Comentario: El Problema de los 3 Cuerpos y la planicie de las series
- Por Esteban Beaumont
Netflix estrenó una de sus series más ambiciosas del año. Esto ya que está basada en los exitosos libros de Liu Cixin. Además, a cargo de la adaptación se encuentran David Benioff y D. B. Weiss, las mentes tras el hito serial moderno de Game of Thrones. El material de origen es un éxito, los encargados de adaptarlo ya han triunfado, entonces ¿Funciona El Problema de los 3 Cuerpos? Si, a duras penas.
El problema de los 3 cuerpos es un enigma irresoluble de carácter científico, que busca adivinar la posición de tres cuerpos atraídos gravitacionalmente entre ellos, que están en constante movimiento. Una pregunta a la cuál no existe una respuesta y que centra una de las problemáticas de la serie.
Comenzamos en China, en los años 60, con una decisión que resuena a través del tiempo y el espacio hasta nuestros tiempos. Mientras importantes científicos aparecen muertos, varias personas tendrán que idear un plan para enfrentar el mayor peligro de la humanidad. El Problema de los 3 Cuerpos es una mezcla del carácter científico/espacial/ficcional y un melodrama en torno a la amistad y el sentido de la vida.
Cuando la serie decide afrontar su carácter científico y espacial, con la limitantes de trasladar la idea del libro a un formato televisivo que, además tiene que ser atractivo, tiende a encontrar sus mejores momentos en pantalla. No solo la historia es entretenida, si no que logra crear grandes secuencias, muy divertidas.
Por otro lado, existe la necesidad de crear una serie atractiva y fácil de consumir. Por lo que hay varios espacios al drama humano (que desconozco si se replican en la novela) que realmente me desinteresan y es por que su construcción es muy insustancial. En un diálogo me hablan de relaciones amorosas y enfermedades terminales en personajes que no se han dedicado a construir. Hay trasfondos que no forman parte de la serie y los personajes realmente interesantes se basan en la simpatía. Como es el caso de los personajes de Benedict Wong o Liam Cunningham.
Hay una espectacularidad visual que me resulta sumamente somera y esto siento que es un reflejo de un problema que se generaliza en las cientos de series estrenadas al año. Pese a que hay una intención de crear postales impactantes (una escena de barcos de papel en el mar por ejemplo) se siente sumamente artificial, incluido con calzador. Y esto es porque la serie tiene cero intención e identidad cinematográfica. No hay un plano, un uso del color, una propuesta audiovisual que me resuene en la cabeza, que se quede dando vueltas durante varios meses y que me dé un atisbo de independencia autoral.
No me logro creer que las postales hermosas se compongan al unísono con un capítulo que no me mostró jamás una composición distinta en un diálogo o una escena no onírica. ¿Cómo me voy a convencer de la existencia de una identidad si la serie abusa del uso de croma? Uno ya no entiende el uso de pantalla verde para una conversación en un parque y la única respuesta factible es que, con millones de series saliendo por mes y con una vida útil de cada temporada de un par de días (esto por culpa de la idea de maratonear todo el contenido en una noche), la máquina bien aceitada de creación de series funciona a todo su potencial. Mayor producción y menor calidad de ellas.
Otro problema de la mayor apuesta del año de Netflix, es que pareciera que jamás arranca. El gran problema de la historia llegará en 400 años (en tiempo ficcional) y toda la temporada son las preparaciones para esto. No hay un gran dilema, no hay un abordaje a los dilemas morales que implica todo lo planteado (que es sumamente interesante), todo pareciera ser un gran prefacio a lo realmente bueno que, asumo, debería llegar en la segunda temporada.
Más allá de la planicie visual y la ausencia automotriz de poner en segunda la trama, la serie tiene elementos interesantísimos y estos bastan y sobran para aprobar la temporada.
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