Un lugar en silencio: Día 1. La supervivencia de lo humano
- Por Esteban Beaumont
Siguió el camino esperado. El fenómeno que significó Un Lugar en Silencio (2018) y su continuación (2020) hacía suponer la extensión de la saga de terror creada por John Krasinski (Jim de The Office para nuestros corazones). Película bien recibida por la crítica y por el público está condenada a convertirse en franquicia. Esta semana se estrenó Un lugar en silencio: Día 1, la historia del primer día de esta invasión. ¿Logra sobreponerse a sus excelentes predecesoras?
Un lugar en silencio: Día 1 nos cuenta los inicios de la invasión de estos monstruos puros del tímpano que ya conocemos por las películas anteriores. Una invasión en toda regla, en el medio de Nueva York, ciudad que tiene un rol fundamental en la película, convirtiéndose en un personaje más. El ruido del centro neurálgico estadounidense a disposición de la construcción de una Monster Movie en toda regla. En este orquestado ambiente seguimos a los personajes de Lupita Nyong’o y Joseph Quinn. Ambos en excelentes papeles opacados por el Schnitzel, el gato que interpreta a Frodo en la mejor actuación animal del año.
Con Krasinski dejando la dirección, el fierro caliente es tomado por Michel Sarnoski, quien dirige su segunda película luego de la excelente Pig (2021). Y vaya acierto. Sarnoski logra infiltrar un drama radicalmente humanista en una gran película de terror. En medio de una invasión a la escala de La Guerra de los Mundos o Cloverfield, se esconde una interesante discusión en torno a la muerte y la pérdida del humanismo.
Al igual que en Pig, Sarnoski dota a su obra de protagonistas con componentes altamente dramáticos. En la película protagonizada por Nicolas Cage, donde su personaje buscaba recuperar su cerda raptada, veíamos una especie de John Wick con menos acción pero con un trasfondo en torno al luto y a superar/convivir con la pérdida, y eso era lo que termina calando en el alma del espectador.
Acá tenemos, por un lado, a Lupita Nyong'o interpretando a Sam, una paciente de cáncer terminal, y a Joseph Quinn como Eric, un hombre totalmente incapacitado por el terror (como si la ansiedad de Intensamente 2 se transformara ante la inclemencia mortal de un monstruo cruel). Son estos dos personajes quienes deberán encontrarse (físicamente) para luego buscarse (humanamente).
Y es que esta película es más que una constante búsqueda de la supervivencia personal; es una búsqueda de rescatar lo humano en medio de la pérdida del humanismo. La importancia de lo mundano cuando el mundo se desmorona alrededor nuestro. ¿Qué buscamos como humanidad? ¿La externalidad de la vida o la vida en la finitud? De ahí el por qué el objetivo de los personajes y la supervivencia no solo por el hecho de sobrevivir. Ahí radica la eficacia de que la protagonista tenga una relación tan cercana con la muerte. Esta película postula interesantes formas de ver la muerte, la aceptación y la dignificación de ella.
Todo sazonado con un espectacular uso del sonido para provocar más de un susto y condensar grandes escenas de acción/terror desde dos héroes inusuales, que no planean serlo. La película de Sarnoski es sumamente inteligente; cuando es una buena película de terror, se convierte en un mejor drama. Sincronizado con grandes actuaciones y una puesta en escena detalladísima, esta precuela da un vuelco total al estilo impregnado por Krasinski. Una nueva forma que no hace más que alimentar esta rica e impresionante saga cinematográfica.
Un lugar en silencio: Día 1 es un triunfo cinematográfico sublime, merecemos más películas así. La muestra clara de que a los directores hay que dejarlos ser y alejarlos de las normas establecidas. Fue precisamente eso lo que significó el éxito de la primera Un lugar en silencio. Si no van al cine después de estas palabras, háganlo para ver al gato Frodo.
Quiero pizza.
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