Comentario "El Planeta de los Simios: Nuevo Reino" y el humanismo en los blockbusters

1968, se estrena El Planeta de los Simios, la primera adaptación de la novela homónima de Pierre Boulle. Una de las películas canon de la historia de la ciencia ficción. Más allá de su atrapante historia, la película de Franklin Schaffner es una obra artísticamente romántica, de la lucha por rescatar y salvar la humanidad.

2011, se estrena El Planeta de los Simios: (R)Evolución, el reinicio de la franquicia luego del fracaso de la película del 2001. Más allá del increíble despliegue de efectos especiales, la película de Rupert Wyatt es una historia sobre la pérdida de humanidad y las consecuencias de los caprichos divinos del ser humano.

2024, se estrena El Planeta de los Simios: Nuevo Reino, cuarta parte de la saga iniciada en 2011, la cual funciona como inicio de un nuevo bloque de la historia. Ambientada varios años después de El Planeta de los Simios: La Guerra (2017), la tierra está dominada por los simios, los humanos fueron disminuidos a una especie inferior de animales, perdiendo incluso la habilidad de hablar. Ahí, distintos clanes de simios entrarán en conflicto, reflejando que los males humanos son intrínsecos a la especie dominante.

Dirigida por Wes Ball, el hombre tras la saga juvenil Maze Runner, la nueva entrega que llegó a los cines se decanta por ser un homenaje a la película del 68. Los simios dominan el mundo y los humanos son cazados. Las enseñanzas de César (protagonista de la saga) han evolucionado y han sido trastocadas por maniacos monos con delirios de grandeza. Entre la búsqueda de rescatar a los suyos y la de honrar la figura de César, dos simios y una humana se embarcan en una aventura de dos horas y media.

El apartado visual es exquisito. Una proeza de los efectos especiales que nos hace recordar (entre tantas producciones deficientes en esa área) que un dedicado trabajo trae consigo un impecable resultado. El equipo técnico de la película habló constantemente de que trataron de usar lo menos posible las pantallas verdes, es decir, grabar en espacios reales, exteriores. Esto con la idea de disminuir lo más posible el trabajo computacional, aunque el 90% de sus personajes sean creados por computadores.

Lamentablemente la película propone poco más que la hazaña visual. Hay un esfuerzo en recuperar el carácter humanista de la original, aquel esfuerzo por conservar las raíces y la historia, manipulada por los villanos a su conveniencia. Pero es un esfuerzo que queda poco y nada reflejado en la historia. A excepción de la escena del telescopio, la película queda en un mensaje sin fondo ni trascendencia, convirtiéndose en un reflejo de que Hollywood no logra replicar sus obras clásicas.

Es por eso que el mejor personaje es el de Raka, un orangután que se dedica a preservar la doctrina de César. Es el personaje más preocupado por la humanidad y por lo mismo es el personaje que más hace que avance la historia, que más debates propone. Por momentos se postula una muy interesante inquietud en torno a las religiones y su fanatismo ciego, pero nunca vuelve a ser tocado y mucho menos resuelto.

Un débil trabajo arquitectónico que no logra perforar en el subtexto. La historia original presentaba al Dr. Zaius, un villano complejo y moralmente cuestionable. El villano actual, Proximus, es genérico y olvidable.

Ahí radica precisamente el problema de esta película. Pese a seguir el excelente ritmo de sus predecesoras de intercalar momentos de acción con drama humano, no hay una escena que resuene en la cabeza. Son secuencias que pese a su excelente calidad técnica carecen de épica, de ese carácter adulto tan emblemático de la historia del Planeta de los Simios.

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