Indiana Jones y el dial del Destino: Sin ser una maravilla, sabe cómo aprovechar la nostalgia
- Por Esteban Beaumont
Siguiendo la línea del cine masivo de los últimos años, desempolvamos la tierra y sacamos del retiro a una de las grandes películas de los años 90. Traer de vuelta al gran héroe de acción aventurero y bañarlo de esa nostalgia que tan bien vende y que tanto cariño nos hace sentir en el corazón. Indiana Jones vuelve con un Harrison Ford de 80 años, una última aventura que contar y un último golpe a los nazis.
Lejos de la mano directora de Steven Spielberg, Indiana Jones y El Dial del Destino vuelve con el artesano James Mangold a la cabeza. Director de Ford vs. Ferrari, Logan y Cop Land, Mangold es un director sumamente efectivo, un artesano capaz de construir películas correctas con un ritmo frenético, cuidando la producción visual como un arqueólogo limpia un pedazo de flecha precolombina. Una decisión correcta para hacerse cargo de la franquicia de aventura más grande del cine.
El profesor Henry Jones Jr. está varado en 1969, mientras el mundo avanza, él se queda parado entre la depresión y la vejez. La llegada de su ahijada lo obliga a salir del retiro y volver a una última aventura. ¿Está a la altura de la trilogía principal?
La verdad es que no. Tanto Los Cazadores del Arca Perdida, como El Templo de la Perdición y La Última Cruzada son obras canónicas de lo mejor del cine tipo blockbuster. Una trilogía redonda, entretenida y que representa lo mejor de una década mágica para el cine. Indiana Jones ya había intentado volver a aquel mundo con La Calavera de Cristal en 2008, una película vapuleada por algunos fanáticos.
Pero no estar a la altura de una de las mejores trilogías de la historia no implica que la película sea un fracaso.
El Dial del Destino se convierte en un Gran Torino del cine de Indiana Jones al mezclar el carácter de Indi con el inexorable paso del tiempo. La idea de sacar al héroe de su retiro para una última aventura generalmente funciona, y cuando se tiene a un actor tan carismático como Harrison Ford, es muy difícil que se convierta en un fracaso.
Con un nuevo MacGuffin (aquel artefacto que se tiene que buscar), Indiana Jones se lanza a una aventura que busca rescatar todo aquello que hizo que la saga fuera inolvidable. La aventura clásica, del tipo de cine que ya no se consume tanto, porque las películas de aventura tienen que estar llenas de piruetas, acción desmedida y efectos especiales. Por eso, Mangold trata de mantener los efectos especiales a raya y hacer que los que están se vean lo más caseros posible.
La película comienza con un prólogo en 1944. Es el final de la Segunda Guerra Mundial y un Indiana Jones rejuvenecido por CGI es secuestrado por los nazis. Como si fuera una pequeña película, los primeros minutos narran la aventura de Indiana Jones tratando de recuperar la Lanza de Longinos de las manos de los nazis, y es lo mejor de la película. Se siente como aquel joven Indiana, como una secuela directa de La Última Cruzada, aunque el rejuvenecimiento de Indiana parece, en momentos, un videojuego.
Después, la película sigue a Indiana y su ahijada (la gran Phoebe Waller-Bridge) en busca de un artefacto que puede cambiar el mundo, en una carrera contra el tiempo y contra unos nazis liderados por el gran Mads Mikkelsen. Con un ritmo correcto, pero sin ser una maravilla, El Dial del Destino peca de no tener una escena de acción deslumbrante.
La carrera de vagones en El Templo Maldito, la persecución de motos en La Última Cruzada, incluso la polémica escena del refrigerador en La Calavera de Cristal. La saga de Indiana siempre tenía esas escenas maravillosas, bien coreografiadas y rozando lo ridículo. El Dial del Destino, en cambio, carece de eso. Sin ninguna persecución que permanezca en la memoria, la última entrega del clásico de Spielberg se sostiene gracias a Harrison Ford, su escena inicial y su final.
La última media hora de la película toma elementos que hemos visto a lo largo de toda la película y logra condensar el espíritu del personaje en un cierre que se cuela en el corazón, como si la mano de Mola Ram se tratara, pero para brindarnos un cariño y recordarnos otra época, que sin ser mejor o peor, nos construyó y nos hizo ser lo que somos. No sirve vivir del pasado, no sirve estar recordando constantemente, solo tenemos que hacerlo nuestro y vivir el presente.
Puede resultar irónico tener que recurrir a una franquicia antigua para lograr eso, pero es Indiana Jones, siempre vamos a alegrarnos de verlo y de vez en cuando tenemos que hacer un trabajo de arqueología. Indiana Jones y El Dial del Destino, sin ser una maravilla, sabe cómo aprovechar la nostalgia y regalarnos un último balanceo con nuestro querido Indy.
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