Guardianes de la Galaxia Vol. 3: Marvel quema (con éxito) sus últimos cartuchos
- Por Esteban Beaumont
Película 32 de la franquicia del MCU, a eso sumemos las series y especiales. Es difícil estar exentos a esta altura de la sobreexplotación del cine de superhéroes. Luego del fracaso de Ant Man and The Wasp: Quantumania, se comenzó a hablar del tan temido cansancio a las películas de historietas.
Guardianes de la Galaxia Vol. 3 llegaba como la prueba final que iba a definir si Marvel estaba muerto o solo tenía una seguidilla de mala racha.
La entrega es la despedida de James Gunn, el director y escritor de la trilogía de superhéroes espaciales. Pasa a ser la cabecilla del archienemigo: DC Comics y su nuevo universo, partiendo por la nueva película de Superman que escribe y dirige el mismo Gunn (todo queda en el género), aunque no es el final de los personajes (saga que Disney no va a dejar ir).
La mayor virtud de Gunn y de la trilogía de los Guardianes es haber triunfado con unos personajes casi olvidados. Peter Quill, Gamora y Drax eran papeles casi terciarios en las páginas de Marvel. Pagaría mi sueldo si alguien decía, antes de 2014, que Groot era su personaje favorito de Marvel. Le dieron la libertad a Gunn para darle el tono que quisiera y hoy los cómics beben más de las películas que de su historia.
Y es que Guardianes de la Galaxia Vol. 1 fue sumamente original, con un humor afilado y un tono de Sci-fi muy bien engrasado. El Volumen 2 tuvo muchos excesos, pero logró con destellos de genialidad sobrevivir a la vorágine de los críticos.
La entrega tres llega con el mismo humor que ya domina tan bien James Gunn y este grupo de actores tan carismáticos. Este se convierte en la piedra angular de esta película que se combina con un drama súper funcional. El llanto es una opción real en esta película y es que en una historia con sabor a cierre (sabemos que no, Disney no lo permitirá), Gunn se da el tiempo de darle un cierre al arco de cada personaje y todos estos están cargados de sentimiento.
Y la mayor muestra es que el protagonista es Rocket Raccone, quien que antes del 2014 tendría una docena de apariciones en los cómics. Un personaje olvidado, que no solo es rescatado por el MCU, sino que, además, se le logra dar un carácter y carga emocional tan grande que se echa al hombro una película solo.
La música de Guardianes de la Galaxia se ha colocado como un personaje más y en esta ocasión sigue siendo así. Partiendo por una versión acústica de Radiohead, la película construye una banda sonora nostálgica y disfrutable. Otro punto es el homenaje a Jim Starlin, el creador de la mitología Marvel espacial, sobre todo con la inclusión de Adam Warlock, el genial personaje que está interpretado por Will Poulter. Damos un punto extra para la maravilla visual que maneja Gunn, muy original en la creación de criaturas y mundos (aprende Quantumania).
Guardianes de la Galaxia Vol. 3 se aferra al cariño que ya le tenemos a estos personajes y quema (con éxito) sus últimos cartuchos para demostrar que el género de superhéroes no está muerto. Desde el Vol. 1 que sabíamos que los Guardianes era una anomalía, una película distinta en el MCU, la más experimental, la distinta. La pregunta ahora es ¿Guardianes de la Galaxia Vol. 3 es una anomalía en el cansancio del público a Marvel o marcará un repunte de la franquicia? El tiempo lo dirá, lo que queda ahora es disfrutar de una buena cinta.