Marcela Vacarezza confiesa que se enteró en su podcast de crisis que atravesó su familia

Con gran éxito, la familia Araneda - Vacarezza, estrenó un video pódcast a mediados de este 2024 llamado "Tenemos que hablar", en el que conversan de diferentes temas, siempre relacionados con sus vivencias, generando gran sintonía entre sus seguidores.

Ocho capítulos, que suman en total cerca de 2 millones de visualizaciones, bastaron para que la familia tomara la decisión de realizar un segundo ciclo del programa, el cual esperan grabar dentro de los próximos meses, donde abordarán nuevas temáticas.

La "crisis" que se conoció en el pódcast

En conversación con La Cuarta, Marcela reconoció que en cada capítulo había un tema, pero no se sabía de qué se iba a hablar. De hecho, fue gracias al pódcast que se enteró de que en plena pandemia, sus hijos tuvieron una reunión virtual con su padre, en Estados Unidos, donde se quejaron de las actitudes de Vacarezza.

"Hicieron una reunión por Zoom, los tres con él, porque no me soportaban. ‘Papá, ¿qué hacemos con la mamá?’. Yo me enteré ahí y yo les dije, ‘¿es broma?’ ‘No, sí, tuvimos una reunión con él’. Yo no sabía. O anécdotas que de repente quizás por su edad la escondieron y que ya más grande las pueden contar. Ha sido como una terapia familiar", señaló.

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A modo de defensa, Marcela expresó que "para Rafael fue difícil vivir aquí solo. Pero yo que tenía que lidiar con este monstruo, porque apenas partió la pandemia, era como una sombra negra y uno salía a la calle y más o menos que te ibas a morir por salir a la calle. Y uno llegaba, se duchaba, se cambiaba ropa y nadie sabía mucho del tema, solo que la gente moría por este contagio. Yo lo tuve que vivir con ellos y resulta que para los jóvenes adolescentes haber vivido eso... yo creo que fueron los más perjudicados".

Mientras los hijos se quejaban con Rafael, Marcela también hacía lo mismo. "Él era el puchimbol(sic) de todo lo que estaba pasando. Además, que yo les decía qué se quejan tanto. Porque además era bien egoísta, de parte de ellas yo encontraba y se los decía: ‘Tienen una casa increíble. Tienen posibilidades de tantas cosas. Hay gente que vive superapretada, que no tiene dónde pasar el rato. Y ustedes son unas malagradecidas’. No, sí peleamos. Peleamos harto esas veces. Al principio fue más. Después también entendieron, o tuvieron tolerancia a la frustración y supieron que yo no las iba a dejar nunca", cerró.

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