor que daba vida al padre de los Deetz, debido a que Jones está alejado de la actuación tras haber sido detenido por posesión de pornografía infantil. La solución tomada por Tim Burton para no perder al personaje, y no recastear al actor, es de genios; hay que cerrar el estadio. Esto habla de lo bien que se lo pasó Burton haciendo esta película y de la desbordante imaginación que muestra en esta secuela.
Beetlejuice, Beetlejuice triunfa en el ritmo, en la historia, en el terror, pero sobre todo en los chistes. El trabajo guionizado por Miles Millar y Alfred Gough (guionistas de la serie Merlina) es de una picardía increíble. Poco importa la trama cuando uno se lo está pasando tan bien, como en esa reunión de viejos amigos que conservan su complicidad y sus chistes tontos, sexuales y repletos de sangre falsa que salpica como una regadera sin control. Con una sala de espera en el inframundo llena de genialidad morbosa, surfistas a medio torso, hombres atragantados por comer hot dogs, un viejo pascuero carbonizado por el fuego de una chimenea... el hilarante y morboso sentido del humor conduce a las más incorrectas e incontrolables risas. Tim Burton, en estado de gracia, abraza los efectos prácticos y su pasión por el terror.
Y hablando de terror, de todos los personajes que se suman a esta aventura (hilarante el de Willem Dafoe), la que destaca por su belleza y prestancia es Monica Bellucci. Una femme fatale que, como una novia de Frankenstein o la misma Novia Cadáver, se auto-reconstruye y parte en una fatal búsqueda de Beetlejuice, quien resulta ser su expareja, dando paso a los mejores chistes de la película y a un homenaje al cine de terror italiano de los años 60 que es sublime. Otro guiño que me causó mucha gracia es saber que el personaje de Winona Ryder rompió fuente mientras veía Operazione Paura de Mario Bava. ¿Cómo no iba a salir una hija con la personalidad de Lydia?
Sin girar en torno al fan service, Tim Burton hace lo que hay que hacer en una secuela: ampliar el universo de Beetlejuice con nuevas ideas sobre el mismo fondo. Claro que hay guiños a la primera película, pero son solo eso, guiños. Burton regresa en gloria y majestad con una comedia negra chifladísima en la que, si estás lo suficientemente chiflado, lo pasarás en grande. Invoca el absurdo y disfruta como un niño.
Beetlejuice, Beetlejuice, Beetlejuice.
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